El duelo entre los dos mediofondistas brit芍nicos salv車 los Juegos de Mosc迆 1980, tocados por el boicot de 55 pa赤ses. Ovett gan車 los 800 y seis d赤as despu谷s, Coe el 1.500.
Nadal-Federer, Ronaldo-Messi, Senna-Prost, Merckx-Oca?a, Magic Johnson-Larry Bird, Bartali-Coppi... Son todos duelos patrimonio de la memoria colectiva, de la historia, pero ninguno escribi車 sus p芍ginas en el sanctasanct車rum del deporte: unos Juegos Ol赤mpicos.
Sebastian Coe y Steve Ovett, dos brit芍nicos que dominaron el mediofondo a finales de los setenta y principios de los ochenta, s赤 construyeron su leyenda en un escenario ol赤mpico, los Juegos de Mosc迆 1980, a los que salvaron de un desastre seguro con una foto: la del primero abriendo sus brazos y mirando al cielo tras batir al segundo (acab車 siendo bronce) en la final de 1.500, un 1 de agosto de hace ahora 40 a?os. Seis d赤as antes, el 26 de julio, Ovett hab赤a derrotado a Coe en los 800. Seis d赤as furiosos, tensos, inolvidables. Eternos.
※Ning迆n hecho ha influido tanto en mi vida como ganar aquella carrera en Mosc迆§. Palabra de 'Seb' Coe.
Los Juegos de Mosc迆, con Juan Antonio Samaranch al frente, se asomaban al abismo en un mundo dividido. Congelado por la Guerra Fr赤a. Con Le車nidas Br谷znev al frente de la URSS, Jimmy Carter en Estados Unidos a punto de ceder el mando a Ronald Reagan y la dama de hierro Margaret Thatcher alineada con la administraci車n USA.
En este contexto, EE UU anunci車 un boicot a la cita que secundaron 55 pa赤ses, por lo que s車lo participaron 80. El olimpismo, hu谷rfano de muchas de sus principales figuras, agarrado a fogonazos incre赤bles de atletas del Este (Marita Koch, Jarmila Katrochvilova...) que galopaban subidos a los lomos de programas de dopaje de Estado, estaba herido de muerte. Sin el escaparate de la televisi車n en buena parte de los pa赤ses m芍s avanzados del mundo. Enredado en una pol赤tica que pervert赤a los valores (y la econom赤a) del olimpismo.
Thatcher no quer赤a ver brit芍nicos en Mosc迆, pero el Comit谷 Ol赤mpico del Reino Unido, forzado por la opini車n p迆blica y los protagonistas, dej車 libertad a sus deportistas para decidir si se un赤an al boicot o, por el contrario, decid赤an no tirar cuatro a?os de su preparaci車n por la borda y buscar los laureles. Sebastian Coe, el conservador, y Steve Ovett, el contestatario, coincidieron en que no pod赤an dejar pasar la oportunidad.
Y salvaron los Juegos.
Pat Butcher, periodista brit芍nico que buce車 en las vidas de Coe y Ovett para escribir el libro 'The perfect distance' (La distancia perfecta) sobre la rivalidad de los dos atletas, resumi車 en un art赤culo para 'El Pa赤s' c車mo era su relaci車n. Y c車mo cada mitad del Reino Unido se aline車 con uno de los dos.
"Coe y Ovett estaban tan profundamente unidos como el bacon y los huevos en un desayuno ingl谷s y eran tan famosos como Laurel y Hardy. Y como Laurel y Hardy, su poder de fascinaci車n, aparte de en su capacidad para batir r谷cords -17 marcas mundiales en total- resid赤a en su diferencia de car芍cter. La realidad era bastante diferente a la imagen p迆blica", defini車 Butcher.
"Busca en tu contrario a tu complementario", reza un proverbio chino. Y as赤 acabaron cruz芍ndose las historias de las dos bestias del atletismo que deslumbraron sobre la pista del Estadio Lenin, ahora Luznikhi.
Seb Coe se present車 en Mosc迆 con 23 a?os, 1,77 metros y 54 kilos. Representaba al 'establishment' brit芍nico, a las clases medias y altas. Hab赤a nacido en el londinense Queen Charlotte's and Chelsea Hospital. Hijo de un ingeniero que pronto traslad車 a la familia a Sheffield y de una actriz. Con una hermana en el Royal Ballet. Con un pensamiento conservador, del molde tory de Thatcher a la que 'traicion車' para ir a correr a la Uni車n Sovi谷tica contra su opini車n.
Por el contrario, Steve Ovett, un muchachote de 24 a?os, se alzaba sobre 1,83 metros y pesaba 70 kilos. Un zapador de piernas poderosas, atronadoras sobre la pista, fort赤simo. Ovett, hijo de madre adolescente, se hab赤a criado en el mercado central de Brighton, la iconoclasta ciudad del sur de Inglaterra, donde su familia regentaba un colmado. Lo m芍s opuesto a Coe. Su esp赤ritu era revolucionario. Tanto, que incluso a veces corr赤a con una camiseta que le regal車 el fondista sovi谷tico Vladimir Abramov con la hoz y el martillo en la pechera.
La personalidad de Coe, y tambi谷n su carrera, la forj車 su padre Peter. Un hombre r赤gido y autoritario que empe?車 parte de su vida en construir a un atleta 迆nico, que flotaba sobre la pista. Ovett se levant車 solo. Libre y provocador.
Eran un tren de alta velocidad, elegante, frente a una pesada locomotora, humeante y arrolladora. Dos personalidades, dos formas de enfrentarse a la vida, destinadas a chocar.
Coe y Ovett. Ovett y Coe. Juntos, pero pocas veces revueltos. Fueron los dominadores de los 800, los 1.500 y la milla. Pero desde la distancia. S車lo se midieron siete veces sobre una pista (4-3 para el primero), y una de ellas fue de adolescentes en una carrera de cross. Tanto se tem赤an (y quiz芍 tambi谷n admiraban) que evitaban enfrentarse, lo que aliment車 la expectaci車n ante los Juegos. Fuera de una cita ol赤mpica, s車lo corrieron juntos en esa competici車n infantil y otra vez al final de sus carreras.
Cada uno de ellos miraba por el rabillo del ojo la evoluci車n del otro, convirtiendo al rival en una obsesi車n. Una vez, reconocieron que durante la comida de Navidad, pensaban en qu谷 estar赤a haciendo su antagonista: "Yo aqu赤 y 谷l seguro que entren芍ndose en estos instantes...". Una retroalimentaci車n que les hizo crecer.
En su trato con los medios, tambi谷n eran como agua y aceite. Ovett, tras ser calificado por un reportero como "antipatriota" por no querer participar en una Copa de Europa, decidi車 no hablar con los periodistas brit芍nicos. Coe, un consumado relaciones p迆blicas, cultiv車 con mimo el trato con la prensa. Siempre locuaz y educado. En la batalla de la opini車n p迆blica ganaba Coe. En la de los atletas, Ovett, que era tomado como espejo por muchos y que se desenvolv赤a como pez en el agua entre su gente. Seb Coe, sin embargo, siempre se mostr車 m芍s distante entre sus iguales.
Batieron r谷cords mundiales, engordaron su rivalidad en las distancias de 800, 1.500 y la muy 'british' de la milla en carreras que se celebraban en Oslo, Z迆rich o Florencia... Nunca uno contra otro, por lo que el mundo esperaba verlos frente a frente en unos Juegos.
Pese a 'premier' Thatcher, los dos se presentaron en Mosc迆 dispuestos a librar su particular batalla. Una guerra que acab車 trascendiendo al atletismo para redimir al olimpismo.
Seb Coe, el atleta ligero, era el dominador del 800, de las dos vueltas a la pista. Steve Ovett, el 'working class hero' de Brighton, arrollaba en el 1.500, donde no hab赤a perdido ninguna de sus 迆ltimas 45 carreras, en un espacio de tres a?os. Todo estaba destinado a ver coronarse a cada cual en su distancia. Pero...
"?Has corrido como un co?o!". La frase reson車 delante de mucha gente, en la conferencia de prensa, el 26 de julio de 1980. El autoritario padre de Coe abroncaba a su hijo despu谷s de haber sido humillado por Ovett, contra pron車stico, en el 800. Corri車 asustado, con el peso enorme sobre sus hombros de presentarse en la gran cita sin haber conseguido derrotar nunca a su compatriota, a su enemigo. La plata no era un consuelo. Coe hab赤a entrado en la curva final a una decena de metros de Ovett y no pudo remontarle. Hab赤a cedido el oro en su prueba a quien menos deseaba y, sobre todo, hab赤a perdido la guerra psicol車gica. Los tabloides brit芍nicos se cebaron con el perdedor.
La derrota removi車 el interior de Coe, encendi車 el alma calmada de un atleta calculador. Sac車 la bestia. Seis d赤as despu谷s, los dos se presentaron en la l赤nea de salida del 1.500. En unos Juegos devaluados, el mundo se dispon赤a a asistir a la destrucci車n de Coe a manos de Ovett en su prueba fetiche. La ABC estadounidense, pese al boicot, se sum車 a la fiesta y decidi車 emitir en directo la prueba. La 迆nica de todo el programa ol赤mpico que retransmiti車. Veinte millones de brit芍nicos tambi谷n se situaron delante de las pantallas.
Y, entonces, surgi車 Coe como un ave f谷nix, como un halc車n poderoso dispuesto a redimirse. A no quedar sepultado por Ovett. Entr車 en escena el alem芍n Juergen Straub, que tom車 el mando e impuso una carrera lenta (2:50 los primeros 800 metros). Lo ideal para que un atleta r芍pido como Coe guardara energ赤a. La sac車 en los compases finales. Adelant車 al alem芍n oriental en la 迆ltima curva, aguant車 el pulso y se lanz車 hacia el oro. Ovett fue bronce.
La imagen de Coe, con la mirada de loco entrando en meta, fue la foto de los Juegos. Su liberaci車n. Ah赤 recuper車 su vida y su carrera.
En los ?ngeles 1984, esta vez marcados por el boicot de la URSS, Coe gan車 los 1.500 otra vez, un hecho sin precedentes. Tambi谷n fue plata en los 800, donde Ovett, afectado tras Mosc迆 por episodios de asma, ya s車lo pudo ser octavo.
Entre los dos, dejaron 17 r谷cords del mundo, tres oros, dos platas y un bronce ol赤mpicos. Pero Coe sali車 vencedor de Mosc迆 y en la historia. Se convirti車 en imagen del olimpismo. Juan Antonio Samaranch, siempre agradecido, le reclut車 para la incipiente Comisi車n de Deportistas. Gan車 un esca?o en el parlamento brit芍nico en las filas 'tories', llev車 a la candidatura de Londres 2012 a la cima, asalt車 la presidencia de la Federaci車n Internacional de Atletismo tras los esc芍ndalos de corrupci車n de Lamine Diack y acaba de conseguir un puesto de miembro del Comit谷 Ol赤mpico Internacional. Ovett, sin embargo, pr芍cticamente se esfum車. Comenta atletismo para una televisi車n australiana. Fue el perdedor.
Nada fue igual tras los Juegos de Mosc迆 en 1980. Despu谷s de seis d赤as furiosos.