El Madrid encuentra un l¨ªder

Se rompi¨® Vinicius y, ahora s¨ª, dio el estir¨®n Rodrygo. Un clavo que saca otro clavo y que hizo al Madrid dormir l¨ªder y descontar una jornada en esa traves¨ªa en el desierto que habr¨¢ de recorrer hasta que recupere a la mitad de su ej¨¦rcito. El partido qued¨® en una sucesi¨®n de hechos intrascendentes, al margen de alguna gran parada de Lunin, h¨¦roe por accidente, que ocurrieron entre dos genialidades de Rodrygo, nuevo l¨ªder de que quien se acuesta l¨ªder. La soberbia actuaci¨®n del brasile?o le result¨® suficiente a un Madrid con ocho bajas frente a un rival esforzado pero sin acierto que no est¨¢ en su estaci¨®n de recogida. Discutible rodador, pero excelente espr¨ªnter, todo apunta a que una vez m¨¢s el C¨¢diz lo dejar¨¢ todo para el final, donde su fe supera a la de cualquiera de los de su especie.

Sucede en el f¨²tbol y en la vida que una desgracia puede ser el principio de una gracia. Le pas¨® al Madrid. A Brahim le tumb¨® un virus, estomacal en su caso, menos estacional que el virus FIFA, y Ancelotti se vio obligado a sacar a Rodrygo, con una rodilla bajo sospecha y una paliza transoce¨¢nica m¨¢s que sospechosa. Al cuarto de hora, el fin¨ªsimo brasile?o al que tanto le ha costado desacomplejarse tom¨® el bal¨®n en la izquierda y recorri¨® la frontera del ¨¢rea hasta que se abri¨® una brecha por la que meter un derechazo inapelable a la escuadra. Un gol que lo cambiaba todo.

En C¨¢diz qued¨® un Madrid en estado de excepci¨®n, obligado a salvar con la qu¨ªmica (Kroos y Modric) la falta de f¨ªsica (Camavinga y Tchouameni). Un equipo malherido por el virus FIFA, que se volvi¨® mortal en las dos ¨²ltimas semanas y que oblig¨® a jugar a futbolistas con las piernas muy castigadas en aras del inter¨¦s nacional. Cuando ataca, cualquier plantilla, por extensa que sea (y a la del Madrid le ha faltado alg¨²n remate en verano), se vuelve insuficiente.

Al equipo de Ancelotti le esper¨® un C¨¢diz acorazado, con una doble frontera: defensa de cinco, centro del campo de cuatro y Roger Mart¨ª tras la l¨ªnea enemiga. Un plan para dejarle al Madrid la pelota y quitarle el espacio sin olvidar una primera presi¨®n fiera pero selectiva, fuerte pero discontinua. Una idea m¨¢s valiente de lo que dec¨ªa su alineaci¨®n. El partido amarille¨® mucho al principio: una falta de Javi Hern¨¢ndez se fue alta, un cabezazo de Chris Ramos roz¨® una escuadra, otro de Robert Navarro qued¨® para que lo abrazara Lunin. El C¨¢diz ten¨ªa el plan y el Madrid, los futbolistas, capaces de arruinar cualquier buen prop¨®sito colectivo.

Las paradas de Lunin

El gol de Rodrygo modific¨® radicalmente el gui¨®n del partido. A partir de ah¨ª, el medio Madrid sano sac¨® el manual de supervivencia y se vio sometido por un C¨¢diz que esperaba otra cosa. El llamado a resistir, en los pron¨®sticos, era el equipo amarillo, pero el marcador le obligaba a empujar, a abrirse a las bandas, a meter al Madrid en un partido que no le apetec¨ªa.

El equipo de Ancelotti malviv¨ªa a la sombra de su gol, a la espera de una nueva ocurrencia de Rodrygo, su ¨²nica baza ofensiva, porque a Bellingham le pesa la inactividad y porque Joselu pierde gran parte de sus propiedades si el equipo no le lleva hasta el ¨¢rea. Era el Madrid un equipo de baj¨ªsimo consumo, incapaz de sacudirse a un adversario con los peores registros ofensivos de la Liga.

Eso es el C¨¢diz, un equipo solidario y trabajador que se desvanece en ¨¢rea contraria. De su buena primera mitad ya no volvi¨® a sacar m¨¢s que dos grandes disparos lejanos de Roger Mart¨ª. Uno lo invalid¨® Lunin a mano cambiada, el otro busc¨® el larguero sin encontrarlo. El meta ucraniano est¨¢ haciendo camino al andar. Sus ¨²ltimas actuaciones dan ya para un debate ante el inminente regreso de Kepa.

Postre ingl¨¦s

Alarmado por el resultado, el Madrid cambi¨® el registro despu¨¦s del descanso. Con la mirada larga de Kroos, esta vez centrocampista escoba, fue encerrando al C¨¢diz y acerc¨¢ndose al segundo gol. Lo tuvieron Rodrygo y Joselu, despu¨¦s de uno de esos eslaloms de principio de curso de Bellingham, y acabaron dejando la toma c¨®mica de la jornada y quiz¨¢ de la temporada. El brasile?o, con todo a favor, le regal¨® el tanto al ariete y este, por creerse en una posici¨®n ilegal que no exist¨ªa o por estar convencido que el toque de su compa?ero acabar¨ªa en gol, se abstuvo de meter el pie. Un tanto al limbo por exceso de buena educaci¨®n.

En cualquier caso, la condena del C¨¢diz estaba al caer. Lo suyo es el acecho y no el acoso. Comenz¨® a dejar terreno a su espalda, la especialidad del Madrid. Un zapatazo de Modric al palo preludi¨® la segunda maravilla de la noche de Rodrygo. Lanz¨® el contragolpe, Bellingham se abri¨® a la izquierda como se?uelo ante un posible pase, pero el brasile?o no le necesit¨®. Fue desmayando defensas con fintas y amagos sobre la frontal para bajar el tel¨®n con otro disparo colocado de derecha. Si pas¨® por alto, a mayor gloria de Bellingham, la primera ausencia de Vinicius, de la segunda quiere salir como absoluto imprescindible. Al ingl¨¦s, de aritm¨¦tica impecable, le regal¨® el tercero. De ambos depende, en gran medida, que este Madrid en precario no rompa nada antes de febrero, cuando de la enfermer¨ªa empezar¨¢n a salir sus fichajes de invierno. Mientras, quedar¨¢ un grupo de resistencia que tendr¨¢ que pedir incluso ayuda al Castilla. Gonzalo debut¨® en el Nuevo Mirandilla, pila bautismal de Butrague?o. Qui¨¦n sabe si dentro de cuarenta a?os tambi¨¦n habr¨¢ que recordarlo.

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