Herej¨ªa perica en La Catedral
Las dos semanas m¨¢s pl¨¢cidas y autocomplacientes que se recuerdan en el Espanyol culminan con una traici¨®n a sus principios. Un suplicio. Mientras sea la excepci¨®n, el Espanyol redimir¨¢ sus pecados. Si no...
Entre el recelo ante la visita a un estadio tan complejo como San Mam¨¦s y el optimismo tras la bals¨¢mica victoria ante el Mallorca, escogi¨® el espanyolismo encomendarse a la alegr¨ªa. Lo l¨®gico, teniendo en cuenta que son pocas las ocasiones en que un perico puede disfrutar sin interrupciones durante dos semanas. El problema es que, por primera vez desde el calamitoso debut liguero en Valladolid, al propio equipo de Manolo Gonz¨¢lez le dio por alargar ese letargo un poco m¨¢s de la cuenta, asi que perdi¨® en La Catedral por incomparecencia. O, lo que es peor, por traicionarse a s¨ª mismo. Una funesta herej¨ªa.
Si algo caracteriza a este Espanyol, de plantilla encogida pero capaz de puntuar en el Metropolitano y de plantarle cara al Real Madrid durante 70 minutos, es que iguala a sus rivales en base a la competitividad. Al orden a rajatabla y al estajanovismo. Y de todo ello careci¨® de golpe ante el Athletic Club. Todav¨ªa sin Puado, ni con Cabrera de inicio. Ahora bien, con una alineaci¨®n pr¨¢cticamente calcada a la que hab¨ªa cuajado la mejor actuaci¨®n de la temporada, antes del par¨®n. El ¨²nico retoque era totalmente razonable: Brian Oliv¨¢n en lugar de Cardona para proteger (o esa era la idea) la banda por donde atacar¨ªa I?aki Williams.
Apenas seis minutos dur¨® el encuentro entre los dos equipos que m¨¢s han derrotado al otro en la historia de la Liga. El tiempo que tard¨® Vivian, con la rodilla derecha, en burlar a Kumbulla en un c¨®rner. Y, cuando ya se lamentaba en el entorno perico la sempiterna fragilidad a bal¨®n parado, se pas¨® al siguiente estado de frustraci¨®n, que consisti¨® en haber deseado que ¨¦se fuera el ¨²nico mal infligido por los leones de Ernesto Valverde, quien dirigi¨® un recital m¨¢s propio de un gigante que de un Txingurri.
Porque entre el propio alban¨¦s y Sergi G¨®mez se comieron el 2-0 de I?aki Williams. A su hermano Nico fue incapaz de frenarle Omar El Hilali en el tercero. Y ni siquiera con la entrada de Cabrera en la reanudaci¨®n y la colocaci¨®n de una defensa de cinco impidieron que Berenguer coronara su absoluta exhibici¨®n, al anotar el 4-0. A todo ello, Joan Garc¨ªa, el portero que m¨¢s paradas hace de Primera, asistiendo impotente a la goleada sufrida por un Espanyol temeroso incluso con el bal¨®n, como asustado ante el posible error y sus consecuencias en forma de castigo divino. Ni el tard¨ªo gol de Tejero de falta directa mereci¨® gesto de celebraci¨®n alguna.
Se puede asimilar la herej¨ªa perica en La Catedral con distintos ¨¢nimos. Tratando de destrozarlo todo, como si de repente no sirvieran creaciones que parec¨ªan haber llegado para quedarse, como el 4-2-3-1 con Kr¨¢l por delante de Pol Lozano y de Gragera (quien acab¨® con hielo en el tobillo derecho). Tambi¨¦n consider¨¢ndolo un ba?o de realidad, vista la insultante superioridad del Athletic frente a una plantilla centrada ¨²nicamente en la permanencia.
O quiz¨¢ la postura m¨¢s constructiva sea estimarlo, vistas en su conjunto las diez jornadas de esta Liga, que se trata de un accidente. Mientras sea la excepci¨®n, el Espanyol redimir¨¢ sus pecados. Y m¨¢s con el calendario que viene. Solo si no lo fuera recibir¨ªa el equipo blanquiazul una irremediable excomuni¨®n de Primera.
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