Norman Tweed Whitaker naci¨® en Philadelphia en 1890 en el seno de una familia acomodada. Hijo de Herbert Whitaker, un reputado profesor de Matem¨¢ticas en Pennsylvania, y de una campeona de whist, un juego de cartas muy popular, su infancia transcurri¨® como otro ni?o m¨¢s en Philadelphia hasta que a los catorce a?os Herbert Whitaker vio las cualidades de su hijo para el ajedrez cuando le dio sus primeras lecciones. No obstante, no fue la figura de su padre lo que hizo que Norman se decantase por el ajedrez si no Harry Nelson Pillsbury. El ni?o  qued¨® impresionado con el juego que hab¨ªa desplegado el maestro de Massachussets en unas partidas simult¨¢neas que disput¨® en Philadelphia en 1905.

La admiraci¨®n por Pillsbury era l¨®gica en un joven jugador de 15 a?os, especialmente tras haber presenciado una de sus exhibiciones. En ellas, sol¨ªa jugar simult¨¢neamente diez partidas de whist, diez de ajedrez a ciegas, mientras recitaba una larga lista de palabras que hab¨ªa ojeado brevemente unos minutos antes. La referencia no era mala, teniendo en cuenta que el ajedrecista de Massachussets se hab¨ªa impuesto, en 1892, al primer campe¨®n del mundo de ajedrez, el austr¨ªaco Steinitz.

No obstante, Pillsbury fallecer¨ªa un a?o despu¨¦s de que Whitaker presenciara su juego a causa de la s¨ªfilis que hab¨ªa contra¨ªdo en 1895, a los 23 a?os, cuando disput¨® el Torneo Internacional de San Petesburgo. De hecho, la enfermedad le impidi¨® hacer un buen papel en esa competici¨®n y supuso el principio de su decadencia f¨ªsica. Muri¨® en 1906, con 34 a?os.

Un gran maestro se apag¨®  mientras Whitaker comenzaba una prometedora carrera que le llev¨® a ser miembro del selecto Franklin Mercantile Chess Club. Este club de ajedrez era el segundo m¨¢s antiguo de Estados Unidos y fue fundado en honor a Benjamin Franklin. De hecho, representando a este equipo en 1907, Whitaker consigui¨® un impresionante triunfo sobre Lasker, que era en ese momento campe¨®n del mundo de ajedrez. Whitaker contaba entonces con tan solo 17 a?os. Pero esto no ser¨ªa su ¨²nico triunfo meritorio antes de terminar la Universidad. En 1913, con 23 a?os, se impuso al futuro campe¨®n de ajedrez, el cubano Capablanca.

Este joven de Philadelphia parec¨ªa predestinado a marcar una ¨¦poca en el ajedrez. Pero tambi¨¦n empez¨® a mostrar un car¨¢cter peculiar. En 1914, ret¨® a Marshall por el t¨ªtulo de campe¨®n de Estados Unidos, sin embargo, un desacuerdo en los t¨¦rminos econ¨®micos de la partida frustr¨® este encuentro. Whitaker que hab¨ªa obtenido los t¨ªtulos de Literatura Alemana, por la Universidad de Pennsylvania, y de Derecho por Georgetown, comenzaba a ser el hombre a batir para todos los jugadores importantes de Estados Unidos, sin embargo, para ¨¦l comenzaba a ganar m¨¢s importancia su otra 'afici¨®n', la delincuencia.

En 1916, estuvo un breve periodo trabajando como abogado en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos, pero poco a poco su actividad il¨ªcita empez¨® a crecer. En primer Lugar, el joven Whitaker tuvo claro que no quer¨ªa participar en la Primera Guerra Mundial, de hecho, durante el per¨ªodo en el que pod¨ªa ser llamado a filas se dedic¨® a moverse por todo el pa¨ªs para evitar que le llegara la papeleta de reclutamiento. Incluso lleg¨® a presentarse en una oficina militar justo al acabar la guerra y consigui¨® ser exonerado por un problema de visi¨®n evitando as¨ª cualquier incoroporaci¨®n posterior a filas. En esta ocasi¨®n, la jugada le sali¨® redonda.

No se sabe si esta situaci¨®n ¡®n¨®mada¡¯ que vivi¨® le dio la idea o ya se le hab¨ªa ocurrido antes, lo cierto es que junto a tres de sus hermanos y alg¨²n conocido m¨¢s ide¨® una forma de estafa a las aseguradoras automovil¨ªsticas, el modus operandi era sencillo: robaban el coche en un estado, lo llevaban a otro, reclamaban el pago del seguro a la compa?¨ªa y luego vend¨ªan el coche sustra¨ªdo. La idea de negocio era buena, el problema es que infring¨ªa la Dyer Act de 1919 que penalizaba este tipo de pr¨¢cticas. En 1921, fue detenido  por la infringir la Ley que imped¨ªa esta actividad junto a sus hermanas Dorothy y Hazel y su hermano Roland. De hecho, Whitaker no pudo disputar una partida contra Marshall por este arresto. Poco tiempo despu¨¦s, falleci¨® su padre Herbert Whitaker, en aquellos a?os corri¨® el rumor que su muerte vino provocada por el disgusto de la detenci¨®n de sus hijos, aunque nunca se pudo confirmar. Aunque resulta f¨¢cil de imaginar que un reputado profesor de Matem¨¢ticas, amante del ajedrez, lo ocurrido no era de su agrado. Despu¨¦s de varios recursos y artima?as legales para evitar su ingreso en prisi¨®n, en 1925 Whitaker entr¨® en la Penitenciar¨ªa de Leavenworth para cumplir una condena de dos a?os. Un a?o antes hab¨ªa sido apartado de la abogac¨ªa. Esta ser¨ªa la primera de varias estancias en diversas c¨¢rceles.

Despu¨¦s de su primera estancia en prisi¨®n, particip¨® en el primer Congreso de la Federaci¨®n Nacional de Ajedrez y lo gan¨®, a pesar de ello no volvi¨® a ser invitado, su pasado delictivo le empezaba a pasar factura.Tres a?os m¨¢s tarde Whitaker volvi¨® a comprobar que su fama como delincuente le volv¨ªa a lastrar en su progresi¨®n ajedrec¨ªstica. A pesar de que todav¨ªa ten¨ªa grandes resultados no fue convocado para la Tercera Olimpiada de ajedrez que se celebraba en Hamburgo. Sus protestas por la inclusi¨®n de otros jugadores con peor rendimiento no fueron bien recibidas. De nuevo, sus actuaciones delictivas ten¨ªan m¨¢s peso que su rendimiento en el tablero. Cada vez pesaba m¨¢s su mala fama fuera del ajedrez que sus excelentes resultados.

Pero sin duda, el caso Lindberg fue el que le devolvi¨® a la fama, para su desgracia. En esta ocasi¨®n sac¨® su peor lado. El 1 de marzo de 1932, el hijo peque?o del famoso aviador Charles Lindberg fue secuestrado en su casa. El rapto fue noticia nacional y todos los medios se volcaron en la b¨²squeda del menor. Norman Tweed Whitaker intent¨® sacar tajada de la dram¨¢tica situaci¨®n y aunque se encontraba en libertad bajo fianza en Florida tras haber sido encarcelado de nuevo por otro caso de fraude a las aseguradoras de autom¨®viles, se las ingeni¨® para salir del estado y llegar a Washington DC. Dado la atenci¨®n medi¨¢tica del caso, un viejo conocido suyo, el exagente del Departamento de Justicia Gaston Means, le propuso contactar con Evalyn Walsh McLean, rica heredera y coeditora de The Washington Post y hacerse pasar por un mediador para la resoluci¨®n del secuestro. Con anterioridad, Means ya hab¨ªa conseguido que la se?orita McLean le diera 104.000 d¨®lares a cambio de interceder en la liberaci¨®n del peque?o. Ni que decir tiene que los dos estafadores desconoc¨ªan qui¨¦n le hab¨ªa secuestrado y no era verdad que pudieran interceder. Esta vez Whitaker ten¨ªa que hacerse pasar por un mediador y reclamar 35.000 d¨®lares. La raz¨®n era que los secuestradores del ni?o no aceptaban 49.000 de los d¨®lares de la anterior entrega, por haber sido publicados sus n¨²meros de serie en el peri¨®dico. Si McLean aceptaba el segundo pago, Whitaker se compromet¨ªa a devolver los billetes `quemados¡¯ y al beb¨¦.

En esta ocasi¨®n, la coeditora de The Washington Post desconfi¨® y denunci¨® la situaci¨®n y Whitaker acab¨® nuevamente detenido, junto a su compinche. Lo m¨¢s dram¨¢tico del caso es que el beb¨¦ apareci¨® muerto y poco despu¨¦s se detuvo al asesino, un carpintero alem¨¢n. En el juicio, a la pregunta de la acusaci¨®n sobre el paradero del dinero estafado la primera vez, Whitaker contest¨®: ¡°No lo s¨¦ y me gustar¨ªa saberlo¡±. Al no estar implicado en el primer enga?o s¨®lo tuvo que cumplir 18 meses de condena por intento de extorsi¨®n, mientras que a Means lo sentenciaron a 15 a?os.

La reincidencia de Norman Tweed y la popularidad del caso hizo que le mandaran a cumplir condena al penal de Alcatraz. En ese a?o y medio en la famosa prisi¨®n de San Francisco, Whitaker tuvo tiempo para todo desde organizar huelgas hasta a hacerse amigo de Al Capone, el famoso g¨¢ngster de Chicago. Whitaker no tard¨® mucho tiempo en hacerse amigo de ¨¦l, no obstante, el ajedrecista volvi¨® a sacar su car¨¢cter y tuvo sus diferencias con el mafioso cuando este no quiso secundar la huelga que hab¨ªa organizado. La verdad es que, si Whitaker no ten¨ªa acierto eligiendo amigos, en esta ocasi¨®n tampoco parec¨ªa saber escoger enemigos. No obstante, el enfrentamiento no fue m¨¢s all¨¢ y poco tiempo despu¨¦s volvieron a amigarse, algo que le permitir¨ªa a Whitaker respirar m¨¢s tranquilo dentro del penal. No obstante, Norman Tweed Whitaker se empe?¨® en aumentar su ya amplia hoja de antecedentes penales, todav¨ªa estuvo entrando y saliendo de prisi¨®n hasta la d¨¦cada de los cincuenta por diversos delitos como el env¨ªo ilegal de morfina o los abusos a un menor.

Si bien es verdad que entre visita y visita a las diferentes penitenciar¨ªas Norman Tweed Whitaker no dejaba completamente de lado el ajedrez, hasta finales de la d¨¦cada de los 40 no volvi¨® a centrarse en el tablero, s¨®lo hab¨ªa perdido casi cuarenta a?os, su regreso a los torneos importantes le ense?¨® que ya todos sus rivales eran m¨¢s j¨®venes y aunque era bueno, la edad se notaba ya rondaba los 60 a?os. Sin embargo, comenz¨® a viajar por Estados Unidos buscando torneos menores de ajedrez que ganaba con facilidad y le permit¨ªan sobrevivir, tambi¨¦n se dedic¨® a la organizaci¨®n de torneos y entr¨® en contacto con el Log Cabin Chess Club de New Jersey que organiz¨® un viaje a Cuba para disputar un encuentro. Entre los jugadores que viajaron desde Estados Unidos, adem¨¢s de Whitaker particip¨® un joven de 13 a?os que ya empezaba a despuntar, su nombre: Bobby Fisher.

Cuando en 1965 la Federaci¨®n Internacional de Ajedrez le reconoci¨® como Maestro Internacional, Whitaker ya ten¨ªa 75 a?os pero todav¨ªa seguir¨ªa otra d¨¦cada, hasta su muerte en 1975, viajando en coche por Estados Unidos para disputar torneos de ajedrez de menor calado, ya no quedaba ni rastro de aquel prometedor jugador de ajedrez que hab¨ªa ganado de joven a Lasker y Capablanca y retaba a Marshall en un tablero. Sobre las andanzas delictivas de Norman Tweed Whitaker existe un libro titulado Shady side: The life and crimes of Norman Tweed Whitaker, chessmaster que fue escrito por John S. Hilbert.

Como legado, adem¨¢s de una vida de pel¨ªcula, deja un libro sobre ajedrez (365 finales selectos) y el sabor agridulce de pensar que Whitaker ten¨ªa todo en su mano para ser uno de los m¨¢s grandes y su ¡®mala cabeza¡¯ le llev¨® a ser m¨¢s conocido por sus fechor¨ªas que por su buen hacer en los tableros de ajedrez.