Mbapp¨¦ y Vini mejoran su humor

Mirando al Metropolitano, el Madrid mejor¨® m¨¢s su humor que su juego, pas¨® al Atl¨¦tico en t¨¦rminos absolutos y caz¨® al Bar?a en t¨¦rminos relativos. Fue ante un Rayo medio descapitalizado pero que no se apart¨® de su l¨ªnea atrevida de toda la temporada, un equipo de autor de un reci¨¦n llegado, ??igo P¨¦rez, que ha acabado resultando un hallazgo. En los apuntes de Ancelotti deben figurar, por si resultan ¨²tiles, la rehabilitaci¨®n de Tchouameni, el entusiasmo de Fran Garc¨ªa y la p¨®lvora de Vinicius y Mbapp¨¦, pero sobre todo la jerarqu¨ªa, la omnipresencia y el dominio de la escena de Modric. Incluso pasada la hora y cuarto de juego, para quienes cuestionan la capacidad de su dep¨®sito. En tono menor estuvo Bellingham, ese jugador anfibio capaz de correr y crear.

A Ancelotti le qued¨® un Madrid bicolor: blanco luminoso de cintura para arriba, gris de cintura para abajo. Una defensa remendada para proteger a los fant¨¢sticos. Ni el derbi capital del s¨¢bado es lo suficientemente disuasorio para ellos. Quieren jugarlo todo, tuercen el gesto cuando les cambian (frecuentemente en los minutos de paja), disimulan la extenuaci¨®n, juran que nunca necesitan descanso. Su ego es, a menudo, el techo de cristal de Brahim, el quinto elemento, relevo de todos, suplente perfecto.

El primero en proclamar que antes del Derbi hab¨ªa un derbi fue Vinicius. Todo parec¨ªa a su favor: la voluntad, despu¨¦s de dos actuaciones impropias de un jugador antes muerto que sencillo, y Ratiu, el lateral m¨¢s optimista de la Liga. Sus dos primeros acelerones sembraron el desconcierto en la zaga rayista. El tercer intento acab¨® en el palo de Batalla, ins¨®litamente contagiado por el brasile?o. Dos veces se fue el argentino al c¨®rner a quebrarle, huyendo del despeje. Una maniobra estrafalaria. ??igo P¨¦rez necesit¨® respiraci¨®n asistida.

Los fant¨¢sticos y sus goles

El Rayo es una obra encomiable, pero con siete lesionados, muchos jugadores principal¨ªsimos, no pod¨ªa esperarse demasiado. Sin un goleador de cabecera ha cuadrado el c¨ªrculo de aspirar a Europa, pero esta vez faltaban incluso los suced¨¢neos, De Frutos e Isi, pichichi y m¨¢ximo asistente. As¨ª que ??igo P¨¦rez dobl¨® el lateral izquierdo y puso arriba a ?lvaro Garc¨ªa, un extremo, pero tambi¨¦n lo m¨¢s cercano al gol que le quedaba sano. Lo cierto es que el Rayo, que es un equipo de extrarradio, y no solo en el sentido geogr¨¢fico, vio podadas sus bandas. A cambio, adelant¨® su zaga para evitar que el Madrid le sumergiera en su ¨¢rea hasta ahogarle. Un gran riesgo, pero menor al que supon¨ªa encastillarse.

Lo cierto es que, aun dominado, el Rayo tuvo el 0-1 en un lanzamiento de c¨®rner que se trag¨® Lunin y Aridane cabece¨® alto con el meta fuera de la jugada. La segunda gran oportunidad fue un suicidio en grado de tentativa de Asencio, que en su cesi¨®n imaginativa crey¨® ver a Lunin donde no estaba. La pelota se fue a c¨®rner a un palmo del palo. El espejismo pudo costarle un tanto al Madrid, que con los minutos empez¨® a empeque?ecerse al modo de lo que le sucedi¨® en el Villamar¨ªn. El runr¨²n invad¨ªa ya el Bernab¨¦u cuando Mbapp¨¦ recibi¨® un pase profundo de Vinicius en el ¨¢rea, le hizo un quiebro poco limpio a Lejeune y cruz¨® su latigazo a la red. Un gol de efecto calmante. Cuatro minutos despu¨¦s fue el propio Vinicius quien entr¨® pedaleando en la zona de la verdad, pic¨® Ratiu y le abri¨® el hueco por donde col¨® el 2-0. Dos acusados absueltos en un tiempo r¨¦cord y el primer derbi casi resuelto.

As¨ª son los jugadores de inspiraci¨®n, m¨¢s gaseosos que s¨®lidos, en cierto modo pendulares, pero indefendibles en momentos puntuales. M¨¢s si el rival les deja la manga ancha del espacio. M¨¢s si llegan heridos en su orgullo por las cr¨ªticas recibidas. El golazo de Pedro D¨ªaz antes del descanso, que toc¨® larguero y c¨¦sped y dej¨® de ser fantasma tras su paso por el VAR, reflej¨® bien que el Rayo no hab¨ªa estado por debajo del Madrid ni en juego ni en ocasiones.

Un paso atr¨¢s

Tampoco lo estuvo en buena parte de la segunda mitad, que tuvo menos pulso que la primera. Al Madrid se le empez¨® a hacer largo el partido, a tener la cabeza en otra cosa, aunque esa tendencia bajista no fue general, porque a Vinicius no se le quitaron las ganas de repetir por su banda. Unas veces les sali¨® y en otras perdi¨® la apuesta. Lo habitual en su carrera.

Cerca del final Ancelotti meti¨® a Valverde como tercer centrocampista en lugar de Rodrygo. Y despu¨¦s retir¨® a Mbapp¨¦ para hacerle sitio a Camavinga. Dos cambios innegablemente regresivos que conduc¨ªan a Bellingham a la punta de ataque. La cosa ya iba de controlar m¨¢s que de sentenciar. Al otro lado, ??igo P¨¦rez fue canjeando pieza por pieza y colocando a Ratiu como extremo. Ah¨ª empez¨® su carrera y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n la acabar¨¢. Su persistencia caus¨® impresi¨®n.

Con todo, las pocas ocasiones claras fueron blancas desde el intermedio: un tiro a contrapi¨¦ de Mbapp¨¦ que se march¨® fuera y otro demasiado cruzado de Vinicius en arrancada de extremo de Modric. El Rayo dej¨® a¨²n menos: un tiro lejano de ?lvaro Garc¨ªa que no asust¨® a Lunin. A¨²n as¨ª, oblig¨® a su rival a pedir la hora. Podr¨ªa decirse que la Champions se entrometi¨® demasiado pronto en un choque que mantiene al Madrid en LaLiga aunque sin demasiado de lo que presumir.

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