El PGA es una fiesta
Scheffler se descuelga en una barra libre de birdies en la que Lowry est¨¢ a punto de batir el r¨¦cord de los grandes. Schauffele y Morikawa, l¨ªderes con -15.
El PGA Championship es una fiesta. Un d¨ªa es el r¨¦cord del torneo y al siguiente la detenci¨®n del n¨²mero uno del mundo. Este s¨¢bado la m¨²sica la puso Shane Lowry, que estuvo a un palmo de firmar la mejor vuelta en la historia de los grandes. Se qued¨® a un palmo, lo que le falt¨® para entrar a su putt de birdie en el 18, de la gloria. En cualquier caso entreg¨® un 62 que le empata en el r¨¦cord con Branden Grace (British Open 2017), Xander Schauffele (US Open 2023 y este mismo PGA) y Rickie Fowler (US Open 2023).
El irland¨¦s, un jugador criado en links que se mueve por instintos, lejos de la estad¨ªstica avanzada que ya manejan muchos golfistas, hil¨® nueve birdies sin fallo en un recorrido antol¨®gico en el que le gan¨® casi ocho golpes al campo. Fue el mejor con el putter, con el que gan¨® seis de esos impactos, a 1,40 por hoyo, 160 pies (48 metros) embocados. Si no fuera por una mala salida en el 18 que le impidi¨® coger el green en dos golpes, seguramente otro gallo habr¨ªa cantado. Lo suyo fue un regalo para la memoria de un tipo, el campe¨®n del British Open de 2019, con el que hay que contar llegado el domingo. Le consol¨® un buen amigo de la Ryder, el ingl¨¦s Justin Rose, que con un -7 para -12, segunda mejor tarjeta del d¨ªa, oposita a su segundo grande tras el US Open 2013.
Ellos fueron los protagonistas principales, que no los ¨²nicos, en la superproducci¨®n que los guionistas del PGA Tour escribir¨ªan cada s¨¢bado de major si pudieran. El resto del reparto en la pelea por el trofeo Wanamaker lo firmar¨ªa Tarantino. En el top-16, apretujado en un lapso de seis golpes, convergen ocho grandes. El l¨ªder y el chico simp¨¢tico que normalmente muere el primero en la peli, veremos esta vez, es Xander Schauffele, -3 para -15, acompa?ado por Collin Morikawa, el especialista, -4 en el d¨ªa; en el papel de villano, el mejor de los hombres del LIV, un DeChambeau que se fue a -4 para -13 con un chip para eagle en el 18; secundarios de lujo, el favorito local, Justin Thomas, dos veces campe¨®n del torneo, -4 para -10, y Viktor Hovland y Saheeth Theegala, a las puertas del estrellato con sus -5 para -13 y -4 para -14 respectivamente. Fuera del casting se qued¨® sorprendentemente Brooks Koepka, al que se esperaba merodeando la cima y en cambio se despe?¨® en un +3 para -4 con unos nueve primeros hoyos desastrosos. No descarten un cameo estelar de Rory McIlroy, bien pero algo corto el -3 para -8 que complet¨®, en su intento de reeditar su ¨²ltima gran victoria, hace diez a?os en este mismo campo.
Scheffler pasa por el purgatorio
El ¡®aguafiestas¡¯ que nadie esperaba fue Scottie Scheffler. S¨ª, han le¨ªdo bien. El texano ha sido tan inefable como golfista en los ¨²ltimos a?os que por momentos invitaba a acogerse a la explicaci¨®n divina. La que ¨¦l mismo predica, creedor de que opera sobre s¨ª mismo un poder sobrenatural que Dios canaliza a trav¨¦s de su cuerpo. Como aquel ¡°Dios es del Real Madrid¡± que Juanma Rodr¨ªguez entona con sorna en El Chiringuito. Pero si eso fuera as¨ª, habr¨ªa que inferir que el texano expi¨® sus pecados en este s¨¢bado, el primero sin espa?oles en un grande desde la edici¨®n de 1998 de este mismo torneo tras fallar el corte Jon Rahm, David Puig y Adri¨¢n Otaegui.
Fue como si el Se?or hubiera abandonado a Scheffler, humanizado al fin un jugador de talla hist¨®rica, cuatro victorias solo este a?o, entre ellas The Players y el Masters, tras su detenci¨®n el viernes acusado de asalto a un polic¨ªa y conducci¨®n temeraria en su intento por acceder al Valhalla Golf Club de Louisville (Kentucky, EE UU). Un caso que seg¨²n fuentes legales citadas por la prensa estadounidense apunta a quedar en nada.
Sali¨® a tres golpes de la cabeza y termin¨® 24? con +2 para -7, lastrado por un arranque de vuelta impropio, +4 en los cuatro primeros con dos bogeys y un doble. La reacci¨®n no fue suficiente en la happy hour de Valhalla y ni siquiera ayudaba la presencia en la bolsa de Scottie de un vicario de Dios, Brad Payne, capell¨¢n del PGA Tour que sustituy¨® a Ted Scott, ausente por la graduaci¨®n de su hija. Si para algo sirvi¨® la actuaci¨®n del n¨²mero uno del mundo, fue para devolvernos al terreno de la l¨®gica: pertenece a nuestra misma especie y sus poderes son limitados.
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