El Bar?a, encerrado en el hotel
El Hotel Avenida Palace de Barcelona es un establecimiento con historia, de hecho est¨¢ catalogado como monumento de la ciudad. Ah¨ª se han alojado los grandes personajes que pasaron por Barcelona el Siglo pasado. Desde monarcas, hasta pol¨ªticos, diversos Premios Nobel, los Beatles e incluso Alfredo Di St¨¦fano aguard¨® en una de sus habitaciones que se solventara el conflicto de su traspaso cuando esperaba incorporarse al Barcelona.
Esta ¨²ltima an¨¦cdota sali¨® a colaci¨®n en el debate que el medio Culeman¨ªa celebr¨® en uno de sus regios salones para debatir el futuro del FC Barcelona. Entre cuadros de otra ¨¦poca, alfombras de pel¨ªcula, columnas impresionantes, l¨¢mparas de ara?a y candelabros de cinco brazos se congregaron el expresidente Joan Gaspart, los exvicepresidentes Emili Rosaud y Eduard Romeu y el exdirectivo y excandidato Xavi Vilajoana.
Son tiempos en los que algo se mueve en la fuerza blaugrana. Hay claros movimientos preelectorales y empiezan a abundar las cenas, las llamadas y los intentos de alianza ante la deriva que toma el club que dirige Laporta, quien ya ha deslizado en privado que no piensa abandonar y que incluso valora la opci¨®n de presentarse a la reelecci¨®n.
El debate fue intenso, pero de sal¨®n. Muchos diagn¨®sticos y pocas soluciones. Casi era un acto de fe por parte de unos y de advenimiento del apocalipsis por otros. En ese ambiente decimon¨®nico, el Barcelona como entidad recordaba al conde Aleksandr Ilich Rostov, el personaje de la novela de Amor Towles ¡®Un caballero en Mosc¨²¡¯. El Conde Rostov es un noble ruso refinado, amante de la m¨²sica, la literatura y la buena mesa al que los tribunales bolcheviques arrestan al inicio de la revoluci¨®n rusa y cuando todo apunta a que ser¨¢ condenado a muerte, le conmutan la pena porque en su pasado escribi¨® un poema que sirvi¨® de inspiraci¨®n a los revolucionarios, Lenin incluido. No ser¨¢ pasado por las armas, pero a cambio es condenado a pasar el resto de su vida sin poder salir del lujoso Hotel Metropol, donde resid¨ªa permanentemente en una suite que deber¨¢ de cambiar por los cuartos del servicio. Sin poder hacer nada m¨¢s que afeitarse en la barber¨ªa del establecimiento, comer y cenar en el restaurante y observar a los inquilinos que a diferencia de ¨¦l s¨ª que entran y salen del hotel, el conde, como el Barcelona pasa los meses observando desde la ventana como el mundo sigue su curso y sus valores se desmoronan sin poder hacer nada m¨¢s que vivir de sus recuerdos. El martes, el Hotel Avenida Palace me record¨® al Metropol de Mosc¨² y el pobre Bar?a al Conde Rostov.