En Zorrilla, qu¨¦ dulce es el sufrir rojiblanco

Los gritos. La primera diferencia fue esa. Que Zorrilla esta vez estaba llena de p¨²blico y no era como aquel d¨ªa de hace casi dos a?os, un oc¨¦ano de asientos morados. El Atleti regresaba por primera vez al estadio en el que se proclam¨® campe¨®n por ¨²ltima vez y, cuando pis¨® la hierba, ese grito ensordec¨ªa. Como los recuerdos. Aunque del pasado no se vive y, adem¨¢s de la primera nostalgia, pasar¨ªa en la tarde varios estados de ¨¢nimo. Entre nervios, muchos, como entonces.

Los dos equipos saltaron dibujados 5-3-2. Pezzolano cubr¨ªa la baja de Amallah con Aguado y cambiaba a Fresneda de banda. Simeone confiaba en los mismos que una semana antes. Solo tres del once de aquel Atleti que hab¨ªa sido campe¨®n en Zorrilla hace dos a?os estaban: Gim¨¦nez, Hermoso y Koke. El partido comenz¨® sin dominador claro pero con el Valladolid mejor, que se juega la vida y nada espolea igual. Algunos quiz¨¢ demasiado. Algunos como Monchu que empuj¨® y pis¨® a Lemar en el suelo nada m¨¢s comenzar el partido y en el 9¡ä ya ten¨ªa amarilla. El Atleti no terminaba de encontrarse.

Incapaz de dar tres pases seguidos, con las l¨ªneas demasiado arriba, buscando el fuera de juego de los delanteros del Valladolid, solo cuando la pelota pasaba por Grizi se hac¨ªa el silencio. Algo pod¨ªa pasar. La verdad es que emociona verle jugar. C¨®mo pide la pelota, la madura, la toca, mejora. Siempre dispuesto, siempre entregado, siempre en grande. Salt¨® a Zorrilla inspirando fuerte, porque aquella Liga del p¨¢rking le toc¨® verla en la tele cuando ya era consciente de que solo quer¨ªa volver al Atleti. Salud¨® al partido pronto: se introdujo en el ¨¢rea y busc¨® a Nahuel pero el peligro muri¨® en Fresneda. El franc¨¦s, sin embargo, ah¨ª dejaba ya su capa a modo de bandera. Durante unos minutos, Zorrilla volver¨ªa a ser un jard¨ªn rojiblanco.

Y eso que el Valladolid estaba en el partido. Plata muy activo, todos buscando la rapidez de Larin. Hasta que Gim¨¦nez recibi¨® un bal¨®n, condujo hasta el c¨ªrculo central y levant¨® la cabeza para enviarlo al desmarque de un Nahuel que ya corr¨ªa como con un ej¨¦rcito en las botas. Pinch¨® la pelota con el interior en el ¨¢rea y, patapl¨¢n, solt¨® un derechazo ante la salida de Masip. 0-1. Cuatro minutos despu¨¦s, el propio Gim¨¦nez cabeceaba a la red una falta botada por Grizi. Masip hab¨ªa salido de pu?os muy tarde y, cuando lo hizo, ya ten¨ªa sobre su cabeza un armario charr¨²a. Esa era la 11? asistencia del franc¨¦s esta Liga en la que nadie ha repartido m¨¢s, su bota es una fuente de la que brota generosidad a raudales. Antes del descanso llegar¨ªa la 12?, para un Morata que, si unos minutos antes hab¨ªa visto como Hongla le sacaba en la l¨ªnea una pelota, ahora marcar¨ªa a placer una pelota de Grizi. El Cholo se emocionaba porque ante sus ojos, su equipo, c¨®modo, ejerc¨ªa la contundencia que le gusta, de martillo pil¨®n. Pero entonces Grbic sali¨® de pu?os y Plata ca¨ªa en el ¨¢rea tras un un leve toque de Hermoso para que se acabara el recital. Mateu pit¨® penalti, que en ese ¨¢rea s¨ª se pod¨ªa. Larin lo meti¨®.

El casi del Valladolid, el regreso de la fiesta en Correa

La segunda parte comenz¨® con el Valladolid en tromba, que si mor¨ªa s¨®lo lo har¨ªa de pie. El Atleti le cedi¨® el bal¨®n. Comenzaba su resiliencia entre un juego romo, su jugar a que no se juegue. El Valladolid no dejaba de dar pasos hacia Grbic llevando el cuento del Lobo en las botas. Que viene, que viene. Iv¨¢n mand¨® un bal¨®n a la cruceta, Hongla, a la red, pero en fuera de juego. A la hora Pezzolano introduc¨ªa a Escudero y el lobo se hizo carne en Zorrilla. Asom¨® de fauces abiertas para llenar el banco del Cholo de nervios, como aquella tarde de hace dos mayos. El propio Escudero acortaba distancia con un cabezazo por la escuadra a la salida de un c¨®rner. 2-3. Y ansiedad, miradas inquietas al reloj y al marcador despu¨¦s de que Sergio Le¨®n enviara otro bal¨®n a la cruceta. Pero entonces uno de los h¨¦roes de aquellas, Correa, dijo: ¡°Se acab¨® el sufrir¡±, y regres¨® la fiesta. Si nada m¨¢s aparecer en el partido envi¨® un bal¨®n al palo, ahora buscaba a Memphis con un pase que Joaqu¨ªn intercept¨® para enviar a su red. Simeone lo celebr¨®, casi, como el punt¨ªn. O esa carrera de Memphis para el 2-5. Maradoniano, dribl¨® a tres rivales y lo marc¨® para que, el ¨²nico grito que se oyera en la noche de Zorrilla fuera el mismo que el de aquella tarde en el p¨¢rking: el rojiblanco.