Francia se divierte a costa de un cl¨¢sico que no avanza
El Gallo le endosa catorce ensayos en su tercer triunfo mundialista a unos namibios que ya suman 25 partidos sin ganar en el torneo.
No por ser esta su sexta aparici¨®n en una Copa del Mundo de rugby deja de ser curiosa la presencia de Namibia. C¨®mo llega un pa¨ªs de poco m¨¢s de dos millones y medio de habitantes, cubierto en un 80% de su superficie por desierto y sabana, a ese nivel en un deporte como este, uno que necesita de mucha gente para conformar un equipo y de c¨¦sped para su practica, precisamente dos cosas que en Namibia escasean, es una pregunta que no admite respuestas cortas. Vaya por delante que el pa¨ªs africano tampoco es ninguna potencia oval. De hecho nunca ha ganado un partido en un Mundial y este jueves perdi¨® el 25? consecutivo (96-0), este ante Francia, la anfitriona, que en el Vel¨®dromo de Marsella super¨® la marca neozelandesa ante este mismo rival de hace unos d¨ªas (71-3) y consigui¨® su mayor anotaci¨®n en partido internacional oficial, pero que perdi¨® en la segunda parte a Dupont por una lesi¨®n que requiri¨® traslado al hospital (fractura facial y posible conmoci¨®n cerebral) y que tendr¨¢ en vilo al hex¨¢gono hasta que se conozca su alcance.
La sangr¨ªa de ensayos, hasta catorce, que divirti¨® a los franceses y gentes de otras latitudes (no del sudoeste de ?frica, claro) congregados a orillas del Mediterr¨¢neo constat¨® una vez m¨¢s que lo de los Welwitschias, el apodo rugb¨ªstico de los namibios, que reciben de una planta end¨¦mica en el desierto de Namib, tiene un componente de fortuna. En su af¨¢n ¡®expansor¡¯, que hay que poner entre comillas porque tiene muchos matices, World Rugby no puede permitirse que Sud¨¢frica sea la ¨²nica selecci¨®n africana en un Mundial.
Y dado que los Springboks consiguen a?o tras a?o la clasificaci¨®n autom¨¢tica al quedar entre los tres primeros de la fase de grupos, siempre hay un billete disponible que se pone en juego en la Africa Cup. Ah¨ª la competencia m¨¢s peligrosa que enfrenta Namibia es la de Kenia y Zimbabwe, 330? y 310? clasificadas del ranking mundial respectivamente. Es casi un pase gratuito para un pa¨ªs que a nivel de estructura rugb¨ªstica, sin una liga profesional, con la mayor¨ªa de sus internacionales desperdigados entre Francia, Sud¨¢frica, Israel, Estados Unidos o Australia, no es muy diferenciable de, pongamos, Espa?a, que solo se ha clasificado una vez para esta cita.
Pero m¨¢s all¨¢ de eso, hay tradici¨®n rugb¨ªstica en ese rinc¨®n del mundo. Les viene, claro, de sus vecinos sudafricanos, de los que se independizaron en 1991 (hasta entonces tambi¨¦n se aplic¨® all¨ª el apartheid, reservado el rugby a las ¨¦lites blancas, motivo por el que a¨²n hoy son pocos los internacionales negros pese a que el 85% de la poblaci¨®n del pa¨ªs lo es). De hecho en Namibia nacieron destacados Springboks como Percy Montgomery o Jan Ellis. Y sudafricano es su seleccionador, Allister Coetzee, asistente de Jake White en el t¨ªtulo mundial de 2007 y timonel principal del equipo entre 2016 y 2018.
Quiz¨¢ ese v¨ªnculo, junto con la citada necesidad de las altas esferas de dar una sensaci¨®n de rugby global, justifique la presencia de este equipo en un torneo en el que no ha experimentado mucho progreso desde su primera participaci¨®n, all¨¢ por 1999. Lo volvi¨® a poner de manifiesto una Francia que durante m¨¢s de media hora jug¨® con uno m¨¢s por una amarilla a Deysel que el b¨²nker convirti¨® en roja, y que cabalga hacia el liderato del grupo A con su tercer triunfo. Cuatro suma ante Namibia desde que se encontraron por primera vez en 1999. Si en su pr¨®ximo encuentro la balanza estar¨¢ m¨¢s nivelada o no, el tiempo lo dir¨¢.