Gallagher pone m¨²sica y la Ara?a, su primer mordisco

El f¨²tbol regres¨® al Metropolitano con el Atleti siguiendo la estela de Bar?a y Madrid. Y eso que Simeone de inicio dosific¨® a Juli¨¢n, tanto partido por detr¨¢s y delante, pero jugaba con Sorloth, Grizi y Gallagher, adem¨¢s de De Paul. Enfrente un Valencia con el dedo en el revolver de la ruleta rusa otro a?o m¨¢s. Colista y con siete bajas. Aun as¨ª Baraja tiraba sus cartas sin renunciar a su dibujo, ese 4-4-2, con Thierry en la izquierda y arriba Guerra, de regreso al once tras dos partidos suplente, y G¨®mez, pese a su nariz rota. Todos salieron al trote corto, sin terminar de tirar de las riendas.

El Atleti con paciencia, el Valencia, por si acaso. Pepelu y Guillam¨®n no miraban adelante, no creaban, solo atr¨¢s, a defenderse. El ¨¢rea de Oblak no se pisaba. En la de Mamardashvili, Sorloth remataba todo, pero era un sicario sin p¨®lvora. O, quiz¨¢, es que el portero georgiano, ahora del Liverpool pero un a?o m¨¢s en Valencia, se la soplone¨® toda en la primera. En estos tiempos duros y fr¨ªos de Lim sus guantes son resguardo.

Ante Sorloth se agigantaron como Alicia tras comerse una galleta. El noruego hizo lo dif¨ªcil: cuerpear a T¨¢rrega para llevarse esa pelota que, inexplicablemente, Guerra hab¨ªa enviado hacia atr¨¢s. Luego corre hacia el ¨¢rea, se masca el gol. En el Valencia tiemblan todos menos quien no debe: Mamardashvili repele su disparo con el muslo como quien espanta una simple mosca. Dos minutos despu¨¦s ah¨ª estaba de nuevo el gigante, gracias a un gran pase de Azpilicueta a la espalda de la defensa. Su control, con el brazo, invalidaba, pero por si acaso ah¨ª estaba el portero para alzar otra barrera con los pies. El duelo se inclinaba vertical hacia su red. El Atleti viv¨ªa en su ¨¢rea como en una jornada de puertas abiertas, picoteando por aqu¨ª y por all¨¢.

Una vez Thierry despejaba a ras de suelo un disparo de Grizi. Otra, no llegaba Lino. El Valencia, sobrepasado, comenzaba a protagonizar una pel¨ªcula de terror, quiz¨¢ por eso de jugar en la casa de Cerezo. Y, mientras el Atleti acumulaba c¨®rners (seis en el 35¡ä), Oblak estaba tan lejos de los hombres de Baraja que parec¨ªa una foto lejana, no alguien de piel y real. En cuanto sobrepasaban la l¨ªnea del centro perd¨ªan el bal¨®n. Todo eran errores. En pases, paredes y centros. Y encima el Atleti que segu¨ªa por su ¨¢rea buscando el jam¨®n. Los guantes de Mamardashvili no resistir¨ªan mucho tanto picoteo. Fue antes del descanso, otro error grosero del Valencia, un control con escorzo en el centro que termin¨® en pies rojiblancos y los de Baraja obligados a correr hacia atr¨¢s. Grizi filtra, De Paul inventa un pase entre las piernas de Mosquera para brindarle al Metropolitano su particular oasis: gol de Gallagher, el primero ante su nueva afici¨®n. The Shock of the Lightning.

Baraja no esper¨® un minuto tras el descanso para darle la alternativa a Barrenechea. Con que diera un pase con criterio ya mejorar¨ªa todo lo anterior. Fue quiz¨¢ su debut. O que los jugadores de Baraja simplemente se hab¨ªan mirado al espejo y no se hab¨ªan reconocido. El Atleti inici¨® la segunda parte plant¨¢ndose con facilidad ante Mamardashvili, siempre por la derecha de Llorente, pero ahora el Valencia daba un paso adelante y, por lo menos, comprobaba que Oblak ten¨ªa carne y no era solo un holograma lejano. Guerra remat¨® por dos veces antes de que Grizi recordara que el Valencia es uno de esos rivales capaces de hacer de la simple hierba un jard¨ªn a sus pies (13 goles). Centra Llorente, Lino remata mal y la pelota queda suelta en el ¨¢rea para que el franc¨¦s la patee a la red y alce el nuevo-viejo-escudo a la grada con su sonrisa radiante. Simeone lo celebr¨® con sus primeros cambios: Correa y Juli¨¢n, adentro.

El Valencia, tiraba de casta, del pundonor de Guerra, de dejar de arrastrar por la hierba un escudo tan grande, con tanta historia. Intentaba presionar, recuperar, mantenerse en bloque medio, aunque el segundo gol le hubiese matado. Como al partido. Terminado en el 54¡ä aunque el bal¨®n rodara, Grizi juegase de centrocampista, el Valencia hiciera al menos un remate a puerta y el Atleti encadenara su cuarto partido sin encajar, con esa pareja, Le Normand y Gim¨¦nez, que recuerda al pasado. Pero mirando al futuro. Que pase la Champions. Hasta la Ara?a ha sacado ya su aguij¨®n (para marcar ese ansiado primer gol de rojiblanco y cerrar del todo la noche en el 94¡ä).

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