Juli¨¢n Riera, un recuerdo de ese futbolista
El legendario jugador del Espanyol, propietario de la puerta 62 del RCDE Stadium, conversa con su nieta Noa Riera, estudiante de Periodismo, en lo que se convierte en un precioso homenaje.

Mientras la pegatina de ¡°visitante¡± se enreda entre los hilos desgastados de mi camiseta, una extra?a sensaci¨®n se instala dentro de m¨ª, como si no me hubiera estado mentalizando durante todo el camino. No s¨¦ si es consciencia o resignaci¨®n, pero intento convencerme de que hoy ir¨¢ bien y de que ¨¦l estar¨¢ feliz. Ya no es aquel futbolista y capit¨¢n del Espanyol esbelto, robusto y alto, alguien que, con una sola mirada, era capaz de dirigir a todo un equipo. Ahora es como una de esas frutas olvidadas en el fondo de la nevera, despojada de su brillo. Tiene 84 a?os y su mayor confidente es la silla en la que pasa todas sus horas.
Internet dice que ¡°jugaba en la posici¨®n de lateral izquierdo, aunque tambi¨¦n jug¨® de central. Se form¨® en las categor¨ªas inferiores del RCD Espanyol, de donde fue cedido al Terrassa FC y al CE Sabadell. Durante esos a?os fue tres veces internacional con la Selecci¨®n espa?ola juvenil. Jug¨® en el Espanyol durante toda la d¨¦cada de 1960, llegando a ser capit¨¢n del equipo una vez que se retir¨® Antoni Argil¨¦s¡±. Y ahora parece mentira que no pueda ni vestirse solo, maldita demencia. Sonr¨ªo, un poco melanc¨®lica, cuando lo veo tras esa mirilla que da al interminable pasillo del hospital. Espero que hoy recuerde mi nombre.
Noa: ?C¨®mo empezaste en el f¨²tbol, Juli¨¢n?
Juli¨¢n Riera: S¨ª... yo... no me acuerdo muy bien, pero empec¨¦ a jugar cuando era peque?o... afuera, con los otros ni?os del barrio... s¨ª, a veces, cuando el tiempo lo permit¨ªa, jug¨¢bamos en la calle... pero tambi¨¦n... no s¨¦. Yo jugaba porque me gustaba, no pensaba en nada m¨¢s... Y despu¨¦s... un d¨ªa me vieron jugando, y me hablaron de jugar en el Espanyol. Pero lo que recuerdo bien es que cuando era peque?o, no pensaba mucho en el futuro, solo en divertirme.

N: Si no hubieras jugado en el Espanyol, ?en qu¨¦ otro club te hubiera gustado estar?
JR: A ver, yo quer¨ªa estar en el Espanyol... quer¨ªa jugar aqu¨ª, me gustaba, era como... como un sue?o, pero tambi¨¦n... el Bar?a tambi¨¦n me gustaba... quiz¨¢s... era un club grande, ?no? El Bar?a hubiera estado bien, pero creo que en el fondo siempre fui del Espanyol.
N: ?C¨®mo llegaste a formar parte del Espanyol? ?Te cost¨® mucho?
JR: Pues, no¡ ?c¨®mo te dir¨ªa? No s¨¦ muy bien c¨®mo acab¨¦ en el Espanyol. Fue como¡ que me vieron, ?no? Un d¨ªa me hablaron de jugar aqu¨ª, pero, no¡ quiz¨¢s¡ no recuerdo muy bien los primeros momentos. Pero entr¨¦ y me dijeron que hab¨ªa una plaza para m¨ª. No me arrepiento de nada, al contrario, fue una ¨¦poca bonita¡ s¨ª, bonita.
N: ?C¨®mo recuerdas tus a?os en el Espanyol? ?Hay alg¨²n momento que te venga a la mente especialmente?
JR: El Espanyol¡ s¨ª, es una ¨¦poca que¡ recuerdo¡ pero tambi¨¦n tengo muchos recuerdos¡ aunque no puedo decir que haya uno en especial¡ Recuerdo a la gente, a los jugadores y los momentos, pero despu¨¦s todo se vuelve un poco difuso, ?sabes? S¨ª, fue una buena ¨¦poca, una ¨¦poca en la que me sent¨ª importante.
N: ?Qu¨¦ pas¨® cuando te fuiste del Espanyol? ?C¨®mo lo viviste?
JR: Ah¡ eso¡ eso fue duro, ?eh? Fue¡ no me gusta hablar mucho de ello. Pero s¨ª, me dijeron que¡ no me renovaban el contrato, y yo¡ no entend¨ªa nada. No me renovaron, por algo que no recuerdo bien, quiz¨¢s por aquel penalti¡ pero no me quer¨ªan m¨¢s, no s¨¦ por qu¨¦.
N: Pero tengo entendido que fue por culpa de un periodista¡ ?Qu¨¦ escribi¨® exactamente?
JR: Pues¡ en un partido¡ no lo s¨¦, ?scar, ?qu¨¦ pas¨®?
?scar Riera (hijo de Juli¨¢n): Era un partido en el que se jugaban el descenso a Segunda y el ambiente estaba bastante caldeado, por decirlo de alguna manera. Juli estuvo presionando todo el partido a uno de los defensas hasta enfadarlo y provocarlo tanto que este intent¨® golpearlo. El problema es que la fotograf¨ªa capt¨® el momento en que le daban el pu?etazo a mi padre, pero en realidad nunca llegaron a tocarlo. El periodista escribi¨® un art¨ªculo diciendo que aquella foto no era real y que todo el problema lo hab¨ªa generado ¨¦l, mi padre, porque estuvo provocando todo el partido. Adem¨¢s, ese periodista escribi¨® que cre¨ªa que Juli¨¢n no era digno de estar en el Espanyol porque su manera tan sucia de jugar no encajaba con el equipo.

N: ?Y qu¨¦ hizo el Espanyol ante eso?
?scar Riera: Pues el problema es que aquella foto dio tantas vueltas por el mundo que incluso la denominaron ¡°el pu?etazo m¨¢s famoso del f¨²tbol en Espa?a¡±, y eso el Espanyol no lo pod¨ªa permitir. Lo echaron as¨ª, sin m¨¢s. En lugar de renovarle el contrato el a?o siguiente, le dijeron que ya no seguir¨ªa, a pesar de saber la situaci¨®n que viv¨ªa en su casa¡
Para, se detiene de golpe, como si el tiempo hubiera tropezado en su andar. Su mirada, de pronto errante, busca desesperadamente los ojos de ?scar, su hijo, su compa?ero en esta improvisada locuci¨®n. Pero ya no es un hombre el que lo mira, sino un ni?o perdido en la nostalgia de un anhelo sencillo: parece un cr¨ªo que ans¨ªa la merienda despu¨¦s del colegio, ese premio dorado: unas tortitas de chocolate crujientes y un zumo afrutado. Despu¨¦s de la operaci¨®n en el est¨®mago y de adelgazar hasta quedar esquel¨¦tico, aquellas insignificantes tortitas parecieron devolverle la vida, hasta que sus p¨®mulos dejaron de marcarse con tanta firmeza y su rostro empez¨® a recuperar la forma, alej¨¢ndose un tanto, de la fragilidad que lo hab¨ªa atrapado.
El instante se rompe con la llegada de la enfermera. Su voz firme corta el juego, le recuerda que: ¡°es hora del pinchazo, Juli¨¢n, a ver c¨®mo est¨¢s hoy del az¨²car, pill¨ªn¡±. ?l responde con una carcajada inmensa, sincera, que parece llenar la habitaci¨®n. Si no fuera porque la dentadura se le escapa en el ¨²ltimo segundo, podr¨ªa decirse que su risa ser¨ªa eterna. Ella, con la complicidad de quien entiende que la dignidad tambi¨¦n se esconde en peque?os actos, desliza la medicaci¨®n en manos de ?scar. Un pacto silencioso.
N: ?Cu¨¢l era esa situaci¨®n personal?
JR: S¨ª... s¨ª... Yo ten¨ªa a mi hija, Ester, una ni?a con par¨¢lisis cerebral que era nuestro diamante. Pero antes la vida de los jugadores no era tan p¨²blica, solo... solo el Espanyol conoc¨ªa mi verdadera historia, lo que pasaba en mi casa. Es decir, yo tampoco quer¨ªa que la gente lo supiera, lo que ten¨ªa en casa, pero... ostras¡ podr¨ªan haberme tenido un poco m¨¢s en consideraci¨®n.
N: ?Le guardas rencor hoy en d¨ªa al Espanyol por lo que te hizo?
JR: ?Al Espanyol?... Pues no sabr¨ªa decirte, no es exactamente rencor... En su momento me dio mucha rabia, pero la decisi¨®n ya estaba tomada... Pobres de ellos, que perdieron a un jugador como pocos hab¨ªa en aquella ¨¦poca.

N: ?Y c¨®mo terminaste en el Sant Andreu si el Espanyol ya te hab¨ªa descartado?
JR: Ah, el Sant Andreu... s¨ª, recuerdo que... el Sant Andreu quer¨ªa ficharme... pero... era un filial del Espanyol... s¨ª, y dec¨ªan que... no pod¨ªan ficharme por eso. Pero despu¨¦s... las cosas cambiaron... y al final... pude ir. Creo que anularon... no s¨¦, alg¨²n acuerdo que tendr¨ªan y entonces pudieron hacerme contrato. Fue como un milagro, ?no? El Sant Andreu... era un lugar diferente, pero... estuvo bien, porque pod¨ªa jugar, s¨ª... fue como... una segunda oportunidad.
N: Antes de decidirte por el Sant Andreu, ?tuviste ofertas de otros equipos?
JR: S¨ª... s¨ª... El Atl¨¦tico de Madrid... el Deportivo... pero no me fui. No pod¨ªa. No s¨¦.
N: ?Por qu¨¦ no quisiste irte?
JR: Por mi hija, por Ester. Yo... me quer¨ªan, s¨ª... pero... no me fui... porque... no quer¨ªa dejar a mi hija. Tal vez, si no hubiera sido por Ester, podr¨ªa haber acabado en muchos equipos de fuera... pero... no iba conmigo dejar a toda mi familia aqu¨ª¡ No sab¨ªa qu¨¦ hacer, no... no quer¨ªa dejarla sola, y por eso me qued¨¦.
N: ?Despu¨¦s del Sant Andreu, a d¨®nde fuiste?
JR: Mm¡ primero al Sant Andreu, s¨ª. Despu¨¦s¡ no me acuerdo.
?scar Riera: S¨ª, despu¨¦s estuviste jugando en el Matar¨®... s¨ª¡ ?no te acuerdas que solo ibas a jugar los fines de semana?
JR: S¨ª, s¨ª, solo jugaba los partidos que se hac¨ªan en casa. No necesitaba entrenar, s¨ª que recuerdo que ellos... bueno, ellos siempre dec¨ªan que era un regalo que yo me estuviera retirando all¨ª.
N: ?Qu¨¦ recuerdas de tu tiempo jugando en el Espanyol y de tu mejor momento?
JR: S¨ª... jugar... era divertido... con los compa?eros, con la gente en el estadio, con la pasi¨®n... pero tambi¨¦n... no todo fue f¨¢cil. Recuerdo que... era importante estar bien, estar con el grupo. Pero despu¨¦s tambi¨¦n fue complicado, porque las cosas empezaron a cambiar... empec¨¦ a sentirme... fuera de lugar, como si... ya no me quisieran.
Y ya est¨¢. La entrevista, fragmentada y esquiva, se desliza entre los silencios. La enfermera llega, nos recuerda que es hora de cenar, y yo entiendo que el tiempo se me ha escapado de las manos. Me levanto, le doy un ¨²ltimo beso. Es fr¨ªo y c¨¢lido a la vez, como un eco de lo que un d¨ªa fue.
¡°Hasta la semana que viene¡±, le digo, deseando que lo recuerde, deseando, al menos, haber despertado por un instante la luz de aquellos a?os de futbolista en los que la felicidad le corr¨ªa por las venas.
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