Bryson DeChambeau: el circo ha vuelto a la ciudad
Su segundo US Open confirma la metamorfosis del californiano tras su marcha al LIV. Diferente estilo, las mismas toneladas de espect¨¢culo.
Entre los dos episodios media poco m¨¢s de un a?o. El primero se da en mayo de 2021, cuando Bryson DeChambeau es recurrentemente abucheado en Oak Hill durante el PGA Championship. El cisma entre PGA Tour y LIV vive su punto ¨¢lgido y el californiano de Modesto ha cambiado los d¨®lares estadounidenses por los petrod¨®lares saud¨ªes. El segundo ocurri¨® el domingo. Su foto ilustra esta pieza. DeChambeau en ¨¦xtasis tras amarrar su segundo US Open. La tribuna que rodea el green del 18 en el N¨²mero 2 de Pinehurst, sede de la 124? edici¨®n del torneo, el campeonato n¨²mero 1.000 organizado por la United States Golf Association (USGA) a lo largo de su historia, incendiada.
¡°Ha sido el golpe de mi vida¡±, dice despu¨¦s. Y lo ha sido. Su approach en el 18 quedar¨¢ en la retina de los miles que lo vieron en directo y de los millones que lo hicieron a trav¨¦s de la televisi¨®n. Los aficionados que visiten Pinehurst de ahora en adelante tratar¨¢n de recrearlo. Y su putt para par, y su celebraci¨®n felizmente desbocada. Recuerdos del malogrado Payne Stewart con un cuarto de siglo de antig¨¹edad. Dos victorias ya en el US Open, la primera en Winged Foot hace cuatro a?os. Otra en el US Amateur, en 2015 en Olympia Fields. Uno lo puede ganar literalmente cualquiera, as¨ª es de aleatoriamente bello este torneo. Dos o m¨¢s reduce el c¨ªrculo a apellidos recordados por todos. Jones, Hogan, Nicklaus, Irwin, Hagen, Sarazen.... Ah¨ª estar¨¢ para siempre Bryson DeChambeau. Desde un punto de vista golf¨ªstico, inmortal.
Es el producto de una metamorfosis que deja una lecci¨®n de vida. Porque a DeChambeau le ha empezado a querer el gran p¨²blico cuando ha empezado a ser ¨¦l mismo. Abandon¨® la pose de culturista tras alguna lesi¨®n y una dieta bizarra que hizo aflorar varias intolerancias alimentarias. Adopt¨® un enfoque igual de met¨®dico y exc¨¦ntrico (hoy por hoy juega con palos fabricados con impresi¨®n 3D) que el que le granje¨® el apelativo de ¡®golfista cient¨ªfico¡¯, pero m¨¢s completo. La distancia dej¨® de ser su mantra, o al menos el ¨²nico. Este US Open lo ha ganado con el putt y los wedges, embocando todo lo que ten¨ªa que embocar de dos metros para abajo y frenando bolas en greenes resbaladizos como cristales.
Pero, sobre todo, abraz¨® a la gente. Y la gente, que se mofaba de ¨¦l en aquella ri?a infantil que protagoniz¨® con Brooks Koepka durante algunos meses, le abraz¨® a ¨¦l. Su canal de YouTube, en el que trata tanto aspectos del juego como de la vida misma, es un ¨¦xito. Sus interacciones con los aficionados, virales. Un d¨ªa ri?e a un adulto por interceptar una bola firmada dirigida a un chaval, otro pide que no le abucheen por no jugar el driver desde el tee... Despu¨¦s de ganar su segundo US Open seguido por una marabunta que levanta el polvo de la pinaza de Pinehurst a su paso, acarici¨¢ndose la gorra con cada grito de ¨¢nimo, con cada ¡°?Let¡¯s go, Bryson!¡±, se tira una hora firmando aut¨®grafos. ¡°Simplemente hacen comentarios que me incitan a querer interactuar con ellos¡±, explica. Es un circo que no parece impostado. Le sale solo, porque ha abandonado la necesidad de gustar, algo que parad¨®jicamente suele hacer que la gente guste. Est¨¢ de vuelta, en una versi¨®n m¨¢s refinada, todav¨ªa m¨¢s emplatable para el show. Y ahora que corren vientos de paz en el golf, su triunfo no tiene ninguna pega salvo la desaz¨®n de Rory McIlroy.
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