El d¨ªa que Carl Lewis salt¨® 9,14 y no fue v¨¢lido: ¡°Fue por culpa de una persona incompetente y bastante testaruda¡±
El 24 de julio de 1982, el ¡®Hijo del viento¡¯ vol¨® m¨¢s lejos que nadie en longitud, pero pese a no haber marca en la plastilina los jueces lo dieron por nulo.
¡°Fue por culpa de una persona incompetente y bastante testaruda¡±, recuerda Carl Lewis en la entrevista concedida a AS recientemente. El ¡®Hijo del viento¡¯, nueve oros ol¨ªmpicos y ocho mundiales, se refiere al juez encargado de vigilar la tabla de batida en el salto de longitud en la Fiesta Nacional del Deporte de EE UU el 24 de julio de 1982 en Indian¨¢polis. En pleno verano, a 219 metros de altitud, la historia de la especialidad deber¨ªa haberse reescrito. Un joven prodigio de 20 a?os, que ya hab¨ªa volado hasta 8,62 el a?o anterior, se dispone a borrar de los libros de historia, el 8,90 de Bob Beamon. Faltaban a¨²n nueve a?os para aquella m¨ªtica final de los Mundiales de Tokio donde Mike Powell se fue hasta 8,95 y el propio Carl Lewis hac¨ªa cuatro intentos por encima de 8,80 (incluyendo uno inv¨¢lido por viento de 8,91 y el que es su mejor marca de forma oficial: 8,87; la tercera de la historia a¨²n vigente).
¡°Fue por culpa de una persona incompetente y bastante testaruda¡±
Regresando a aquel c¨¢lido d¨ªa de julio, Lewis compatibilizaba la longitud con un relevo 4x100 en el que formaba cuarteto con Calvin Smith, Stanley Floyd y Mike Miller para representar a la selecci¨®n del sur de Estados Unidos en el evento que enfrentaba a los equipos de los cuatro puntos cardinales del pa¨ªs. S¨ª, exacto. El atleta de Alabama, ahora con 63 a?os, par¨® entre saltos para correr su posta. Eso no le impidi¨® hacer un concurso incre¨ªble... pese a que los cuatro primeros intentos fueron nulos. Los v¨¢lidos fueron de 8,76 y 8,55; pero la intrahistoria est¨¢ en el cuarto brinco.
Al l¨ªo. El primer intento vio aterrizar a ¡®King Carl¡¯ sobre el cartel de los 9 metros. Nulo. La grada pas¨® de gritos enfervorizados a suspiros de decepci¨®n al ver la anulaci¨®n. Pero la ilusi¨®n devolvi¨® r¨¢pidamente al entusiasmo al ser conscientes las 13.000 personas presentes de que pod¨ªan estar ante un d¨ªa hist¨®rico. Antes del segundo intento, tocar el 4x100. 38.27 para Lewis y sus compa?eros, la sexta mejor marca de todos los tiempos. Brinco id¨¦ntico al primero. Sobre la marca del 9... tambi¨¦n con pisada ligera en la tabla de batida. El estado de forma era excepcional. Era cuesti¨®n de un peque?o pu?ado de cent¨ªmetros en el talonamiento. La entrega de medallas del relevo volvi¨® a incomodar su concentraci¨®n. Se quit¨® el metal de su cuello y se dirigi¨® directamente al pasillo de saltos. Nulo de nuevo, m¨¢s claro; y menos largo.
Y lleg¨® el momento. En el primer salto que pudo preparar mentalmente de forma tranquila. El l¨ªder ese d¨ªa, Jason Grimes, amigos de Carl, se encarg¨® de que el estadio guardara silencio. Incluso llam¨® la atenci¨®n Dwight Stones, saltador de altura y locutor ABC Olympics, que charlaba cerca de la figura superlativa del ¡®Hijo del viento¡¯. El speaker tambi¨¦n ces¨® en sus comentarios. En el ambiente flotaba una sensaci¨®n de momento hist¨®rico. Lewis emprende su carrera para alcanzar una velocidad estratosf¨¦rica, bate con su pierna derecha y despliega todo su potencial en el aire para aterrizar en la arena. Mira de reojo mientras el p¨²blico estalla euf¨®rico. La huella est¨¢ lejos de los nueve metros... pero por detr¨¢s del saltador. Viento legal, sin marca en la plastilina. Los testigos presentes se llevan las marcas en la cabeza: ¡®Treinta pies¡¯, grita alguno. 9,14 traducido al sistema de medici¨®n internacional. 30 pies y dos pulgadas (9,19), declar¨® posteriormente Grimes, subcampe¨®n mundial de longitud, presente a escasos cent¨ªmetros del foso.
La algarab¨ªa dur¨® un pu?ado de segundos. Una peque?a bandera roja ondeaba del brazo derecho del juez de tabla. Carl Lewis se dirige al juez, mira la tabla. No hay marca de la zapatilla en la plastilina. Pide explicaciones. ?l sabe que el intento era v¨¢lido, que no ha pisado la zona roja. Es un atleta que en su carrera super¨® 71 veces los 28 pies (8,53). Los propios rivales en el concurso se unen a la protesta. Todos han visto un salto v¨¢lido, el mejor de la historia y que a d¨ªa de hoy seguir¨ªa si¨¦ndolo con creces. El ¨²nico vuelo por encima de los nueve metros. Los tres jueces presentes hablan entre ellos y deciden aplicar la norma de la NCAA que aplican durante en las competiciones estudiantiles: pese a no haber marca en la plastilina consideran que la punta de la zapatilla de Lewis s¨ª ha sobrepasado la tabla por unos mil¨ªmetros. Es su percepci¨®n visual. No hay v¨ªdeo, ni VAR de la ¨¦poca que lo demuestre... ni tampoco para demostrar lo contrario. Estamos en 1982.
El salto se considera nulo pese a que la norma de la IAAF (hoy World Athletics) es que si no hay marca y no se puede demostrar la falta, el salto deber¨ªa calificarse como v¨¢lido. La propia TAC, hoy USATF, considera que no debe aplicarse la norma universitario... porque no es una competencia de la NCAA. Esfuerzo in¨²til. Los jueces perseveran. Y por si faltaba poco al vodevil, el principal manda al encargado del rastrillo borrar r¨¢pidamente la marca en la arena antes de que se pudiera medir oficialmente para futuras reclamaciones. ¡°El juez se esforz¨® por ordenar al del foso que rastrillara el salto para impedir su medici¨®n, fue todo muy burdo¡¯, revelaba el propio atleta norteamericano en una entrevista a?os despu¨¦s.
¡°El juez se esforz¨® por ordenar al del foso que rastrillara el salto para impedir su medici¨®n¡±
¡¯Lewis Wuz Robbed¡¯ (Lewis robado), titular¨ªa Jim Dunaway, periodista de la revista ¡®Track&Field News¡¯, ¨²nico reportaje amplio impreso que habla sobre aquella competici¨®n. No se conservan fotos de calidad y ¨²nicamente existen unos pocos v¨ªdeos en ¡®Youtube¡¯. Los 29 pies y 2,5 pulgadas de Bob Beamon seguir¨¢n ostentando el r¨¦cord mundial, los 30 (o m¨¢s) de Carl Lewis nunca ser¨¢n reflejados en los libros de estad¨ªstica.
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