Modric, acero inoxidable

La Liga, el Madrid y Modric siguen igual. Camino de los 40 a?os, la llama del croata no se apaga. Si acaso, se espacia. Un misil tremendo desde casi 25 metros abri¨® el camino de la victoria a su equipo en una tarde de tregua arbitral. Despu¨¦s de unas semanas en que el VAR se volvi¨® el bar, la afici¨®n blanca se desahog¨® contra los colegiados, pero abajo nada pas¨®. Cuadra fue invisible, papel so?ado por cualquier colegiado, y el Madrid debi¨® tomar nota de que a esto se juega mejor en son de paz. Por lo dem¨¢s, el equipo mantuvo el buen humor de la Champions y consolid¨® la sociedad Mbapp¨¦-Vinicius ante un Girona que hubo de jugar, por causa de fuerza mayor y plantilla menor, a lo que no le gusta: resistir y contragolpear. Solo al final recuper¨® su esencia, pero ah¨ª ya no est¨¢ Dovbyk para darle la raz¨®n.

A un paso ya de casi todo lo que importa, Ancelotti encontr¨® en el duelo contra el Girona un buen momento para los microdescansos. Eran esperados los de R¨¹diger y Valverde, que en febrero suma ya 45 partidos oficiales, lo que viene a ser casi Liga y cuarto, y obligado el de Bellingham, de penitencia por su ¡®fuck off/you¡¯ a Munuera. As¨ª que, en un d¨ªa con licencia para rotar, Alaba volvi¨® a ser titular con el Madrid 434 d¨ªas despu¨¦s. El austriaco es todav¨ªa un lienzo en blanco.

Alaba fue la nota emotiva de un partido que arranc¨® a toda mecha. En el caso del Madrid, por inercia, en la que se ha subido tras los dos partidos ante el City. En el caso del Girona, por vocaci¨®n. Han empeorado los jugadores, pero no han cambiado los principios. En un minuto, Arnau y Mbapp¨¦ ya apretaron a Courtois y Gazzaniga, respectivamente.

Un Girona obligado a resistir

Sin Bellingham, Ancelotti abri¨® a las bandas a Brahim y Rodrygo y sac¨® de la banda a Vinicius para doblar el frente de ataque con Mbapp¨¦. La pareja empieza a entenderse, incluso a quererse. Esos egos no parecen revueltos. Tambi¨¦n Michel toc¨® lo suyo. Present¨® una alineaci¨®n sobreprotectora, sin un nueve de referencia (tres ten¨ªa en el banquillo), con cinco defensas te¨®ricos, tres centrocampistas y dos extremos, aunque reordenados en un 4-2-3-1. Tarde de paraguas cuando arrecia la tormenta Mbapp¨¦.

El Girona se vio obligado a jugar a contra estilo. Si le quitan la pelota, le quitan la gracia. Un equipo obligado a proponer se ve¨ªa obligado a resistir frente a un Madrid proactivo, dominante, con buen ritmo de circulaci¨®n, metid¨ªsimo en campo contrario bajo la alta direcci¨®n de Modric, acero inoxidable. Era una ofensiva total, con los dos laterales muy altos y los dos medicentros casi al borde del ¨¢rea.

Esa marcha del Madrid encarcelaba al Girona casi en su ¨¢rea, aunque la producci¨®n de oportunidades no era exagerada: un cabezazo alto de Vinicius tras combinaci¨®n con Mbapp¨¦, un zapatazo sin ¨¢ngulo de Brahim que sac¨® Gazzaniga, un tiro alto de Modric... Y, sin embargo, la mejor ocasi¨®n hasta entonces fue catalana. Van de Beek, uno de los h¨¦roes de aquel Ajax que ech¨® de la Champions al Madrid de Solari, recibi¨® un pase excelente de Danjuma, pero una mano cambiada de Courtois le estrope¨® otra fiesta. El propio Danjuma puso de nuevo a Tsygankov frente al belga poco despu¨¦s. El ucraniano enganch¨® mal el remate. Al Madrid empezaba a olvid¨¢rsele defender. Y desde el banquillo lo ve¨ªa R¨¹diger, que en la plantilla no tiene nadie a su altura.

Aquellos dos arponazos marcaron un cierto cambio de tendencia en el choque, que se volvi¨® bidireccional ya camino del descanso. Es una propensi¨®n muy madridista perder la fe si no resuelve un partido en sus picos altos de juego. As¨ª que el supergol de Modric tuvo un gran efecto calmante. El croata mat¨® con el pecho un rechace de David L¨®pez, dej¨® botar el bal¨®n y de volea, con el empeine exterior y desde casi 25 metros, mand¨® un morterazo el¨ªptico a la red. No le miren la edad, porque corren el peligro de caer en su trampa.

La pareja fant¨¢stica

Para dar que pensar al Girona, en la segunda mitad Ancelotti mantuvo las piezas, pero cambi¨® su ubicaci¨®n. Rodrygo se fue a la derecha, Vinicius a la izquierda y Brahim qued¨® como segunda punta. Cualquiera vale para cualquier cosa en este ataque. El gran beneficiado fue Vinicius, casi imparable si le dan su banda y el espacio. En su tercera acometida desde ah¨ª acab¨® mandando un derechazo que toc¨® el larguero.

La pelota hab¨ªa comenzado a estar m¨¢s dividida; las oportunidades no. El Girona, especialmente desde la entrada de Arthur, fue m¨¢s reconocible en su juego de posesi¨®n y toque, pero a la vez qued¨® m¨¢s expuesto a los velocistas del Madrid, que a campo abierto multiplican su peligro.

A menos de media hora del final Michel cambi¨® el registro de su equipo. Como ya no era cuesti¨®n de resistir, meti¨® a sus dos jugadores m¨¢s creativos, Asprilla y Bryan Gil, y puso un nueve, Miovski. Ancelotti y el Madrid hab¨ªan empezado a volverse conservadores. Camavinga y Ceballos llegaron para apuntalar el centro del campo y el equipo comenz¨® a ser dominado por un adversario que hasta entonces se hab¨ªa mostrado inferior. El partido estaba vivo. En realidad lo dejaba vivo Gazzaniga, que sacaba un tiro de Mbapp¨¦ tras un control gal¨¢ctico a pase de Modric. Pero el Girona colgaba de un hilo y lo cort¨® una combinaci¨®n Mbapp¨¦-Vinicius que resolvi¨® el brasile?o para el 2-0. Esa pareja est¨¢ cargada de veneno. Est¨¢n en la transici¨®n de gal¨¢cticos a supersocios.

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