La m¨¢s amarga de las victorias

Dos d¨ªas consecutivos con el ¨¦xtasis y la tragedia rondando por los estadios de Qatar. Dos grupos resueltos en una ruleta rusa apasionante, el anticipo de lo que viene con las eliminatorias. Uruguay y Ghana se citaban doce a?os despu¨¦s del episodio dram¨¢tico de Sud¨¢frica para continuar con viejas cuentas. Y tras instantes en que los africanos se ve¨ªan en la siguiente fase, los charr¨²as les quitaron el caramelo y lo chuperretearon a base de bien en su boca. Se pusieron con 0-2, era el billete a octavos. Eso s¨ª, contaban con que Portugal completara una buena faena. Al final fue faena como t¨¦rmino equivalente a punzada, no a trabajo. Quiz¨¢s se confiaron en exceso, porque estamos en el Mundial de la revoluci¨®n asi¨¢tica. Jap¨®n dio un golpe en la mesa ayer dentro del grupo de Espa?a y esta vez, Corea del Sur aplic¨® la misma medicina en el H. Dio un giro de 360 grados a la situaci¨®n. Australia tambi¨¦n pertenece a esa Confederaci¨®n. Uruguay fue muy cutre en las dos jornadas previas y cuando quiso ponerse osada, ya era demasiado tarde. Un fracaso de ¨¦poca. No le bast¨® el triunfo. Ni con reencontrarse al fin consigo misma. Estaba ante su en¨¦sima prueba de vida y se esmer¨® por agarrarla con u?as y dientes. Su falta de ambici¨®n en las jornadas previas merec¨ªa un castigo, pero ?tan desgarrador? Las tinieblas los engulleron y cae el tel¨®n para una generaci¨®n irrepetible.

Total, que el 2-1 coreano, en el descuento de su partido ante los portugueses, lleg¨® en el instante en el que corr¨ªa el minuto 85 en el Ghana-Uruguay. Fue un momento devastador que no se lo desear¨ªa nadie a su peor enemigo. Apabullante secuencia de acontecimientos, una catarata de sensaciones indescriptibles. Diego Alonso hab¨ªa sacado del verde a parte de la artiller¨ªa, para proteger el 0-2, y tras el zarpazo coreano, les hac¨ªa falta un gol para recuperar el billete de los cruces. Peor lo ten¨ªa Ghana, que precisaba dos tantos, el empate, para alcanzar ese anhelo. Luis Su¨¢rez descansaba en el banquillo con el rostro cubierto por la camiseta, escond¨ªa la cabeza para llorar toda la pena que le ahogaba y com¨ªa por dentro. Se ol¨ªa el batacazo hist¨®rico. Una leyenda as¨ª, a un gol de ser el m¨¢ximo anotador charr¨²a, en poder de M¨ªguez, no se merec¨ªa semejante broche. Con 35 a?os, no ten¨ªa consuelo. Y el resto se ve¨ªa impotente ante una pared llamada Ati Zigi, el meta de los ¡®Black Stars¡¯ que neg¨® todos los disparos del tramo final. Cavani fue muy astuto en una carrera y se fren¨® para meterse entre su defensor y tratar de provocar penalti. Un disparo lejano de Maxi G¨®mez y una falta lanzada por De la Cruz fueron las ¨²ltimas intentonas. Ni por esas. Corea del Sur ve¨ªa en una pantalla el desenlace rezando por el pase. Luego permanec¨ªan en una hilera, abrazados. Las escenas de aflicci¨®n y la bronca de una Uruguay impotente comi¨¦ndose al ¨¢rbitro se entrelazaban con la fiesta asi¨¢tica. Pon¨ªan el colof¨®n a un partido que se recordar¨¢ en la eternidad de los Mundiales.

Cada cuatro a?os se destapan historias de estas donde conviven la apoteosis y el naufragio. Las l¨¢grimas suelen ser denominador com¨²n entre las selecciones africanas, pero esta vez se compartieron con los sudamericanos. Ghana y Uruguay son las capitales de la tristeza. Un amargo capricho del destino devolvi¨® a los ¡®Blacks Stars¡¯ a 2010, cuando en cuartos de final, un penalti en el ¨²ltimo minuto de la pr¨®rroga provocado por Su¨¢rez al despejar con la mano un tanto cantado no pudo ser convertido por Gyan y ese error condujo a la tanda de penas m¨¢ximas, donde los celestes salieron triunfantes. En un instante se?alado de traza similar, Andr¨¦ Ayew se encontr¨® ante Rochet en el 18¡ä. Pero rebobinemos lo que pas¨® previamente, que es importante. Dos minutos antes, Jordan Ayew dispar¨® desde la frontal del ¨¢rea y su hermano Andr¨¦ estaba por medio, en la trayectoria. El VAR describi¨® que no hab¨ªa fuera de fuego por el tal¨®n de un defensa. Rochet la par¨® de mala manera y dej¨® el cuero muy franco para quien la cogiera. Apareci¨® el omnipresente Kudus y el meta charr¨²a lo derrib¨® de forma clara. Lo certific¨® por si acaso el alem¨¢n Siebert en la pantalla a pie de campo. M¨¢s tarde se obvi¨® un posible penalti sobre Darwin N¨²?ez, pero el defensa roz¨® el bal¨®n antes de derribarle.

Todas esas acciones concatenadas conduc¨ªan inexorablemente al punto fat¨ªdico, que trat¨® de da?ar con pisotones un poco deportivo N¨²?ez, por lo que fue amonestado. La misma escena que en 2010. El destino a veces reserva estos giros diab¨®licos. Las piernas de Andr¨¦ Ayew, el ¨²nico superviviente de hace 12 a?os aunque en aquella cita contra los celestes estaba sancionado, temblaron a la hora de lanzar y envi¨® el cuero a las manos del portero. Posiblemente ese fue el ¨²ltimo aliento de Ghana, que bien es verdad que en la segunda parte mejor¨® sin los Ayew y con Semenyo y Sulemana. Addo apenas ha apreciado las virtudes de I?aki Williams, nunca han jugado para ¨¦l, y la presencia del punta del Athletic en Qatar ha sido espectral. Los representantes africanos suelen ser desorganizados e inocentes, una bendici¨®n en tiempos tan agarrotados y t¨¢cticos, pero tambi¨¦n una garant¨ªa de ruina cuando hay algo potente en juego. Atacaban con siete y defend¨ªan con tres. Bueno, lo de defender es un decir, porque su rigor atr¨¢s es manifiestamente mejorable. Otra cosa es en el frente atacante. Kudus es un jugadorazo y su clase impuls¨® al equipo hasta cerca de los octavos de final. Va a volar del Ajax muy pronto.

Uruguay domin¨® el juego y empez¨® a triangular de una forma insultante. Diego Alonso al fin se despoj¨® de los miedos. Sin margen para la prudencia, sin espacio para el temor, liberado de los complejos, su equipo mud¨® el temblor y los defensas apilados por entusiastas atacantes. Al fin era ese equipo que nunca desiste. Pero hab¨ªa estado en huelga demasiado tiempo anteriormente. Y merec¨ªa un escarmiento. Emergi¨® De Arrascaeta, un jugador de enorme calibre que imparte magisterio en el Flamengo brasile?o y, de hecho, es el mejor ¡®10¡ä del campeonato carioca. Hab¨ªa sido infrautilizado hasta este instante. Impuso sus goles y su pegada con la naturalidad de un conjunto desatado, para hacer un bello doblete tras un par de combinaciones corales. Nadie en el bando sudamericano lo ve¨ªa en la mano, se fiaban lo justo, porque siempre estuvo en el filo el otro duelo que tambi¨¦n les afectaba. Necesitaba un gol m¨¢s Uruguay para dejar de mirar de reojo. El 1-1 Corea le manten¨ªa en vilo, y el 2-1 desat¨® la congoja.

La selecci¨®n de Uruguay se despidi¨® del Mundial, eliminada en la fase de grupos veinte a?os despu¨¦s -tambi¨¦n cay¨® en esta ronda en Jap¨®n y Corea 2002- y por cuarta vez en su historia en el torneo de los torneos, porque tambi¨¦n le ocurri¨® en Chile 1962 y en Alemania 1974. Venganza de Ghana con respecto a Sud¨¢frica, pero fue una revancha desde la amargura propia. El todo o nada final les ten¨ªa deparado a los charr¨²as un saco vac¨ªo de fortuna. Y lleno de l¨¢grimas. Por ambos lados, pero m¨¢s incesantes por el bando celeste.