El libro de Langer en el Masters se cierra con un final cruel

El golf siempre encuentra nuevas formas de crueldad. Pocas como la que le administr¨® este viernes a Bernhard Langer. Si fuera una persona, ser¨ªa de las que no respetan nada. Solo as¨ª se explica que la 41? y ¨²ltima aparici¨®n del alem¨¢n en el Masters, torneo que gan¨® en 1985 y de nuevo en 1993, que jug¨® 27 veces seguidas entre 1984 y 2010, acabar con un final como el que se vivi¨® este viernes en el Augusta National.

Tras jugar 17 hoyos de la segunda vuelta virtualmente dentro del corte, su putt para par en el 18, un hoyo de unos 425 metros que a sus 67 a?os le exige jugar una madera a green, se pase¨® por el borde del agujero sin entrar. La reacci¨®n en a sala de prensa del club fue parecida a la que habr¨ªa tenido lugar si al alem¨¢n le hubiera dado un ataque al coraz¨®n en el medio del green. De tragedia.

Con Langer se va otro trozo de la generaci¨®n de Seve Ballesteros, que el pasado mi¨¦rcoles habr¨ªa cumplido 68 a?os, los mismos que har¨¢ en agosto el alem¨¢n de Anhausen, un prodigio de longevidad competitiva que el golf lleva m¨¢s de una d¨¦cada tratando de explicarse, y que ¨¦l a menudo resume en una f¨®rmula sencilla: mantenerse activo. Le ha valido para ganar 47 veces, bastantes m¨¢s que el siguiente m¨¢s laureado, en el Champions Tour, el circuito de veteranos. Antes gan¨® tres torneos del PGA y 42 en el DP World Tour, adem¨¢s de formar parte del equipo europeo de la Ryder en 11 ocasiones, con seis victorias.

M¨¦ritos suficientes para que el presidente del club, Fred Ridley, acudiera a recibirle al green del 18 al t¨¦rmino de su ¨²ltima vuelta en el torneo del que, el tiempo lo dir¨¢, podr¨ªa seguir formando parte como protagonista de la salida honoraria cuando falten Jack Nicklaus, Gary Player o Tom Watson, los titulares de esa tradici¨®n actualmente.

¡°He estado a punto de llorar, pero entonces he pensado para m¨ª mismo ¡®venga, mant¨¦n la compostura, a¨²n te queda golf por jugar¡¯. Ni siquiera sab¨ªa si el bogey me iba a costar el corte, porque con el viento que estaba haciendo pensaba que igual el +3 pod¨ªa entrar, pero no tiene pinta (finalmente no sirvi¨®). Tengo grand¨ªsimas memorias en este campo. Me enamor¨¦ de ¨¦l inmediatamente cuando jugu¨¦ mi primera vuelta, y tuve la suerte de ganarlo dos veces y poder volver durante muchos a?os. Tener a mi hijo de caddie esta vez ha sido un bonus", narr¨®.

¡°Ni remotamente. El golf no era nada en Alemania entonces. Y cuando empec¨¦ a ejercer de profesor, pensaba que eso ser¨ªa el resto de mi vida. En esos tres a?os y medio me convert¨ª en un buen jugador, y pens¨¦ ¡®bueno, quiz¨¢ deber¨ªa probar en el European Tour un par de a?os y ver si puedo ganarme la vida¡¯. Y el resto ya lo saben. Pero realmente no ten¨ªa ni idea de que acabar¨ªa jugando en Am¨¦rica, viviendo en Am¨¦rica, cas¨¢ndome en Am¨¦rica y criando a mis hijos en Am¨¦rica. Ni que ganar¨ªa el mayor torneo del mundo y todo lo dem¨¢s. Es un cuento de hadas realmente¡±, valor¨® una carrera que pudo no ser tal.

Cruz¨® el Atl¨¢ntico como un desconocido para el gran p¨²blico norteamericano y este domingo recab¨® ovaciones casi en cada hoyo: ¡°Creo que los patronos (como se denomina a los espectadores en Augusta) han podido conocerme mejor con el paso de los a?os. Antes solo se invitaba a un europeo al torneo. Ten¨ªas que ganar la Orden de M¨¦rito para entrar. Despu¨¦s lleg¨® el ranking mundial y se abri¨® a m¨¢s jugadores de todo el planeta. ?C¨®mo me recordar¨¢n? Espero que como un buen golfista, pero tambi¨¦n como un hombre de fe y familiar, y alguien que trat¨® bien a la gente y fue un buen modelo de conducta".

Lo cierto es que, aunque la distancia de Augusta ya se le haga bola, estos dos d¨ªas ha ganado a jugadores como Brooks Koepka, Adam Scott, Will Zalatoris, Taylor Pendrith o Sepp Straka, algunos de ellos grandes pegadores. ?Por qu¨¦ lo deja entonces? ¡°Adoro el golf, pero tambi¨¦n adoro competir. Quiero estar en la pomada, arriba en la tabla. Quiero tener la oportunidad de ganar. Y en este campo, eso ya no ocurre. Quiz¨¢ pase el corte si juego muy bien, pero juego palos muy largos a green, y as¨ª no puedo frenar la bola como quiero. Es un campo dise?ado para jugar hierros medios y cortos, porque los greenes son muy severos. Lo que hago ahora no est¨¢ en mi ADN¡±. Y as¨ª, con la humildad para suficiente para saber reconocer que su tiempo acab¨®, una cualidad no demasiado com¨²n entre los deportistas de ¨¦lite, se va uno de los europeos que ocupar¨¢ para siempre un lugar especial en la historia de Augusta.

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