Sucic remata la semana negra rojiblanca

Y eso que cuando comenz¨® el partido, el Atl¨¦tico pens¨® en el primer minuto que pod¨ªa dejar atr¨¢s su semana negra. Con todos los ecos del derbi y el 4-0 en Lisboa. Pero Simeone no encuentra ni el equipo ni el juego ni la flauta y Donosti fue otra taza: de tanto dejarle a sus rivales que lleven c¨¢ntaros a la fuente, se lo terminaron estallando encima. El punto con el que el equipo rojiblanco regresa a Madrid no cose nada. M¨¢s bien al contrario. Y eso que cuando comenz¨® el partido, Grizi y Juli¨¢n Alvarez hab¨ªan conectado para demostrarle al mundo que se est¨¢n engrasando y en las botas llevaban aguja y hilo. O eso cre¨ªan.

Un Gal¨¢n m¨¢s que recuperado para la causa, se la dio a Griezmann con un pase en largo que, de tac¨®n exquisito, el franc¨¦s sirvi¨® franco al argentino para que, con la izquierda, cosiera y cantara. El Cholo respiraba, aliviado. Lo malo es que ten¨ªa 89 minutos por delante para defenderlo. Porque eso fue lo que hizo. Ovillarse y moonwalker hacia tierras de Oblak. Lenglet no temblaba en sus primeros minutos como rojiblanco, bien en defensa y con el bal¨®n. Del regreso de Barrios, poco. El Atleti no ten¨ªa la pelota, regalando el cuero y tres cuartos de campo. Su ¨²nico juego comenz¨® a ser saques en largo de Oblak. Y ya. Su mapa de calor a los pies de Remiro daba fr¨ªo.

Y, mientras, en el ¨¢rea contraria, Zubimendi, que volv¨ªa a una Real con diez cambios con respecto al jueves, no dejaba de mover la batuta, Kubo corr¨ªa afilado en busca de espacios y Becker lo intentaba mucho pero siempre sin poes¨ªa y con un mismo final: o la muralla de espaldas rojiblancas o los guantes de Oblak, que han vuelto a embalsamarse en milagros. Lo demostr¨® en un doble remate en un c¨®rner, primero ante Zubimendi, ante el que vol¨®, y despu¨¦s de Aguerd, al que repeli¨® como siempre se recordar¨¢ que lo hac¨ªa Oblak. Puro reflejo y prodigio, rivales hartos de estamparse en su l¨¢tex. A pesar del control, y que el Atleti hubiese renunciado al cuero y al espacio, hasta el descanso, los de Imanol no pudieron materizalizar su dominio en m¨¢s ocasiones que otro disparo de Kubo, un latigazo por abajo, que, c¨®mo no, termin¨® en Oblak. Ayer de verde. Verde esperanza. Verde calma. Verde pesadilla para todos los jugadores de Imanol. Todos menos Kubo.

Porque el japon¨¦s es uno de esos futbolistas tocados con varita, capaces de cambiar el rumbo de un partido y, bajo la lluvia fina que iba cayendo en Donosti, iba sumando ataques por si alguno arraigaba. Cuando llueve algo siempre queda. Kubo fue protagonista del final de la primera parte y del inicio de la segunda, a la que salud¨® con un buen recorte en la frontal mal ejecutado. Zubimendi se mov¨ªa deslumbrante ante quien tanto le quiso este verano.

El partido segu¨ªa en la misma senda. La Real que apretaba sin ahogar. El Atleti que resist¨ªa con un Nahuel redimido, un Lenglet que iba a falta por jugada y un Gal¨¢n que ha sabido callar y esperar una oportunidad que merec¨ªa. Honor a todos los futbolistas que son como ¨¦l. Vivi¨® un duelo particular con Kubo en el que Grizi le ayudaba. El Atleti comenz¨® a gotear ocasiones despu¨¦s de que Oyarzabal se quejase de un pisot¨®n de Gim¨¦nez. Pero Nahuel remataba alto esa pelota que Grizi le hab¨ªa dejado franca al primer toque y una carrera en la que le falt¨® esa chispa de anta?o, en los tiempos en los que ten¨ªa el pelo del color de un daiquiri de fresa. La siguiente vez que Oyarzabal sal¨ªa en el plano, Gal¨¢n le birlaba el bal¨®n cuando ya ten¨ªa la pierna cargada para dispararle a Oblak a un metro. Si en el derbi se gan¨® minutos, ayer en Donosti pudo ganarse el sitio en ese carril zurdo al que ni Lino ni Roro terminan de atar.

El frenes¨ª y ocasiones dispares dominaban las ¨¢reas. La Real percut¨ªa, el Atl¨¦tico amenazaba a las contras. Pero, con los cambios, Simeone introdujo a De Paul por Gallagher y fue como ponerse una pistola en la sien. En uno de esos d¨ªas que sale sin tensi¨®n, el 5 le regal¨® a la Real una pelota en la salida y l¨ªo. De Oyarzabal a Sucic, que dispar¨® all¨¢ donde Oblak no llegar¨ªa: la escuadra. 1-1. Era el 83¡ä. La insistencia tuvo su premio. El Atleti no aguant¨® los 90. Kubo rasc¨® en cada carrera desde ese momento al final, llenando de nervios a un Atleti que se march¨® sintiendo que, aunque sumara un punto, en realidad perd¨ªa dos. Antes de este largo par¨®n de pensar.

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