Zorrilla se convierte en un clamor contra Ronaldo y Pezzolano
La afici¨®n del Real Valladolid bram¨® contra el presidente ausente y contra el entrenador, a quien demand¨® su dimisi¨®n en su vuelta al verde.
Hubo un tiempo en el que a Zorrilla acud¨ªan 8.000 personas en Segunda Divisi¨®n, que eran llamadas ¡°los 8.000 de siempre¡±. A?os ha de eso; ahora, sin ir m¨¢s lejos, este domingo, acuden m¨¢s del doble (ante el Elche, 16.768) con la misma exigencia que hab¨ªa cuando estaban la mitad: el Real Valladolid, en esta categor¨ªa, est¨¢ obligado a todo. Ese todo, llamado triunfos, con un horizonte llamado ascenso, est¨¢ en estos momentos lejos, en distancia clasificatoria y tiempo. Y, por ello, Zorrilla se convirti¨® en un clamor contra la gesti¨®n en otro partido triste en el estadio.
Una hora antes de comenzar el partido contra el Elche eran apenas unos pocos centenares los que acud¨ªan a la llamada de la Federaci¨®n de Pe?as y del Fondo Norte para concentrarse contra esa gesti¨®n. Sin embargo, las protestas fueron poco a poco alcanzando un cl¨ªmax hasta ser mayoritarias, cuando no un¨¢nimes, al final del choque. Durante el transcurso del juego las hubo con ese ¡®pom, pom, pom¡¯ de la gota malaya; lo sufrieron jugadores como John, como Gustavo Henrique o como Kenedy al ser anunciados por megafon¨ªa y hubo sonido de viento en algunos instantes.
El empate termin¨® de rubricar la iron¨ªa que supone pitar al de blanquivioleta y aplaudir al de fuera, algo que ya hab¨ªa sucedido en esos intantes previos a que rodara el bal¨®n. Cuando los nombres y los rostros de Sergio Le¨®n y ?scar Plano aparecieron en el videomarcador, el recibimiento tendi¨® a la ovaci¨®n, como olvidando que tras el ¨²ltimo descenso Plano quiso tomar la misma direcci¨®n que otros este verano y que la salida de Le¨®n se produjo semanas el ¨²ltimo d¨ªa de mercado ydespu¨¦s de que negarlo (ciertamente, tras ser empujado a enfilar la puerta).
Como si el guion estuviera ya escrito, como si el Real Valladolid fuera el Titanic, todo el mundo sab¨ªa que el denostado delantero marcar¨ªa. Cuando lo hizo, se disculp¨®, y fue ah¨ª cuando fue aplaudido m¨¢s. Para la posteridad quedar¨¢n eso y c¨®mo se encar¨® con Monchu, compa?ero hasta hace diez d¨ªas, c¨®mo se revolc¨® por el suelo y provoc¨® la expulsi¨®n de un Joni Montiel al que no hizo falta estimular demasiado para que protestara tanto que vio dos amarillas seguidas y se fue al vestuario con la cara de enfado, s¨ª, pero tambi¨¦n del ¡°qu¨¦ a gusto me he quedado¡±.
Con su protesta, el de Vallecas se ahorr¨® el chorreo del final, que se dirigi¨® a un presidente ausente y a un entrenador retornado; a un Ronaldo que, en el caso de ver (o haber visto) lo sucedido desde Belo Horizonte se preguntar¨ªa, simpsoniano, si dec¨ªan ¡°Ronaldo, vete ya¡± o ¡°Ronaldo, vente ya¡±, y a un Pezzolano que es cada d¨ªa m¨¢s importante, por cuantas m¨¢s cr¨ªticas recibe. El t¨¦cnico charr¨²a, al fin, se atrevi¨® a decir que su equipo ser¨¢ aspirante al ascenso si es capaz de sacar la mejor versi¨®n de los varios futbolistas diferenciales que tiene (que s¨ª, los tiene), aunque si de la hinchada dependiera, ser¨ªa otro el que les sacar¨ªa -o intentar¨ªa sacar- ese partido.
Aunque no eran muchos los que le esperaban a la salida, s¨ª eran los suficientes (y m¨¢s teniendo en cuenta que era la una de la ma?ana) como para sentir el mensaje como reiterativo. Y es que, aunque ¡°es f¨²tbol¡±, como trat¨® de relativizar Pezzolano, la petici¨®n de que dimitiera se hizo tanto por parte de ese grupito, al que ofreci¨® unas explicaciones que sin resultados la afici¨®n entiende vac¨ªa, como previamente hizo una grand¨ªsima parte de las 17.000 almas que se congregaron en un estadio tantas y tantas veces tratado err¨®neamente de fr¨ªo y que lo que est¨¢ es caliente y temeroso por el porvenir de un equipo desorientado, al que el s¨¢bado volver¨¢ a exigir ganar.