Del Ciutat de Val¨¨ncia a la zona cero de la cat¨¢strofe
AS acompa?a a una de las furgonetas de reparto de material y v¨ªveres que desde el estadio del Levante se llevan a los pueblos afectados por la DANA.

Comienza a caer la noche en Valencia. El Levante, como el Valencia o el Valencia Basket, lleva d¨ªas volcando todos sus esfuerzos y recursos en una acci¨®n solidaria sin precedentes en la entidad para ayudar a los damnificados por la DANA. La cat¨¢strofe ha devastado 69 municipios valencianos, dejando a su paso hogares destruidos y calles irreconocibles. Impresiona y abruma vivir desde dentro la labor del club en el punto de recogida y distribuci¨®n establecido en el Ciutat de Val¨¨ncia, donde todos los estamentos del Levante arriman el hombro para sacar adelante la labor que se acumula d¨ªa tras d¨ªa, de sol a sol. Desde el presidente, Pablo S¨¢nchez, hasta el ¨²ltimo trabajador.
El f¨²tbol ha pasado a un segundo plano y, mientras el equipo se ejercita en el estadio hasta que se recupere la Ciudad Deportiva de Bu?ol, afectada por lo sucedido, lo importante es lo que ocurre en las entra?as del Ciutat de Val¨¨ncia. Camiones y veh¨ªculos particulares llegan a lo largo de todo el d¨ªa para abastecer de material el improvisado punto de recogida, que se ha convertido con el paso de los d¨ªas en uno de los puntos de referencia de la ciudad. Personas a pie llegan cargadas de provisiones y los voluntarios se cuentan por cientos, todos dispuestos a echar una mano en lo que sea necesario. Incluso algunos damnificados se acercan al estadio en busca de suministros. El Levante, aprovechando estas l¨ªneas, hace hincapi¨¦ en la necesidad de hacer llegar productos de limpieza, desde lej¨ªa, detergente para lavadoras, guantes, palas, cubos, ropa de trabajo y zapatillas.

AS tiene el privilegio de vivir en primera persona la jornada de trabajo, desplaz¨¢ndonos hasta Picanya con una furgoneta del club para abastecer a un centro de tercera edad, la residencia Amelia Piedras Mill¨¢n, situada en el epicentro de uno de los municipios m¨¢s afectados por la tragedia, al lado del Ayuntamiento. ¡°Esto ha sido un tsunami, una calamidad. Algo como esto no nos ha pasado nunca y es terrible¡±, explica a AS Pepe Almenar, alcalde de Picanya, quien no puso pega alguna cuando nos acercamos a conocer la realidad del pueblo.
?scar Mart¨ªnez, un trabajador de la empresa del presidente Pablo S¨¢nchez que se encuentra en su baja por paternidad, se encarga del traslado. ¡°Me llam¨® Pablo, el presidente del Levante, trabajo con ¨¦l en su empresa, justamente estaba de baja paternal y me llam¨® por si pod¨ªa echar un cable. Sin dudarlo he acudido a su llamada para ayudar en todo lo que pueda¡±, cuenta ?scar, jienense afincado en Valencia desde hace ocho a?os que ha hecho un receso en su permiso de trabajo, cuando estaba a punto de cumplir las seis semanas obligatorias e ininterrumpidas, para sumarse a la causa.
A nuestro lado, Miguel Mir¨®, director de Desarrollo de Negocio del Levante, que tambi¨¦n se ha sumado al trayecto pese a las jornadas interminables que se suceden d¨ªa tras d¨ªa en la entidad. ¡°La gente se ha volcado y estamos todos con los nervios a flor de piel. Llevo varios d¨ªas trabajando en el estadio y salir a las zonas afectadas se hace duro, pero desde luego que es muy agradecido. La gente lo necesita¡±, afirma Miguel durante el desplazamiento.
Con una furgoneta del club cargada de material de limpieza, todo tipo de enseres, y comida preparada nos desplazamos a una de las zonas cero de la provincia custodiados por los cuerpos de Aduanas, que se suman al convoy para abrir paso por la carretera de camino a Picanya. Un municipio cuyos accesos han quedado devastados, con cuatro de las cinco pasarelas que un¨ªan los dos m¨¢rgenes del barranco del Poyo desparecidas por la fuerza de la crecida.
A medida que nos acercamos, el paisaje se vuelve desolador. Las calles siguen cubiertas de fango, los coches apilados y golpeados por la fuerza de la naturaleza, mientras cientos de voluntarios inician su camino de regreso a casa tras horas de trabajo en la localidad. Es d¨ªa laborable, pero los ciudadanos siguen volcados en la labor de ayuda, y los efectivos especializados, desde el ej¨¦rcito hasta los cuerpos de bomberos, van creciendo en n¨²mero con el paso de los d¨ªas.
¡°La gente ha ido sacando todos los destrozos de sus casas, los bajos han quedado devastados en toda la poblaci¨®n. Hab¨ªa miles de voluntarios que nos met¨ªamos en las casas y se ha hecho una labor extraordinaria, pero queda mucho trabajo todav¨ªa. Dentro de la calamidad, ahora estamos quitando la basura, sacando los coches y todos los enseres que se acumulan en la calle. Todas las plantas bajas van a perder todo¡±, detalla el alcalde Almenar, que recalca que ¡°la llegada de los servicios profesionales facilita las cosas¡± pese a que todav¨ªa queda mucho por hacer. ¡°El desastre es absoluto, pero queremos estar al m¨¢ximo con el pueblo, con nuestra gente, con la gente de Picanya que nos necesita y que necesita que avancemos al m¨¢ximo para llegar a una cierta normalidad¡±.
Llegados a la residencia, los trabajadores reciben el env¨ªo con los brazos abiertos, coordinados con la polic¨ªa de Aduanas, que gu¨ªa el trayecto desde la salida del estadio. Sorprende lo que puede caber en una sola furgoneta. Aqu¨ª todos ayudan, a los trabajadores del centro de la tercera edad se suman los chicos de Aduanas, ?scar, Miguel y un servidor, pese a tener que documentar la solidaria distribuci¨®n. Toda mano es necesaria.

Al d¨ªa siguiente, nos llega un mensaje de agradecimiento. ¡°Much¨ªsimas gracias por todo. Lo hemos repartido con los vecinos y con madres jovencitas a las que les hac¨ªa falta pa?ales¡±, escribe Secun, una de las trabajadoras del centro. El pueblo salva al pueblo.
Realizado el reparto, tomamos el camino de vuelta. No sin antes hacer una parada para repartir bocadillos para los que est¨¢n doblando esfuerzos en estos d¨ªas, en este caso un cuerpo de bomberos que los reciben de buen grado mientras trabajan en una de las calles destruidas en medio de la localidad. Llegamos al Ciutat de Val¨¨ncia cerca de las ocho de la tarde; en condiciones normales, estar¨ªa todo preparado para albergar el Levante-M¨¢laga previsto para la noche del lunes, pero el f¨²tbol ahora poco importa. El pueblo valenciano sigue devastado. La labor incansable del Levante contin¨²a.
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