El d¨¦j¨¤ vu de McIlroy
El norirland¨¦s vuelve diez a?os despu¨¦s a Valhalla, escenario de su ¨²ltimo grande tras una ruptura sentimental como la que afronta en estos momentos.
La superstici¨®n, reliquia de un pasado en el que las respuestas cient¨ªficas eran excepci¨®n y no norma como hoy en d¨ªa, a¨²n es moneda de cambio en el deporte, en el que el dato no siempre explica el relato (a veces, como reza la ahora popular expresi¨®n, de hecho lo mata) y las buenas historias engendran otras en formas que muchas veces escapan a la raz¨®n. En eso, y no en lo que diga un c¨®mputo de estad¨ªsticas, por mucho que venga de dar una exhibici¨®n en el Wells Fargo camino a su 26? victoria en el PGA, es en lo que hay que apoyar las esperanzas de ver a Rory McIlroy alzar al cielo de Kentucky el trofeo Wanamaker, que distingue al campe¨®n del PGA Championship, este domingo.
Las se?ales han ido apareciendo como miguitas de pan en el camino, y son reveladoras. Por partes: van diez a?os de su ¨²ltima victoria en un grande, que adem¨¢s lleg¨® precisamente en Valhalla, la sede de este a?o, un campo que recompensa a los grandes pegadores como ¨¦l; ha sido campe¨®n en sus dos ¨²ltimas apariciones, como tambi¨¦n lo fue, en ese caso en el British Open y el Bridgestone Invitational de los Campeonatos del Mundo, en 2014; y para m¨¢s inri (aqu¨ª la cosa ya se pone esot¨¦rica), aquellos triunfos llegaron despu¨¦s de una ruptura sentimental como la que afronta estos d¨ªas. Entonces acababa de partir peras con la tenista danesa Caroline Wozniacki y esta semana se ha sabido que ya est¨¢ en tr¨¢mites judiciales en Florida su divorcio de Erica Stoll, la que ha sido su esposa desde 2017 y con la que tiene una hija, Poppy. Hagan lo que hagan con esta informaci¨®n, no es recomendable utilizarla a la hora de decidir a qui¨¦n van a apostar su dinero, pero las coincidencias son demasiadas como para no esbozar una sonrisa pensando en el quinto grande de Rory.
El heredero que no cuaja
Un momento que el golf lleva tiempo esperando. Desde que un chaval con cara de prep¨²ber, pelo rizado y pantalones anchos se postul¨® en la d¨¦cada pasada como sucesor de Tiger Woods, un rol en el que no ha terminado de cuajar. Al menos en lo deportivo, pues todav¨ªa le separan 11 grandes del Tigre cuando hace diez a?os m¨¢s de uno habr¨ªa apostado a que a estas alturas le habr¨ªa rebasado, y eso que oportunidades no le han faltado (ha sido top-10 doce veces desde entonces). Con 35 a?os le queda cuerda para rato, pero el tiempo ya empieza a ser un factor importante en su contra. Tanto o m¨¢s que su deseo, frecuentemente citado por compa?eros actuales y leyendas pasadas como fuente parad¨®jica de la sequ¨ªa que atraviesa.
?Se puede desear algo tan intensamente como para estropearlo? En el caso de Rory, aparentemente s¨ª, aunque en este punto tambi¨¦n hay que citar los asuntos extradeportivos que con frecuencia han alejado su atenci¨®n ¨²ltimamente, o al menos parte de ella, del trabajo puramente golf¨ªstico. Y es que en su compromiso con el PGA y con la defensa de los intereses de sus jugadores Rory s¨ª ha estado a la altura de Tiger y de lo que se demanda de l¨ªderes naturales como ellos. El pasado noviembre el norirland¨¦s renunci¨® a su puesto en el consejo de jugadores del circuito tras dejarse la voz y parte de su juego en la defensa de su ¡®casa¡¯ ante la aparici¨®n del LIV, unos polvos de los que quiz¨¢ vengan los lodos que afronta ahora en su vida privada. Hace semanas emergi¨® la posibilidad de un retorno ocupando el puesto que Webb Simpson quiere abandonar (y que solo dejar¨ªa, asegur¨®, en favor de McIlroy), pero el PGA le cerr¨® la puerta porque ese cambio de cromos va contra la pol¨ªtica de elecci¨®n de miembros.
Con cargo oficial o no, lo que est¨¢ claro es que Rors continuar¨¢ siendo una voz con mucho peso espec¨ªfico en todo lo relacionado con una negociaci¨®n cuyo resultado se adivina a¨²n m¨¢s incierto tras la dimisi¨®n de Jimmy Dunne, el principal asesor de Jay Monahan en las conversaciones y mu?idor protagonista del principio de acuerdo alcanzado entre las partes enfrentadas el verano pasado. Si esa tarea la retoma con un quinto grande en el curr¨ªculo, mejor para ¨¦l y para un deporte que en tiempos convulsos necesita figuras aglutinadoras, justo una de las muchas cosas que McIlroy representa en el golf.
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