Fin al a?o uno del LIV: una revoluci¨®n sin final a la vista
El nuevo circuito, lejos de desaparecer, pretende crecer en 2023. Las presiones de las estructuras tradicionales no han conseguido acabar con ¨¦l.
Con el triunfo de los 4 Aces, el equipo de Dustin Johnson, Patrick Reed, Talor Gooch y Pat Perez, este domingo en el Blue Monster de Doral, el resort de Donald Trump en Florida, y una nueva lluvia de millones (50 en total, 16 para los campeones), concluy¨® el primer cap¨ªtulo de la historia del LIV, el nuevo circuito golf¨ªstico financiado por el Fondo de Inversi¨®n P¨²blica Saud¨ª. Spoiler: no ser¨¢ el ¨²ltimo.
La sombra de un cisma que larg¨® tiempo sobrevol¨® este deporte cogi¨® cuerpo a las puertas del verano, con la ¡®fuga¡¯ de las primeras estrellas del PGA (Dustin Johnson, Phil Mickelson, Sergio Garc¨ªa...) para disputar la cita inaugural de la superliga en Londres. La pelea entre circuitos por un negocio milmillonario se encon¨® con la amenaza de sanciones a los ¡®tr¨¢nsfugas¡¯ y a d¨ªa de hoy sigue enfangada, con demandas cruzadas, el ranking mundial desvirtuado (los jugadores del LIV siguen sin puntos), figuras de peso renunciando a sus derechos de juego en Estados Unidos y Europa y el PGA investigado por las autoridades judiciales estadounidenses por un presunto intento de monopolizar el golf.
Lo cierto es que las presiones de las estructuras tradicionales no han conseguido sacar al elefante de la habitaci¨®n. Y este no tiene ninguna intenci¨®n de salir de ella. M¨¢s bien lo contrario. Atul Khosla, uno de los jefazos del LIV, revel¨® recientemente que los planes para la pr¨®xima temporada pasan por ampliar la agenda (de ocho a 14 torneos, con Valderrama entre las potenciales nuevas sedes) y la plantilla de jugadores (se habla de 60 por cita, en vez de los 48 que jugaban este curso).
En cuanto a la competici¨®n por equipos, uno de los conceptos m¨¢s novedosos respecto al formato de PGA y DP World Tour (antiguo European) se aspira a un modelo de franquicias como el de las grandes ligas estadounidenses. Los golfistas tendr¨ªan una parte de la propiedad y habr¨ªa patrocinadores, traspasos, agencia libre...
Por ahora no hay noticias de posibles cambios en la forma en la que el producto se distribuye, es decir, la retransmisi¨®n audiovisual. Esta temporada ha sido principalmente a trav¨¦s de Youtube y la web del circuito (DAZN tambi¨¦n ha ofrecido algunos torneos) y no parece que ninguno de los grandes operadores que ya est¨¢n comprometidos con la competencia (ESPN, NBC, Sky...) vayan a cambiar de bando. En cuanto a las audiencias, han sido modestas en comparaci¨®n con sus rivales, especialmente con el PGA, y con una tendencia descendente: de la gran expectaci¨®n que gener¨® en sus comienzos a cierto baj¨®n en la recta final de la campa?a. Sea como sea, esta es una revoluci¨®n sin final a la vista. Al menos no el que muchos en este mundillo querr¨ªan.
El campo de batalla de los majors se va despejando
Otro de los campos de batalla entre el LIV y el resto del ecosistema golf¨ªstico est¨¢ en los majors. A estos se accede de diversas maneras: por haberlos ganado en el pasado, a trav¨¦s de torneos clasificatorios, diversas exenciones o la posici¨®n en el ranking mundial.
El hecho de que la junta que dirige este ¨²ltimo organismo a¨²n no haya concedido puntos a los torneos del LIV (que ha intentado entrar en el engranaje primero con el Asian Tour como paraguas y despu¨¦s a trav¨¦s del MENA) dificulta la presencia de sus golfistas en Augusta, US Open, PGA y British Open.
Todos ellos est¨¢n organizados por entidades distintas y deciden sus criterios de clasificaci¨®n. Por ahora ninguno ha anunciado un veto a los LIVers. Y de hecho Martin Slumbers, jefe de la R&A, organizadora del British Open, ha deslizado que este no se va a producir. En una entrevista reciente en Golf Digest, Slumbers asegur¨® que no traicionar¨¢n ¡°150 a?os de historia¡± de un torneo abierto, como su nombre indica, y que anunciar¨¢n las opciones de clasificaci¨®n a comienzos de 2023.