Calma tensa antes de la tormenta
Ian Nepomniachtchi y Ding Liren volvieron a empatar por segundo d¨ªa consecutivo en un lance en el que el ruso pudo pr¨¢cticamente sentenciar el Mundial.


Ian Nepomniachtchi sigue liderando el Campeonato del Mundo de Ajedrez por cinco puntos a cuatro. Sin embargo, si alguien se march¨® descontento del noveno envite del torneo fue ¨¦l. El vigente subcampe¨®n mundial tuvo bastante cerca durante gran parte de la partida anotarse un punto que apuntaba a ser decisivo, pero finalmente Ding Liren consigui¨® resistir a la presi¨®n.
La cita de este viernes estaba marcada en el calendario para jugadores y aficionados al deporte ciencia. La reacci¨®n del ajedrecista chino tras filtrarse durante el d¨ªa de ayer parte de su preparaci¨®n con su entrenador, Richard Rapport, era toda una inc¨®gnita. El enigma de la apertura se despej¨® r¨¢pido una vez que apareci¨® sobre el tablero la s¨®lida Defensa Berlinesa.

Esta variante se populariz¨® durante el encuentro por el t¨ªtulo entre Garry Kasparov y Vladimir Kramnkik en el a?o 2000. Tanto que todav¨ªa a d¨ªa de hoy es una de las respuestas m¨¢s empleadas por las piezas negras para enfrentarse a la Apertura Espa?ola o Ruy L¨®pez por la dificultad que entra?a desnivelar el juego. De hecho, el ¡®Ogro de Baku¡¯ no fue capaz de hacerlo ni una sola vez cuando perdi¨® la corona.
Consciente de que posiblemente Ding estuviera c¨®modo entre los cauces habituales, Nepo trat¨® de salirse de los caminos conocidos eludiendo las opciones principales. A¨²n as¨ª, Ding mostr¨® estar mejor preparado en esta primera fase del juego y plante¨® una interesante idea, aparentemente fruto de su estudio, en el movimiento quince.

La posici¨®n resultante, en cambio, se volvi¨® en su contra en tan solo unos minutos. Todas las piezas del candidato ruso apuntaban hacia el enroque rival mientras que Ding intentaba encontrar algo de contrajuego por el flanco de dama. Los comentaristas de las distintas retransmisiones en los canales especializados coincid¨ªan en que, en la pr¨¢ctica, iba a ser dif¨ªcil para el chino sobrevivir a las tropas blancas. Sin embargo, los m¨®dulos de an¨¢lisis (a los que los humanos no se acercan en nivel desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas) no estaban del todo de acuerdo.
Tampoco se crey¨® del todo las apariencias Ding, al que una derrota le habr¨ªa alejado de forma casi definitiva de conseguir el trono del ajedrez mundial. Jugada a jugada fue afinando para encontrar las mejores defensas en cada posici¨®n. Entre ellas, un nuevo sacrificio de calidad (torre por alfil) que el ruso rechaz¨® sin contemplaciones para adentrarse en un final ligeramente ventajoso para ¨¦l.

Nepomniachtchi ten¨ªa una torre, un caballo y tres peones, mientras que Ding contaba con una torre, un caballo y un pe¨®n menos. Asemejaba que era la t¨ªpica posici¨®n donde la superioridad material no era suficiente para conseguir el triunfo, pero el n¨²mero dos del mundo alarg¨® la batalla todo lo que pudo intentando provocarle un error que, a la postre, habr¨ªa sido decisivo.
La espectacularidad del Mundial durante los ocho primeros enfrentamientos no hab¨ªa permitido ver una de las fases del juego que m¨¢s matices requieren. Entre tanto ataque directo al rey rival, los finales hab¨ªan pasado a un segundo plano. Algo que con Magnus Carlsen como uno de los dos candidatos, al ser su mayor especialidad en el juego, nunca habr¨ªa sucedido.

Aunque Nepomniachtchi demostr¨® atesorar una gran t¨¦cnica poniendo en serias complicaciones a su oponente en varios momentos cr¨ªticos, Ding no se qued¨® atr¨¢s encontrando las mejores defensas para empatar la partida m¨¢s larga del torneo tras 81 jugadas y cinco horas cincuenta minutos. Incluso hubo tiempo para dar vueltas a la posici¨®n asumiendo un resultado ya inevitable. Los dos saben que los truenos emerger¨¢n entre las nubes tras la jornada de descanso.