Roc Oliva recuerda con una sonrisa su primer viaje con la Selecci¨®n espa?ola de hockey. Fue en agosto de 2007, con apenas 18 a?os, cuando Mauritz Hendriks, ahora el director general del Ministerio de Deportes de Pa¨ªses Bajos, confi¨® en este espigado todoterreno de Terrassa para el grupo que deb¨ªa competir en el Europeo de Manchester. A Oliva, "uno de los novatos", le hicieron responsable de lo que en el equipo se conoc¨ªa como un "bulto". Traducido al cristiano, el proyector con el que el seleccionador mostraba los v¨ªdeos.

"Me lo dej¨¦ en el restaurante del aeropuerto. Hice el viaje en avi¨®n creyendo que me iba a matar", explica ahora, 14 a?os despu¨¦s: "Hendriks me peg¨® una buena bronca¡­ Pero luego todos se rieron. Un compa?ero se dio cuenta y lo cogi¨®. El seleccionador era duro, pero emp¨¢tico y humano".

De aquella aventura juvenil a los Juegos de Tokio han transcurrido 14 a?os en la elite, repletos de contrastes, como la gran alegr¨ªa de la plata de Pek¨ªn 2008, el mal fario que le acompa?¨® a la Selecci¨®n en los Juegos de Londres 2012 o la espina de los cuartos de final perdidos en el ¨²ltimo minuto ante Argentina en R¨ªo 2016. Ahora, tras un ciclo en el que este abogado treinta?ero decidi¨® colgar el stick y volver para la cita ol¨ªmpica, las expectativas son totalmente distintas: "La sensaci¨®n que tenemos es que podemos lograr una medalla. No hay ninguna selecci¨®n a la que no podamos ganar. Tenemos una confianza absoluta en lo que hacemos", soslaya el internacional, que define este torneo como "mi ¨²ltimo baile".

Antes de su trayectoria inmaculada tanto en la liga espa?ola como en la holandesa, y de recorrer medio mundo gracias al stick, Oliva naci¨® predestinado a ello, como cualquier ni?o con antecedentes deportivos en Terrassa. Su padre, Jordi, fue ol¨ªmpico en Los ?ngeles 1984 y Se¨²l 1988. Palabras como hockey y stick formaron parte de su lenguaje infantil, por mucho que su abuelo se empe?ara sin ¨¦xito en transmitirle otras aficiones: "En casa ten¨ªamos un piano porque a mi abuelo le gustaba la m¨²sica. ?l quer¨ªa que mi hermana y yo toc¨¢ramos, pero nosotros lo utiliz¨¢bamos de porter¨ªa. Aprendimos a levantar la bola y a lanzarla contra la pata del piano".

Pese a que Oliva mostr¨® habilidades para otros deportes, como esqu¨ª, f¨²tbol o tenis, no hab¨ªa forma de despegarse del hockey, su pasi¨®n. Creci¨® en el Atl¨¨tic Terrassa ("los t¨¦cnicos eran muy did¨¢cticos") y en el verano de 1996 recuerda con nostalgia levantarse con su padre a¨²n de noche para ver las proezas de una selecci¨®n que se colg¨® la plata, idolatrando a jugadores como Xavi Arnau, que llevaba el dorsal 11 que tanto le entusiasma, o Pol Amat, con quien despu¨¦s compartir¨ªa habitaci¨®n en m¨²ltiples torneos: "Era gente normal y cercana. En el mundo del hockey todos son conscientes de que necesitamos hacer las cosas diferentes porque somos peque?os. Es un mundo muy sano".

A la sombra de Santi Freixa en el Atl¨¨tic Terrassa, Oliva fue haci¨¦ndose un hueco en la Selecci¨®n y con apenas 19 a?os lleg¨® a los Juegos de Pek¨ªn. "No me daba cuenta de la repercusi¨®n del evento, jugaba con normalidad, como si fuera un torneo m¨¢s". Esa mentalidad le ayud¨® a tener minutos en un campeonato memorable con un partido ¨¦pico ante Australia en las semifinales, cuando el equipo de Hendriks logr¨® remontar un 2-0 y meterse en una final 12 a?os despu¨¦s. "Lo recuerdo como algo emocionante. Jugu¨¦ poco pero daba igual, en aquel momento todos nos sentimos part¨ªcipes de aquello".

Con las mismas expectativas lleg¨® la Selecci¨®n a Londres 2012. Pero all¨ª un serial de infortunios quebr¨® las opciones de pelear por una medalla. A la lesi¨®n de Freixa se sum¨® la de Amat, quienes no pudieron participar en el encuentro decisivo: "Tratamos de reinventarnos, pero acabamos agotados". Un sabor distinto al de R¨ªo, donde el equipo, ya renovado y con Fred Soyez de seleccionador, acudi¨® sin pretensiones y se qued¨® a un paso de las semifinales. "Perdimos con Argentina en el ¨²ltimo minuto por una jugada pol¨¦mica", recuerda Oliva.

Detr¨¢s de cualquier equipo que pretende alcanzar un ¨¦xito siempre hay un l¨ªder. En la Selecci¨®n espa?ola de hockey este es Fred Soyez, el seleccionador, que desde 2015 le va dando forma a una idea de juego, contra viento y marea, inflexible, como explica Oliva. "Los resultados no aparecieron a corto plazo, pero ¨¦l sigui¨® el plan y se fij¨® en la fotograf¨ªa final de lo que quiere. Tiene una visi¨®n amplia y un plan encaminado". El jugador desempe?a en el grupo el rol de nexo entre debutantes y veteranos, porque "me siento joven y tengo energ¨ªa".

La evoluci¨®n de la Selecci¨®n se comprob¨® en el pasado Europeo de 2019 en Amberes (B¨¦lgica), cuando consigui¨® colgarse la plata (desde 2008 no se lograba un podio internacional) despu¨¦s de ganar en las semifinales a la todopoderosa Holanda. La mezcla de la nueva generaci¨®n con los que llevan en el equipo desde hace una d¨¦cada, como David Alegre, Quico Cort¨¦s o Pau Quemada, ha dado paso a un grupo que a¨²na la "creatividad" y la "anarqu¨ªa", esa arma de doble filo "latina". "Por nuestra manera de jugar podemos cometer errores en momentos de alto riesgo. Estamos trabajando para minimizarlos", a?ade.

Cuando el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) decidi¨® suspender los Juegos Ol¨ªmpicos la primavera anterior, varios jugadores de la Selecci¨®n cambiaron de planes. Entre ellos Oliva, quien ten¨ªa previsto colgar el stick el pasado verano. El cuerpo t¨¦cnico tuvo adem¨¢s que redireccionar los objetivos y el plan de trabajo, y opt¨® por inmiscuir en el proyecto a los propios jugadores. "El objetivo fue descansar mentalmente de la parte f¨ªsica y estar en contacto y generar ilusi¨®n. Nos hicieron part¨ªcipes del plan. Dise?amos entre todos un DAFO y nuestra manera de trabajar es ahora distinta", a?adi¨® Oliva, que espera unos Juegos "diferentes", centrados en la "competici¨®n" y no en el "show" que lo rodea y que ¨¦l ya lo vivi¨® en los Juegos de Pek¨ªn, hace 13 a?os.

En Tokio, Oliva buscar¨¢ despedirse con una medalla y con un r¨¦cord junto a los compa?eros que ya vivieron Pek¨ªn 2008. Si logran subirse al podio igualar¨¢n el r¨¦cord de Pol Amat, ¨²nico espa?ol hasta ahora que posee dos medallas ol¨ªmpicas. "Es un aliciente, pero no por empatar a Pol. Es imposible compararme con ¨¦l, porque es de otra galaxia por todo lo que representa. Pero te hace ilusi¨®n. Ser¨ªa la mejor manera de acabar este ¨²ltimo baile".