Tchouameni refuerza el liderato

El Madrid jug¨® dos partidos en uno: el primero por inercia, el segundo por la Liga. Un afortunado gol de Tchouameni descorch¨® un encuentro que empez¨® mortecino y acab¨® en tiroteo, especialmente con la entrada de Vinicius, al que Ancelotti se hab¨ªa perdonado de salida para combatir la contaminaci¨®n ambiental. Agit¨® mucho el pleito, aunque no lo decidiera, pero dej¨® claro que est¨¢ listo para hacerlo en M¨¢nchester. Como Modric, al que es imposible apreciarle la decadencia. Y as¨ª el Madrid llega al Cl¨¢sico sujeto por un arn¨¦s de ocho puntos que le permite hasta equivocarse dos veces.

En semanas as¨ª, a un grande le resulta dif¨ªcil jugar los partidos por su orden, sin saltarse uno. Vale para los futbolistas y vale para el entrenador. Ancelotti recort¨® por la azotea y dej¨® en el banquillo a sus dos delanteros de cabecera. Explicable lo de Rodrygo, tocado y con un suplente, Brahim, casi de su altura. Discutible lo de Vinicius, que son¨® m¨¢s a evitarle un escrache anunciado que a preservarle el f¨ªsico. Son Moix fue el principio de esa especie de neurosis que de cuando en cuando le azota. All¨ª, hace un a?o, empez¨® en el suelo (diez faltas sufri¨®) y acab¨® en el limbo.

El cruce de la resaca copera del Mallorca y las v¨ªsperas europeas de Madrid dej¨® cinco cambios por cabeza. Ese baile de nombres devolvi¨® ef¨ªmeramente el mando del equipo blanco a Modric, pero, de salida, el croata no pudo darle el ritmo que necesitaba. Luego lo bordar¨ªa. Fue una salida lenta, aburrida, solo rota espor¨¢dicamente por alg¨²n zigzagueo de Brahim. En cierto modo era lo esperado.

Todos los equipos tienen su arte. El del Mallorca es llevar al adversario donde no quiere ir, especialmente en casa, donde pone la pelota y las reglas: partidos largos, pesados, trabajosos, ¨¢speros, antip¨¢ticos. El equipo est¨¢ construido para eso, desde Ra¨ªllo hasta Muriqi, atacante tan desali?ado como combativo al que Aguirre dej¨® solo en punta. Eso tiene el Madrid, la capacidad para intimidar antes de pisar el campo.

Bellingham topa con el palo

En ese laberinto se vio atrapado el Madrid, con Bellingham metido a mediapunta puro por la presencia de Joselu. El ingl¨¦s tuvo su primavera en invierno y ahora parece vivir su invierno en primavera. Todo, en realidad, resultaba primaveral, desde la temperatura a la astenia general. Falta de ¡®enery¨ªa¡¯, en la terminolog¨ªa de Ancelotti. La cosa le iba bien al Mallorca, que no pisaba el ¨¢rea del Madrid pero tampoco parec¨ªa echarlo en falta. Quemaba minutos sin sentirse presionado esperando que, en un momento, Muriqi le metiera la cabeza a cualquier pelota o sat¨¦lite que se le pusiese a tiro. A ¨¦l o a Ra¨ªllo, que a la salida de un c¨®rner meti¨® un testarazo picado que sac¨® Lunin como pudo casi sobre la l¨ªnea.

El lance despert¨® moment¨¢neamente un partido congelado. Fue tras la primera aventura que se le recuerda en tiempo a Tchouameni. Escap¨® de tres adversarios y le dej¨® la pelota en la frontal a Bellingham, cuyo disparo, m¨¢s colocado que potente, fue devuelto por el larguero. Todo sucedi¨® por el centro, la ¨²nica zona por la que probaba el Madrid, con las bandas cegadas por la alineaci¨®n de Ancelotti y la falta de iniciativa de Lucas V¨¢zquez y Mendy.

La velocidad es el alfa y el omega del f¨²tbol. Si desaparece, tambi¨¦n desaparece la distancia entre los contendientes y el valor de las plantillas pierde importancia. Eso suced¨ªa en Son Moix. Dos equipos en las ant¨ªpodas de potencial a la misma altura por la falta de alma del Madrid, confiado a la inercia de su escudo para ganar sin gasto. Bajo el sol de Palma estaba jugando en M¨¢nchester.

Nada pasaba y de la nada lleg¨® el gol que adelant¨® al Madrid. Despu¨¦s de un tirito de Bellingham rechazado por Rajkovic lleg¨® otro m¨¢s potente de Tchouameni que iba a un palo y acab¨® en el otro tras toque fatal en Morlanes, uno de los que fallaron penalti en La Cartuja. Hay semanas en que es mejor no levantarse. El franc¨¦s, en cualquier caso, merec¨ªa el honor porque era de lo m¨¢s potable del equipo blanco.

Modric, ovacionado

Sin ponerle casta?uelas a su juego algo parec¨ªa haber mejorado en el Madrid, m¨¢s metido en campo balear. En aquella fase Brahim se prepar¨®, con un esl¨¢lom, un mano a mano ante Rajkovic que gan¨® el meta. Al disparo le falt¨® colocaci¨®n. El Mallorca hab¨ªa adivinado entonces la notable diferencia entre defender y achicar.

De pronto, el muermo se hab¨ªa convertido en un partido de acci¨®n, porque Aguirre se ech¨® al monte con tres cambios audaces. Abd¨®n a?adi¨® un segundo punta, Darder afil¨® el mediocampo. El alboroto sigui¨® con la entrada de Vinicius por Brahim, al que Modric le regal¨® un gol. El malague?o traspapel¨® una pelota que merec¨ªa un remate de primeras. Un error de bulto. Con ¨¦l se fue Bellingham, enfadado con el mundo y posiblemente consigo mismo.

La irrupci¨®n de Vinicius fue estruendosa. En diez minutos, cuatro ocasiones. Se deb¨ªa algo en Mallorca. Fue un terremoto. En su cuarto intento dej¨® la pelota en pies de Valverde y sin portero. Lo salv¨® Nastasic, emboscado junto al palo. El siguiente milagro le toc¨® a Lunin, a zapatazo de Darder. Aguirre cambi¨® a defensa de cuatro y meti¨® un tercer nueve, Larin, ¨²ltimas maniobras correctoras sin resultado, aunque Muriqi la tuvo a puerta vac¨ªa en el ¨²ltimo segundo tras cante de Lunin. Antes, Ancelotti hab¨ªa retirado a Modric, ovacionado como en el Bernab¨¦u. Una leyenda del Madrid ya es una leyenda de todos.

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