En el nombre de Marcela

El gran protagonista del partido en realidad no estuvo ah¨ª. No lo jug¨® aunque su nombre no dejara de sobrevolar Vallecas. Correa, Angelito. En la cabeza y piernas de sus compa?eros estuvo desde que pisaron la hierba. Todo comenz¨® con un minuto de silencio por su madre. Todo acab¨® con esos mismos compa?eros echando una ¨²ltima mirada al cielo, ya noche cerrada en Madrid, para dedicarle esta victoria. En el nombre de su madre. Mientras el Atleti estrechaba otros tres cent¨ªmetros la distancia que separa al Madrid en la tabla. Ya apenas es nada. A dos puntos ya s¨®lo est¨¢.

Cuando el ruido volvi¨® a llenar el aire, los c¨¢nticos, las palmas, los equipos se ordenaron sobre la hierba. En el Rayo, Trejo tomaba de inicio un respiro mientras RdT ten¨ªa otra oportunidad, a¨²n por estrenarse en el gol en esta tercera vez. El plan inicial de Iraola lo llenaban balones largos busc¨¢ndole. Pero en todos siempre era m¨¢s r¨¢pido Oblak. Un Oblak de verde fosforito y guantes que luc¨ªan como pajarita y frac: el partido era para su historia personal y la del Atleti, su n¨²mero 390 con la rojiblanca, un lugar al que ning¨²n extranjero hab¨ªa llegado antes. Ni siquiera God¨ªn, que se qued¨® en 389.

Los primeros veinte minutos fueron sin ¨¢reas ni due?o. El Atleti saltaba con dos cambios con respecto al domingo anterior. Uno, en los nombres, De Paul por Lemar. Otro, en el dibujo, ordenado 4-4-2 y no 5-3-2. Veintid¨®s minutos tard¨® en encontrar una grieta. Pero en cuanto hall¨® una, llen¨® el barrio de agua. S¨®lo tuvo que levantar la cabeza Grizi, que es el mejor jugador de esta Liga y lo volvi¨® a demostrar: el chico del pelo rosa mejora todo a su alrededor, brotando de sus botas pases como opciones de una navaja suiza. Del cuchillo al abrebotellas pasando por el destornillador, la tijera y la lima. Guio al Atleti para escapar por primera vez vertical de la presi¨®n del Rayo y voil¨¤: el nombre del hombre que no estaba all¨ª llen¨® cada rinc¨®n de Vallecas.

Recibi¨® Griezmann un bal¨®n de Carrasco y busc¨® a Morata con un pase profundo para plantar al Atleti en cuatro toques en el ¨¢rea contraria. Morata no lleg¨® pero ?lvaro s¨ª: su toque le dej¨® la pelota perfecta a Nahuel, mano a mano ante Dimitrievski. Dispar¨® con el pie, vale, pero en realidad no. En realidad golpeaba el alma, el coraz¨®n, un nombre, un amigo, su madre. No hab¨ªa tocado el bal¨®n la red y el lateral ya corr¨ªa al banquillo para celebrarlo: prendi¨® una camiseta y la alz¨® al cielo. ¡®Correa¡¯, se le¨ªa. Por Correa aplaud¨ªa Vallecas. Dos minutos despu¨¦s, Hermoso se lanzaba de cabeza en un c¨®rner como si fuese la ¨²ltima pelota en la tierra. La defensa del Rayo dud¨®, Dimitrievski tembl¨® y su testarazo fue a la red. Correa volvi¨® a estar en los ojos y dedos al cielo.

Los golpes despertaron al Rayo que guard¨® la ropa y se puso a nadar. Pero a RdT le sali¨® mordida una volea. Pero el guante de Oblak, duro, se interpuso en un zapatazo de Valent¨ªn que, desde la frontal, busc¨® la red antes del descanso. El Rayo apret¨® sin premio. Dos veces hab¨ªa pisado el Atleti el ¨¢rea de Dimitrievski y dos goles.

La roja a Lejeune y el gol de Fran

La segunda parte comenz¨® como termin¨® la primera. Ese Rayo que corr¨ªa a pecho descubierto hacia Oblak. Primera pelota y ya estaba ah¨ª. Un centro de Balliu se envenen¨® obligando al portero a cambiar con los guantes la trayectoria de un bal¨®n que Fran Garc¨ªa esperaba en el segundo palo. Antes de la hora, Iraola busc¨® un chispazo ofensivo con un triple cambio. Se iba un RdT que estuvo pero en realidad no, impreciso, nervioso, entraban a la vez Trejo, Camello y Falcao. Pero nunca se sabr¨¢ si hubieran podido ser Phelps. Al instante siguiente, Trejo perdi¨® un bal¨®n que Grizi control¨® con una caricia antes de lanz¨¢rselo a Morata, a quien Lejeune derrib¨® cuando se iba a porter¨ªa. Si primero el ¨¢rbitro pit¨® fuera de juego y amarilla, despu¨¦s pas¨® por el VAR y sac¨® la roja. El Rayo se quedaba con diez y dejaba de mirar adelante para no dejar de hacerlo hacia atr¨¢s, all¨¢ donde Grizi no dejaba de buscar el gol.

Pero el que lleg¨® fue el de Fran Garc¨ªa, que a cinco del final, le quitaba el tap¨®n a Vallecas para volver a subirle la voz con un zurriagazo que sorprendi¨® a Oblak para llenar el final de nervios. Empuj¨® el Rayo, resisti¨® el Atleti como solo resisten los equipos del Cholo. Sin m¨¢s magulladura. Por Correa, por Marcela. Y mirando de frente al Madrid.