RUGBY SEVEN | SERIES MUNDIALES
La fiesta del seven llega a Madrid: hawaianas, tatuajes en el culo y las All Blacks suecas
Las Finales de las Series Mundiales de rugby a siete colorean el Estadio Metropolitano con su esp¨ªritu l¨²dico.
El rugby a siete no es el rugby XV. Ni quiere. La modalidad reducida, corta, ol¨ªmpica o como quieran llamarla es otro concepto. Uno que huye del boato, que revienta las costuras de la tradici¨®n. Uno es el hermano que se acuesta pronto leyendo un libro y otro el que amanece comiendo churros tras cerrar el after hour.
FOTOGALER?A
Las finales de las series mundiales de Rugby 7 se celebran estos d¨ªas en el C¨ªvitas Metropolitano de Madrid. En los alrededores del estadio se puede disfrutar de la fan zone con diferentes actividades para todos los p¨²blicos.
Dar una vuelta este viernes por los aleda?os del Estadio Metropolitano de Madrid, convertidos en un centro de ocio en el que matar las horas muertas entre partido y partido de las Finales de las Series Mundiales, era por momentos una experiencia psicod¨¦lica. De repente aparece en el horizonte un grupo de suecas. F¨¢cilmente identificable, porque han decidido hacer de las m¨ªticas bolsas azules y amarillas de Ikea su vestuario. El tema es que Suecia no juega las Series Mundiales. ?A qui¨¦n animan? ¡°A Nueva Zelanda¡±. ?Por qu¨¦? ¡°Porque tuve un novio neozeland¨¦s¡±, suelta una. El coraz¨®n tiene razones que la raz¨®n no entiende.
Entra en escena un colectivo franc¨¦s y se produce un crossover curioso. Muy hawaianos ellos, ambos grupos posan para AS. No ser¨¢ la ¨²ltima foto en la que aparezcan los vecinos del hex¨¢gono, pues se ofrecen a mostrar a este diario la joya oculta de su atuendo: llevan tatuado el logotipo de La vaca que r¨ªe, la de los quesitos que han marcado la ni?ez de tantos, en diversas partes de su cuerpo. Algunos en el culo. ¡°?Espa?a, toros!¡±, lanzan. No pod¨ªa faltar. Dios los cr¨ªa y ellos se juntan.
Yendo hacia la cancha de entrenamiento, montada con buen criterio al aire libre, en uno de los parkings, lo que permite la interacci¨®n aficionados-jugadores, el redactor se topa con Zwelethu, un sudafricano que sigue a los Blitzbokkes por todo el planeta. Este a?o solo se ha perdido dos series, la de Australia y la de Dub¨¢i. Lleva gastados ¡°unos 200.000 euros¡± en viajes, pero est¨¢ contento porque ve brotes verdes en un equipo que ha pasado de ser campe¨®n de la general tres veces entre 2017 y 2021, con aquella prol¨ªfica generaci¨®n de los Seabelo Senatla, Cecil Afrika y compa?¨ªa, a ser de media tabla.
Junto al Beach Club, en el que uno puede tomarse un c¨®ctel o remojarse en una piscina improvisada mientras ve un torneo de rugby playa con equipos universitarios, se alinean los puestos de comida, que calculan despachar entre 15 y 20 barriles de cerveza por d¨ªa. M¨¢s de uno acabar¨¢ en el est¨®mago del colectivo irland¨¦s, siempre presto a ver mundo de la mano del rugby. Una expedici¨®n ha venido de Belfast. Son las 14:00 en Madrid y van por la tercera pinta. ¡°M¨ªnimo caen otras cinco¡±, apuntan con una seguridad que pondr¨ªa en alerta al SAMUR al completo.
M¨¢s tranquilo viene un matrimonio de Boston, que se ha dejado ¡°unos 4.000 d¨®lares¡± en arropar a las ?guilas estadounidenses. No les parece caro, y adem¨¢s aprovechan para hacer un poco de turismo. Como otro de Brisbane, Australia, que si tuviera que hacer un ranking de ciudades visitadas con la excusa de la pelota ovalada, ¡°definitivamente Madrid estar¨ªa en el top-3¡å. La postal internacional la completa una familia fiyiana que cree que el Metropolitano es el mejor estadio del mundo. Se muestran encantados con la organizaci¨®n y volver¨¢n el a?o que viene si es menester.
Los que no tendr¨¢n que volver, b¨¢sicamente porque son madrile?os, son Manu y Patricia, pertrechados con la zamarra espa?ola, a la que ¨¦l a?ade gorro de pescador, un cl¨¢sico del seven. ¡°Los chicos lo tienen m¨¢s f¨¢cil, pero yo creo que se salvan ambos¡±, analiza la lucha por la permanencia de Espa?a. Los 40 euros que han pagado por tres d¨ªas de rugby son ¡°un chollo en comparaci¨®n con otros deportes¡±. En cambio a una se?ora irlandesa le parece deleznable que no haya un ascensor que lleve a su marido en muletas a las gradas. ¡°Y dec¨ªs que es el mejor estadio de Madrid¡±, espeta. Nunca llueve a gusto de todos. Ni siquiera en el seven, en el que la diversi¨®n es norma y el que se enfada es porque quiere.
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