Ni?os, el ¡®unocerismo¡¯ vale la Champions

A Fernando Morales. Pido perd¨®n a los ni?os por haber dedicado esta cr¨®nica a una persona mayor: tengo, sin embargo, una seria disculpa: esta persona mayor fue uno de los grandes amigos que ten¨ªa en el mundo del periodismo, un rojiblanco que desde el viernes habita en el tercer anfiteatro. No s¨¦ c¨®mo se ver¨¢ el f¨²tbol desde all¨¢ arriba, pero, desde aqu¨ª, la tribuna, en cuanto se le fue el gas del inicio, el equipo de Simeone se convirti¨® en otra digesti¨®n pesada hasta el grito del goool que amarraba la Champions, ya casi en la mano, ante el Celta. En otro ejercicio de esa forma de vida, ni?os, bendita: el unocerismo.

Ese Atl¨¦tico con m¨¢s abrigo en el dibujo 5-4-1 y con Griezmann de regreso que comenz¨® combinando ante un Celta dedicado a defenderse en su campo, que, como buenos gallegos, saben aguantar el chaparr¨®n. Los rojiblancos maduraban en la zona de tres cuartos sin que Correa, en una primera ocasi¨®n mansa, y despu¨¦s Lino dos veces y otra Riquelme, llegaran a romper el paraguas gallego. Los guantes de Guaita proteg¨ªan. Un portero que, tras parar por segunda vez ante Lino por bajo y con m¨¦rito, abroncaba a su defensa por permitir a tanto rojiblanco llegarle tan f¨¢cil. El Atleti robaba, desbordaba y disparaba. Pero tanto fue el c¨¢ntaro a la fuente que termin¨® qued¨¢ndose seco. Y sin resuello pronto.

Gir¨¢ldez, que fue ni?o en el Calder¨®n y por primera vez visitaba el Metropolitano como entrenador, centraba a Aspas con la intenci¨®n de que el Celta fuese algo m¨¢s que un paraguas. Funcion¨®. Comenz¨® a estirarse: asom¨® la nariz en el Metropolitano y comprob¨® que en realidad no llov¨ªa, que era un d¨ªa de sol. El Cholo reordenaba sus piezas porque atisb¨® el baj¨®n: Roro a la derecha y 4-4-2. De nada. A sus muchachos parec¨ªan pesarle quilates las piernas. El Celta segu¨ªa creciendo, que hab¨ªa visto como el C¨¢diz hab¨ªa ganado su partido y una victoria no era salvarse, pero s¨ª m¨¢s espuma en el colch¨®n que separa. Deambulaba Grizi y corr¨ªa Llorente como si sus pulmones pudieran insuflar aliento en los dem¨¢s. Le encontr¨® Koke una vez, con uno de esos pases que descerrajaron los tres centrales de Gir¨¢ldez, para que volviera a toparse el Atleti con Guaita. El partido se iba a la siesta, que era la hora, por mucho que los mayores cantaran y cantaran para despertar a los ni?os, los de la grada y el c¨¦sped. Pero segu¨ªa pasando nada o muy poco. Un despeje de Witsel en un c¨®rner, justo antes del descanso, se envenen¨® y oblig¨® a Oblak a palmearlo sobre el larguero. Fue la ocasi¨®n m¨¢s peligrosa del Celta en 45 minutos.

El partido regres¨® del descanso con Morata, Llorente en el carril derecho y Azpilicueta central pero las mismas sensaciones: ritmo trot¨®n rojiblanco mientras el Celta ten¨ªa el bal¨®n y su afici¨®n sub¨ªa la voz. Aspas lo celebr¨® a la hora de partido rematando seco en el ¨¢rea un pase atr¨¢s de Bamba que Oblak repeli¨® con puros reflejos. Los ni?os del Atleti descubr¨ªan esa canci¨®n, Obli, Oblak, que el Metropolitano comenz¨® a recitar alta mientras el Celta le buscaba un resquicio y el Cholo remov¨ªa su banquillo. Ora De Paul, ora Barrios. Pero fue la entrada de Memphis la que baj¨® de la luna al Atleti tras otra parada de Oblak ante Aspas.

Con los rojiblancos volcados en el ¨¢rea de Guaita, el portero sigui¨® alzando sus guantes como mejor repelente de agua. Primero desvi¨® con el pie un remate de primeras del neerland¨¦s y, despu¨¦s, con la u?a, una volea de Barrios que dej¨® un rato cimbreando su madera. Apretaba el Atleti con las botas de Memphis, que juega poco, pero cuando lo hace, envuelve cada acci¨®n de peligro. Roz¨® el gol con un disparo cruzado que se emborron¨® antes de que De Paul se arrancara de la bota esa genialidad al rechace de un c¨®rner: una volea desde fuera del ¨¢rea que estall¨® de una vez el l¨¢tex de Guaita. La celebr¨® primero abraz¨¢ndose a s¨ª mismo, despu¨¦s se?alando con los pulgares hacia arriba. Dedic¨¢ndoselo a todos esos ni?os en la grada y tambi¨¦n a los mayores que fueron ni?os en otro tiempo, porque, como escribi¨® Saint-Exup¨¦ry, todos lo han sido primero. Y hay una generaci¨®n que, con Simeone, nada sabe de descensos a Segunda o Intertotos, que solo conoce la Champions, ya casi en piedra, matem¨¢tica si gana en Getafe, dos puntos faltan. Ole, ole. Desde all¨¢ arriba, Fernando, seguro, t¨² lo estar¨¢s gritando tambi¨¦n.

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