La inc¨®gnita con Lim: punto y seguido a La Quinta del Pipo o la del cangrejo
Rub¨¦n Baraja espera que los brotes verdes que ha transmitido su Valencia sienten las bases para el crecimiento del proyecto.
El Valencia cerr¨® en Vigo una temporada gris para lo que es su historia, aunque notable y de brotes verdes a tenor de d¨®nde ven¨ªa. La Quinta del Pipo ha cumplido con creces con su cometido, que no era otro que evitar pasar los apuros de hace un a?o para salvar la categor¨ªa. ¡°La peor plantilla en 104 a?os de vida del Valencia¡±, que es el cartel que se les colg¨® a los chavales cuando empezaron a competir en agosto, no vio peligrar la permanencia en ninguna de las 38 jornadas y en varias de ellas hasta gener¨® expectativas de poder llegar a Europa, aunque era una quimera que cay¨® por su propio peso. Finalmente qued¨® 9?, igualando la mejor posici¨®n desde la ¨²ltima temporada de Marcelino.
Rub¨¦n Baraja ha exprimido a una pandilla de instituto que han seguido a su l¨ªder como los alumnos al profesor en El Club de los Poetas Muertos: ¡°Oh, capit¨¢n, mi capit¨¢n¡±. La ¡®limpia¡¯ que hizo el club el pasado verano tuvo mucho que ver (Cavani, Castillejo...). Los chavales son esponjas. Nadie dentro del vestuario va de divo, seguramente porque todos saben que todav¨ªa no han hecho nada en esto del f¨²tbol como para pensar que lo son o simplemente porque su car¨¢cter es otro. Quiz¨¢s solo Gay¨¤ tiene trayectoria para tener aires de grandeza, aunque el capit¨¢n no es as¨ª, ¨¦l es un profesional campechano y puro sentimiento de pertenencia.
Baraja y su cuerpo t¨¦cnico han crecido en paralelo a los Mamardashvili, Mosquera, Diego L¨®pez, Guerra, Fran P¨¦rez o Hugo Duro. Baraja es hoy mejor entrenador de lo que lo era cuando Miguel ?ngel Corona le incluy¨® en la terna para sustituir a Gattuso. Entonces era m¨¢s leyenda que realidad; hoy es m¨¢s mito de lo que era por su buen hacer en el banquillo. Baraja le ha dado al equipo una identidad y un nivel defensivo que es lo que le ha mantenido a flote toda la Liga. Eso y el sacrificio, solidaridad y competitividad de todos. Evidentemente para el muro que ha construido se aprovech¨® de las virtudes de Mamardashvili, Mosquera y Pepelu, pero su trabajo t¨¢ctico colectivo ha sido may¨²sculo, quedando patente tras el adi¨®s de Paulista y las lesiones de Diakhaby y Gay¨¤.
El Valencia, eso s¨ª, ha tenido un problema claro y manifiesto: el gol. El Valencia pr¨¢cticamente ha subsistido por la terquedad de Hugo Duro y la fiabilidad de Pepelu en los penaltis. Ellos han marcado el 50% de los goles del Valencia (20 de 40). Solo cinco equipos de la Liga han visto puerta menos veces. Entre todos los extremos solo han marcado seis goles, el ¨²ltimo Diego L¨®pez en enero, y los refuerzos que a priori llegaron para sumar en lo ofensivo solo firmaron cuatro goles (Yaremchuk, 3, Can¨®s, uno; Amallah y Peter, ninguno).
Est¨¢ claro, por lo tanto, qu¨¦ es lo que necesita el equipo para dar pasos hacia adelante la temporada que viene y no hacer la del ¡°cangrejo¡± que dec¨ªa Marcelino. Por ah¨ª, para potenciar lo que ¨¦l est¨¢ cocinando a fuego lento, ir¨¢n los tiros de Baraja cuando se siente con Layhoon Chan y Miguel ?ngel Corona para planificar el que ser¨¢ su segundo mercado de verano (en la era Peter Lim, que acaba de cumplir una d¨¦cada, solo dos entrenadores han estado durante al menos dos veranos: Nuno Esp¨ªritu Santo y Marcelino Garc¨ªa Toral). Baraja ha dejado clara una consigna: continuidad, o dicho de otra forma parafraseando al propio entrenador, que lo de este a?o sea un ¡°punto y seguido¡± en su proyecto.
Las ventanas de transferencias son esos tiempos en los que los equipos compran y venden y el Valencia suele entrar en guerras entre el entrenador de turno y la forma de proceder del club. Y se apostilla lo de ¡°suele¡± porque desde la llegada de Baraja no ha sido tan as¨ª. El Pipo tiene claro lo que deber¨ªa ser el Valencia, tambi¨¦n lo que quiere, pero a su vez sabe d¨®nde y con qui¨¦n est¨¢. El de Lim es el Valencia con el que le ha tocado lidiar para cumplir un sue?o y lo asumi¨® cuando dijo ¡°s¨ª¡±. Eso no significa que se conforme ni tampoco que no ponga de su parte para que la cosa cambie. Pero lo hace sin ponerse el traje de azote a la propiedad que los opositores a Lim quisieran que se pusiera.
Baraja asume la realidad, aunque espera trabajo y exigencia en todos los estamentos para mejorar el equipo dentro de esos par¨¢metros de coste de plantilla que fija Lim. Es decir, que al futbolista que haya que traspasar, ll¨¢mese Mamardashvili, se le venda como a Yunus Musah (aunque la influencia del georgiano y el neoyorkino nada tienen que ver) y no se le regale como a Kang-in Lee; que si con esa salida se cuadra el presupuesto, no se desmantele la plantilla como cuando se fueron a ¨²ltima hora y de una tacada Guedes y Carlos Soler; que los millones que se puedan invertir sean en un Pepelu y no en un Marcos Andr¨¦s o que los cedidos que lleguen den el nivel de Lino o Kluivert y no el de Amallah o Yaremchuk. No hablamos de milagros, hablamos simplemente de operaciones que estuvieron (bien) hechas en la ¨¦poca m¨¢s reciente y perniciosa de la era Lim, en estos a?os en los que se ha potencia el desarraigado. Lim decide si pone un punto y seguido a La Quinta del Pipo o se decanta, otra vez, por poner un punto y aparte sin sentido y a lo cangrejo.
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