Memphis parte al Rayo

La noche que termin¨® en alto con los Memphis-Grizi comenz¨® con sorpresa. Porque en el f¨²tbol no hay demasiado pronto y Vermeeren, tres entrenamientos despu¨¦s, estaba en el c¨ªrculo central del Metropolitano listo para jugar. El calendario aprieta con tanto partido y finales en febrero, sin tiempo para milis. Con Paulista ya en el banquillo, el belga de 18 a?os era titular ante el Rayo. Siete eran los cambios del Cholo en un partido de rotaciones y caras B que se necesitan A. Hermoso y Reinildo, juntos. Correa y Memphis, arriba. Ese centro del campo in¨¦dito, con Barrios de pivote y el nuevo en el interior derecho intentando que la camiseta, y el partido, no le quedasen demasiado grandes.

Se presentaba el Rayo con las heridas de aquella noche de agosto en Vallecas, el 0-7, curada y remendada, y Francisco buscando la del Bernab¨¦u: Ratiu para hacer de Roro un mero alboroto sin tino, como aquella noche a Vinicius. Los primeros minutos fueron de un Rayo que ten¨ªa el bal¨®n, la velocidad y los robos. El Atleti sali¨® fr¨ªo como la noche de enero. Aturullado en pases y entregas, como si los jugadores del Cholo fuesen solo car¨¢mbanos repartidos por el c¨¦sped, sin movilidad alguna.

El Rayo, c¨®modo, hac¨ªa senda hasta Oblak. ?lvaro marcaba el camino hasta llegar a Reinildo, que pon¨ªa el candado como si nunca hubiese faltado al final de todas las jugadas. Y mientras Vermeeren se iba ajustando el traje (al campo, sus dimensiones y gente, desubicado y sin destacar pero tambi¨¦n sin esconderse), Barrios bailaba con el bal¨®n, con ruleta, giro y regate para irse de tres y subirle el volumen al estadio. Y dar de una vez calor a su equipo. Color. Sa¨²l resultaba ins¨ªpido y Correa parec¨ªa no querer marcar. Dos veces lleg¨® ante Dimitriesvki y, si en la primera le gan¨® el portero, en la segunda, tras regatearlo y que Lejeune le sacara en la l¨ªnea una pelota que pareci¨® entrar del todo, el VAR levant¨® el bander¨ªn: fuera de juego. El Rayo segu¨ªa sin pellizcar de verdad. Contagiado por el fr¨ªo llegaba al ¨¢rea y nada m¨¢s.

Pellizcar como hizo Reinildo cuando se cambi¨® de ¨¢rea para demostrar que es jefe en la suya y la contraria. Roro lanz¨® tenso una falta al barullo, all¨ª donde estaba ¨¦ste abri¨¦ndose paso entre Lejeune y Kike para cabecear a la red. Lo hizo agarrando, claro, la camiseta del primero. Claro que, a la vez, tambi¨¦n le agarraban a ¨¦l. Ten con ten. El 1-0 subi¨® al marcador con rosario de VAR, que tard¨® en validar, tirando l¨ªneas y midiendo en Newtons la fuerza de dedos tirando de la tela. Val¨ªa. La ventaja le dur¨® poco al Cholo.

Apenas siete minutos despu¨¦s, el que bailaba era el Rayo. Isi encontraba a Chavarr¨ªa en la izquierda y Chavarr¨ªa, a ?lvaro libre de marca en la frontal. El bal¨®n ten¨ªa destino: un zapatazo del futbolista que hab¨ªa sembrado todo el peligro del Rayo a la red, imparable para Oblak. 1-1. Hasta detenido, ?lvaro parece estar corriendo. Descanso. A Francisco empez¨® a sobrarle el abrigo.

Vermeeren se qued¨® en la ducha, Nahuel entr¨® al lateral y Llorente pas¨® al medio, una composici¨®n rojiblanca m¨¢s reconocible pero con la misma tensi¨®n: ninguna. Como si los puntos del domingo valieran menos que los del mi¨¦rcoles aunque sean lo mismo. Cuando en el partido lo ¨²nico que pasaba era el tiempo, Simeone dio por finalizado el reposo de Lino, De Paul y Grizi para dejar de ser permafrost. Adelantar¨ªa l¨ªneas, empezar¨ªa a rascar por las bandas. Pero ?lvaro segu¨ªa cortando como un filo para presentarse ante Oblak ululando, el Rayo ped¨ªa penalti por una pelota en la nariz de Reinildo y Francisco hac¨ªa debutar a Crespo con la franja sin un entrenamiento siquiera porque, lo escrito ya, en el f¨²tbol nunca es demasiado pronto.

Su nuevo debut¨® con velocidad, entusiasmo y la bota como una red para cazar al Atleti. Corr¨ªa con redoble de tambores hacia Oblak y roz¨® el Rayo el gol pero Trejo no lleg¨® a rematar su centro chut. Memphis respond¨ªa en el ¨¢rea contraria. Marc¨® una vez pero el VAR anul¨® por fuera de juego de un pelo. Cuando lo hizo la segunda ya qued¨® de verdad. Era el 90¡ä. Koke abri¨® a la banda, Grizi tendi¨® a Nahuel, Nahuel devolvi¨® y el franc¨¦s se sopl¨® la bota para envi¨¢rsela a Memphis, que apareci¨® como un coloso entre los centrales, vivo y r¨¢pido. Poni¨¦ndole la pajarita al fr¨ªo, en un d¨ªa de p¨¢jara. Y al Bernab¨¦u.