Un Rayo de cuento: ¡°Es un club de continuos milagros¡±
¡®As¨ª naci¨® el Rayo Vallecano¡¯ repasa el siglo de historia del club y la de su autor, Fernando Corella, que aprendi¨® a dibujar de ni?o en el estadio. Felines, Wilfred, Isi... salpican unas p¨¢ginas repletas de ¡°valores¡±.


?rase una vez un cuento sobre la vida del Rayo, que ha visto la luz con motivo de su centenario. El dibujante Fernando Corella es el autor de As¨ª naci¨® el Rayo Vallecano (?ride Ediciones, 2024), un repaso por los cien a?os de historia del club y por la suya propia, porque hay mucho de Fernando en este libro. ?l vivi¨® en la Colonia San Francisco Javier ¡ªcerca del antiguo cine Par¨ªs¡ª desde los cuatro a?os hasta que se cas¨® y estudi¨® en el Gredos San Diego. En el estadio de Vallecas aprendi¨® a dibujar, gracias a su padre, Fernando. Las primeras p¨¢ginas de esta obra son las de su vida. ¡°Es un cuento m¨¢s para los abuelos que para los nietos. Tiene la est¨¦tica de aquellos de Ferr¨¢ndiz y sirve de homenaje para quienes han transmitido los valores del equipo a lo largo de este siglo¡±, explica a AS, mientras detalla qu¨¦ mensajes salpican sus p¨¢ginas: ¡°Est¨¢n presentes la solidaridad, la fidelidad, la perseverancia, el esfuerzo... El Rayo es un club de continuos milagros. Ha salido adelante luchando, como el barrio¡±.
Por el cuento desfilan diferentes iconos rayistas, como do?a Prudencia Priego y la familia Huerta, Pe?alva, Felines, Wilfred, Isi Palaz¨®n... Tampoco pod¨ªan faltar el Rayo Femenino y el Genuine. El proyecto de Fernando Corella toc¨® las puertas del club gracias a Javier Portillo, miembro de la secretar¨ªa t¨¦cnica, y apenas unas horas bastaron para que Javier Mart¨ªn, del departamento de marketing, descolgara el tel¨¦fono y se pusiera en contacto con el autor. ?l ha podido cumplir un sue?o. ¡°Conoc¨ª a Felines y ¨¦l me present¨® a mi ¨ªdolo de infancia... ?Iribar! Hasta le di la mano. Si me lo dicen de cr¨ªo, no me lo creo¡±, desvela con la emoci¨®n de un chaval. De ese que jugaba de portero, cuando tener un bal¨®n o una camiseta era un aut¨¦ntico privilegio, y que para ir a los partidos de la Franja, quedaba con sus primos en la esquina de los salones ¡®Sol y Aire¡¯. Entraban muy pronto para coger sitio, en el mismo ¨¢ngulo que los fot¨®grafos de La Hoja del Lunes. ¡°Ten¨ªa un pacto con mi padre. Si hab¨ªa goles, los dibujaba y si luego coincid¨ªa con la foto del peri¨®dico me daba una peseta para chuches. Como marcaban mucho, me llegu¨¦ a sacar un duro (risas). Al guardameta Sep¨²lveda y a Felines y Chufi, que jugaban por mi banda, eran a los que m¨¢s dibujaba¡±, confiesa.
¡°Conoc¨ª a Felines y ¨¦l me present¨® a mi ¨ªdolo de infancia... ?Iribar! Hasta le di la mano. Si me lo dicen de cr¨ªo, no me lo creo¡±
SUE?O
Este cuento es un ejercicio de memoria. ¡°Descubr¨ª que un primo de mi t¨ªa Mar¨ªa era Luis Gonz¨¢lez Rubio, quien puso el nombre de Agrupaci¨®n Deportiva El Rayo¡±, asiente Fernando, cuyo padre estuvo en el estadio de Vallecas cuando era un campo de concentraci¨®n en abril de 1939. ¡°Ten¨ªa 18 a?os y le dijo mi abuela de salir a buscar comida, fue as¨ª como le detuvieron. Me contaba que el terreno de juego era un barrizal y que les daban una lata de sardinas para cada seis... ?Pero qu¨ªtasela a un veterano! Hab¨ªa disputas por la comida. ?l se sent¨® en la grada y estuvo tres d¨ªas sin moverse del sitio para no perderlo. Un se?or se le muri¨® encima. A los tres d¨ªas le vieron unos primos y le llevaron unas lentejas. Se comi¨® medio perolo. Una vez comprobaron que no hab¨ªa hecho nada le dejaron marchar, pero nunca le gust¨® hablar de eso, ni de la Guerra Civil, ni de los bombardeos... De hecho, nunca quiso volver a sentarse en ese fondo sur donde hab¨ªa estado, el de Bukaneros. Ni siquiera entrar por aquella puerta¡±, recuerda el ilustrador.

El ambientazo del campo ¡ªde esos domingos con partidos matinales¡ª se refleja tambi¨¦n en su libro. Trazo a trazo. Vi?eta a vi?eta. ¡°Dec¨ªan la alineaci¨®n y luego anunciaban: ¡®A peseta, Casetas¡¯. Era la revista del Rayo y, entre los anuncios, estaban el de mi colegio y el del primer sitio donde trabaj¨¦, Reguero, una sastrer¨ªa a la que llevaba paquetes con 14 a?os. Por entonces, la grada de animaci¨®n eran las novias de los jugadores que se pon¨ªan en tribuna. Iban con minifaldas, con colores... en el barrio las chicas todav¨ªa no iban vestidas as¨ª¡±, afirma Fernando, que incluy¨® en el cuento al rojiblanco Leal, compa?ero suyo en el banco. El dibujante vio lucir la franja a Sanch¨ªs, Serena, De Felipe, Gento y Puskas en aquel amistoso contra el Girondins el 13 de junio de 1965 para celebrar el ascenso a Segunda. ¡°Estaban calentando y Puskas peg¨® un zambombazo que pens¨¦, madre m¨ªa, pobre portero¡±, r¨ªe Fernando, que lleg¨® a jugar de ni?o con otra leyenda vallecana, Lorenzo Benito.
Los textos de As¨ª naci¨® el Rayo pasan varios filtros, el de una pedagoga y el de sus cinco nietas. A todas ellas les lleg¨® la esencia. ¡°El Rayo es el equipo de las personas y la franja es su estandarte, por eso entiendo esa pelea por recuperarla. Es una lucha de nostalgia¡±, la define Fernando, inmerso en un nuevo trabajo relacionado con la entidad vallecana. Est¨¢ redibujando los escudos de las casi 80 pe?as que ha identificado y su objetivo pasa por certificar su a?o de creaci¨®n para ordenarlas. Adem¨¢s, en ese p¨®ster, incluir¨¢ las caricaturas de los jugadores m¨¢s legendarios. Ese se convertir¨¢ en su regalo de Navidad para el equipo y el barrio que le vio crecer. Ese que despert¨® su talento como dibujante y que evoca la amistad y la familia. Un sentimiento que pasa de generaci¨®n en generaci¨®n. De abuelos a nietos.
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