Pepe Villalta, el ni?o que logr¨® la ¡®bendici¨®n¡¯ del Papa Francisco para el ascenso del Legan¨¦s en 2016
El pont¨ªfice recientemente fallecido protagoniz¨® una simp¨¢tica an¨¦cdota con un joven portero de la cantera pepinera, embajador por un d¨ªa del Lega en su misi¨®n de ¡®fichar¡¯ al papa Francisco para el ascenso blanquiazul.


En 2016 Asier Garitano, entrenador leyenda del Legan¨¦s, repet¨ªa con asiduidad una de sus muchas muletillas. Pero aqu¨¦lla se taladr¨® a fuego en la mentalidad colectiva de una ciudad que so?aba con el ascenso: ¡°Las casualidades no existen¡±, afirmaba para dejar claro que la opci¨®n de subir a Primera (como finalmente ocurri¨®) no fue un accidente celestial. Aunque quiz¨¢ s¨ª que cont¨® con algo de ayuda divina. Del papa Francisco, por ser m¨¢s exactos.
El recientemente fallecido Jorge Mario Bergoglio ¡®bendijo¡¯ a los pepineros en aquello del ascenso con la ayuda de un cr¨ªo de 15 a?os empecinado en lograr que Su Santidad ¡®fichara¡¯ por los pepineros. Jos¨¦ Mar¨ªa Villalta, Pepe Villalta como le conocen sus familiares y amigos, era entonces un joven portero, canterano pepinero y chaval de instituto seleccionado entre otros 299 estudiantes (entonces cursaba cuarto de ESO en el IES Julio Verne de Legan¨¦s) para acudir, dentro del programa Scholas Ocurrentes, a conocer al obispo de Roma en persona. ¡°Apenas supe que viajar¨ªa a Italia y que le conocer¨ªa, se me ocurri¨® una idea¡±, confesaba a AS hace una d¨¦cada, poco despu¨¦s de que se produjera el encuentro en el Vaticano.
Un plan y un desliz
Pepe, ahora preparador de porteros, pens¨® entonces que ser¨ªa una magn¨ªfica idea llevarle al papa Francisco, conocido futbolero e hincha mundialmente conocido del conjunto argentino de San Lorenzo de Almagro, una camiseta del Lega. Lo consult¨® con Dani Abanda, entonces jefe de comunicaci¨®n del club, y tras obtener luz verde, se llev¨® en secreto de Butarque una camiseta con el ¡®10¡ä a la espalda y el nombre de ¡®Francisco¡¯ para entreg¨¢rsela a Bergoglio. ¡°El de ¡®10¡ä de Messi, claro¡±, argumentaba entonces un jovenc¨ªsimo Villalta, nervioso a m¨¢s no poder el d¨ªa que se encontr¨® con su Santidad.

Tantos fueron sus nervios, que Pepe (con camisa blanca y corbata azul, como no pod¨ªa ser de otra manera) se le olvid¨® entregarle la camiseta al Papa¡ pero ¨¦l, echado para adelante, no dud¨® en pedir permiso para hacer de nuevo fila y, esta vez s¨ª, entregarle la zaparra al Santo Pont¨ªfice con el ¡®10¡ä a la espalda.
¡°Cuando se la entregu¨¦ le dije que era la de mi equipo, que soy arquero. No le dije que soy portero porque en Argentina ¨¦sos son s¨®lo a los que llamas para que te abran la puerta. Me cort¨¦ un poco, la verdad, pero ¨¦l estuvo muy cercano¡±, a?ad¨ªa aquel adolescente, protagonista de un gui?o de la historia del Legan¨¦s que, efectivamente, al final de aquella temporada toc¨® el ¡®cielo¡¯ del ascenso a Primera Divisi¨®n. Y aunque ¡°las casualidades no existen¡±, Pepe y su camiseta, qui¨¦n sabe, tambi¨¦n pusieron algo de ayuda divina para lograr el hito de ser, por primera vez en su historia, equipo de la ¨¦lite espa?ola.
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