Alex Ovechkin y la Stanley Cup, borrachos por Washington
La gran estrella de los Caps est¨¢ en plena fiesta "non stop" por la capital de Estados Unidos con el t¨ªtulo recientemente conseguido de la NHL.
La Stanley Cup tiene la peculiaridad de que es el trofeo que m¨¢s kil¨®metros ha hecho del deporte norteamericano. Dir¨ªa mundial, pero a saber, as¨ª que me quedo con la certeza de que en Estados Unidos es, incontestablemente, la gran copa viajera. Esto se debe a que el campe¨®n de la NHL posee, f¨ªsicamente, el mastod¨®ntico premio durante todo un a?o y, despu¨¦s, lo pasa al siguiente ganador; esto es: s¨®lo hay una Stanley Cup.
Adem¨¢s, desde 1995 existe la tradici¨®n no escrita de que cada miembro del equipo tiene el derecho a poseer la copa durante 24 horas tras el triunfo. Eso hace, por supuesto, que cada cual haga de su capa un sayo y se lleve el trofeo a los m¨¢s variopintos lugares y situaciones.
Se estima que la Stanley Cup ha superado los 640.000 kil¨®metros. De su copa superior han bebido champ¨¢n, cerveza y cualquier tipo de alcohol imaginable cientos de jugadores. Se ha ca¨ªdo y abollado en innumerables ocasiones. Se ha llegado a desayunar cereales con leche en ella. Y, sin embargo, es probable que la gran prueba de fuego de la Stanley Cup viajera haya llegado este mismo a?o.
Porque Alex Ovechkin, gran estrella de los Washington Capitals ahora campeones, por fin ha podido cumplir con el ritual sagrado y supremo de su deporte. El ruso m¨¢s famoso de Washington no ha escondido, ni durante los playoffs ni al acabar los mismos, que le obsesionaba poder ganar la NHL. Trece largos a?os siendo de los mejores y cayendo demasiado pronto en la lucha por el anillo. Nunca ha ocultado sus frustraciones, sus miedos, su parte m¨¢s vulnerable y humana en relaci¨®n con el triunfo. Y, por eso, tampoco oculta ahora su extrema felicidad.
En sus 24 horas con la Stanley Cup, Alex Ovechkin no se ha privado de nada y ha dado a Washington lo que la ciudad estaba esperando: borracheras y felicidad desmedida por un t¨ªtulo, y un h¨¦roe, al que quieren todo lo que se puede querer por esos pagos.
Le vimos llegar en plena resaca, casi sin dormir, al partido de los Washington Nationals de la MLB para lanzar el pitch de honor ante una afici¨®n entregada. Su fiel escudero y amigo de tantos a?os, Nicklas Backstrom, dijo que fue el ¨²nico instante es que pudieron apartarle de la copa, porque con ella no pod¨ªa lanzar, claro. A¨²n as¨ª, tuvo que hacerlo dos veces:
A mitad de partido, y con la bola en juego, a Ovechkin le apeteci¨® recordar lo que acababa de ganar:
?Que te vienen a entrevistar? Pero, hombre, ?no ves que estamos que nos tenemos en pie? Un poquito de "We are the champions" y asunto arreglado:
Para beber de la Stanley hay que tener esta clase:
Cualquier fuente de Washington es buena para seguir la fiesta:
Y la acompa?ante en la cama, por supuesto, la que todos imagin¨¢is: