El semillero constante de la marcha
Empieza a agotarse el calendario de la piscina y arranca el del atletismo, que ha deparado buenas noticias para el equipo espa?ol, frecuentemente beneficiado por la cosecha de sus marchadores. Mar¨ªa P¨¦rez (plata) y ?lvaro Mart¨ªn (bronce) mantienen una tradici¨®n que empez¨® gestarse el siglo pasado, en la d¨¦cada de los 70. Sin ¨¦xitos previos en las grandes citas del atletismo, Espa?a comenz¨® su escalada con Jordi Llopart a la cabeza, ganador de los 50 kil¨®metros en los Campeonatos de Europa de 1978, celebrados en Praga.
Pa¨ªs de fondistas se dec¨ªa entonces, y se dec¨ªa por el impacto de Mariano Haro en los Juegos de M¨²nich 72. Fallecido recientemente, Haro fue cuarto en los 10.000 metros. Peque?o, tenaz, duro de pelar, su estela tuvo el m¨¢s saludable de los efectos. El atletismo espa?ol, casi irrelevante en el concierto internacional durante el franquismo, perdi¨® complejos y gote¨® nombres aqu¨ª y all¨¢: los mediofondistas Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Manuel Abascal, el saltador Antonio Corgos (finalista en la prueba de longitud en los Juegos de Mosc¨² 80) o Domingo Ram¨®n, un valor seguro en el 3.000 obst¨¢culos. Y, por supuesto, los marchadores: Llopart, Mar¨ªn y, poco despu¨¦s, Garc¨ªa Bragado. Desde entonces, la marcha ha rendido grandes satisfacciones y muchos ¨¦xitos, un semillero de medallas que no se ha detenido.
?lvaro Mart¨ªn y Mar¨ªa P¨¦rez entraron en escena con los antecedentes necesarios para colocarles entre los aspirantes al podio. Respondieron a las expectativas y aliviaron el pesimismo ambiental de las jornadas previas. Con la marcha en las calles de Par¨ªs arranc¨® el atletismo, que desde hoy ingresar¨¢ en el Stade de France, el primer estadio que utiliz¨® las gradas m¨®viles con una funci¨®n multiusos. En cierto modo es la catedral francesa del f¨²tbol y el rugby. Al atletismo se le concede un rango especial en los grandes momentos. El Mundial de 2003 congregaba diariamente a 70.000 personas. Era una ¨¦poca donde se reservaba una atenci¨®n medi¨¢tica al atletismo muy superior a la actual.
En aquella edici¨®n emergi¨® un atleta que mantiene su condici¨®n de estrella. El keniano Eliud Kipchoge derrot¨® a las dos estrellas del momento, el marroqu¨ª Hicham El Guerrouj y el et¨ªope Kenenisa Bekele, en la final de 5.000 metros. Han pasado 20 a?os y Kipchoge regresa a Par¨ªs como el gran referente en el marat¨®n, por sus deslumbrantes registros y el aparato publicitario que le acompa?a. Le falta el t¨ªtulo so?ado: se le resisten los Juegos Ol¨ªmpicos. En la capital francesa dispondr¨¢ de su ¨²ltima oportunidad.
Todo indica que estamos ante unas excepcionales jornadas, presididas por lo que el atletismo necesita, no tanto estrellas, que las hay a mansalva, como duelos apasionantes: Warholm-Benjamin-Dos Santos en 400 vallas, Sydney McLaughlin-Femke Bol en la categor¨ªa de mujeres en la misma distancia, JakEl semillero constante de la marchaob Ingebrigtsen vs Josh Kerr en el 1.500, Mondo Duplantis contra el r¨¦cord del mundo en p¨¦rtiga, Sha¡¯Carri Richadson contra la joven Julien Alfred y la incombustible Shelly-Ann Fraser-Price en los 100 metros lisos, y as¨ª sucesivamente. Rara es la prueba que no presenta alicientes que van m¨¢s all¨¢ del dominio de alguna gran figuraza el texto.
Medallero de los Juegos Ol¨ªmpicos