Una Cibeles at¨ªpica
Sin jugadores, rodeada de tr¨¢fico y la diosa, por momentos, azulgrana, pero la afici¨®n no fall¨® y abarrot¨® la celebraci¨®n del t¨ªtulo. Unas 10.000 personas.


Sin jugadores, con tr¨¢fico y hasta an¨¦cdota azulgrana. As¨ª fue esta Cibeles, at¨ªpica. Pero a veces las mejores fiestas son as¨ª, extra?as, imprevisibles. Esta, la de la 36? Liga, ser¨¢ recordada para siempre como una ¨²nica. Unas 10.000 personas dieron color a una celebraci¨®n que tendr¨¢ su convocatoria oficial el domingo que viene: ah¨ª s¨ª habr¨¢ autob¨²s, escenario... y trofeo. Como manda el protocolo. La de este s¨¢bado, extraoficial, ser¨¢ recordada como una verdaderamente poco ortodoxa. Pero fue. La Cibeles, queda comprobado, es algo innegociable: vayan o no hasta los mism¨ªsimos jugadores.
? Y la Cibeles se ilumina de¡ ?Azulgrana? Extra?ez entre los presentes con el colorido de la diosa justo esta noche. Sigue llegando gente#RMLive #RealMadrid@sergiolopezdvhttps://t.co/B4gUC3OzZQ pic.twitter.com/HLohjBqmvB
— Diario AS (@diarioas) May 4, 2024
En la radiograf¨ªa de la fiesta salen muchos s¨ªntomas de algo poco com¨²n. Para empezar, porque esta naci¨® con pies de barro: las dos horas de tensa espera, hasta que termin¨® el envite en Montilivi, dejaron en el aire incluso su propia existencia. Cuando el Bar?a se puso 1-2, de hecho, el sentir fue de aplazamiento. No ser¨¢, no podr¨¢ ser. Brazos ca¨ªdos y miel en los labios. Pero no result¨® m¨¢s que la calma antes de la tempestad.
Porque en cuanto remont¨® el Girona, todo cambi¨®. Centenares de personas empezar a bajar por la Calle Alcal¨¢ y, de Recoletos, decenas coches de polic¨ªa preparados para contener las masas. As¨ª, poco superadas las 20:00h, silbatazo en Girona y preg¨®n en Madrid, a exactamente 600 kil¨®metros, ni uno m¨¢s. Campeones. Para entonces, m¨¢s de 2.000 personas ya estaban en Cibeles, responsables de iniciar una fiesta poco ortodoxa.

Entre tr¨¢fico y cl¨¢xones
Primero y m¨¢s importante, porque Ancelotti cumpli¨® su palabra y el equipo no se desplaz¨®. De hecho, ni un solo jugador se dej¨® ver con su veh¨ªculo particular, algo que la Polic¨ªa temi¨® por momentos: ¡°Como pase, la gente puede salir corriendo y tendr¨ªamos un problema¡±. ¡°Casa, tranquilidad y Bayern¡±, como dijo Carletto. Y segundo, porque el tr¨¢fico no se lleg¨® a cortar, lo que dio rienda suelta a una alfombra roja de veh¨ªculos que contribu¨ªan con cl¨¢xones. Sin parar. Rozando lo estruendoso.
As¨ª, sin jugadores y rodeados por el tr¨¢fico, los miles de aficionados que abarrotaron las aceras se las tuvieron que ingeniar para festejar. Pero lo hicieron. Nada detuvo el jolgorio, tampoco la an¨¦cdota de la noche: durante una media hora, la Cibeles estuvo iluminada por unos colores que, si no eran azulgranas, se le parec¨ªan mucho. Much¨ªsimo. Tanto, que ante lo viral de la imagen el propio Ayuntamiento tuvo que intervenir y ponerlas de color blanco. Inmaculado.

¡°?Xavi, qu¨¦date!¡±
Fue una Cibeles rodeada de episodios tan poco ortodoxos, que la har¨¢n inolvidable. Los aficionados entonaron desde el ¡°?Campeones!¡± hasta el ¡°?C¨®mo no te voy a querer!¡±, dejando entre medias recados al eterno rival. El m¨¢s sonado fue el ¡°?Xavi, qu¨¦date!¡±, cantado hasta m¨¢s de una decena de veces. La fiesta se extendi¨® hasta altas horas de la noche, aunque para las 23:00h la presencia de aficionados ya se hab¨ªa reducido. Empez¨® a menguar una celebraci¨®n que ser¨¢ recordada como aquella sin jugadores, con tr¨¢fico y una Cibeles, por momentos, azulgrana. Y que tendr¨¢ un bis: el pr¨®ximo domingo, la oficial. Con jugadores. Y con el t¨ªtulo.
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