La penicilina de Manolo
De un error surgió el camino del Espanyol hacia el empate contra el Atlético, en un 4-4-2 en rombo con la entrada de Expósito, quien después encontró un buen socio en Puado.


Se cuenta que el hallazgo de la penicilina, un antibiótico que ha salvado millones de vidas humanas, fue fruto de un error humano, que desembocó en un acierto científico de incalculable valor. A peque?a escala, de un fallo de Manolo González reconocido por el propio entrenador (“estoy un poco fastidiado”, llegó a asumir) surgió un nuevo camino para el Espanyol. El que, por lo pronto, le acabó reportando un valioso punto frente al Atlético de Madrid (1-1).
Sin solución de continuidad con el habitual planteamiento, una suerte de 4-3-3 que en realidad es un 4-2-3-1 con Urko González de Zárate y Pol Lozano en la base de la jugada, por detrás de Alex Král, decidió el técnico perico sacudir el árbol en el descanso del partido del sábado. Y optó por prescindir de Lozano para dar entrada a Alejo Véliz, en busca de mayor presencia ofensiva y más centros, en un 4-4-2 al uso.
Un silencio sepulcral
Pero algo se rompió. Por primera vez en mucho tiempo, en los diez primeros minutos de la segunda mitad el silencio en el RCDE Stadium fue sepulcral. Bien es cierto que ya perdía el Espanyol por 0-1, pero el encuentro aún era totalmente recuperable. Y sin embargo el dominio rojiblanco era tal que el público desconectó. La escuadra perica había perdido una pieza clave en la medular, en pos de un delantero, y deambulaba tan perdida como su hinchada.
Así que no tardó Manolo en poner remedio a su propio desbarajuste, encontrando una solución que valió para empatar y -lo mejor- puede valer en las diez jornadas restantes para partidos atascados o, quién sabe, para planteamientos iniciales.
Paso a media hora vigorosa
La clave fue la salida de Král para dar entrada a Edu Expósito, cada vez más certero desde su retorno, y la transformación del 4-4-2 a un rombo por dentro: Urko en la base de la jugada, el de Cubelles por delante, Puado y Antoniu Roca (quien entró también en el minuto 61) en las bandas, y Roberto Fernández junto a Alejo Véliz arriba.
En ese tramo recuperó de golpe el Espanyol su habitual vigor y competitividad, y se acercó al fin al área del Atlético, hasta que Clément Lenglet cometió el claro penalti sobre Leandro Cabrera que Puado convirtió en el definitivo empate.
Pero eso no fue todo. El control blanquiazul sobre la situación, ante un conjunto colchonero que ni mucho menos asedió en el esprint final del encuentro, obedeció a un nuevo cambio de paradigma.
Más combinativos
Se marchó Roberto del campo y dio entrada Manolo a Pere Milla, para centrar la demarcación de Puado. Es decir, para ubicarlo donde mejor rinde ofensivamente. Y donde más cerca está de conectar con Expósito. No en vano, el dibujo en el último tramo del Espanyol-Atlético se asemejó más a un 4-1-4-1, con Fernando Calero por delante de la defensa, Expósito y Puado (y en los minutos finales, ?lvaro Aguado) por dentro asociándose, y Veliz como ariete.
Con ese esquema y protagonistas, puede el equipo a?adir una faceta hasta ahora poco habitual en un plan que suele ser mucho más pragmático y conservador, como lo es la potenciación del juego combinativo. Balón para atacar, y balón para defender. A mayor posesión, más confianza. Y viceversa. Penicilina para la permanencia.
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