100 A?OS DE MESTALLA (EPISODIO VIII)
Botell¨®n en Mestalla
El estadio del Valencia, en sus 100 a?os, tiene an¨¦cdotas de pel¨ªcula de Berlanga, como los partidos clandestinos que de madrugada all¨ª se disputaron y que en AS relatamos.
Con motivo del centenario de Mestalla, AS va a realizar un serial de diez episodios que cada d¨ªa, a las 16:00 horas, publicar¨¢ en as.com. Ser¨¢ a la misma hora en la que el bal¨®n ech¨® a rodar en Mestalla aquel 20 de mayo de 1923, en el primer duelo ante el Levante.
EPISODIO 1 (El primer d¨ªa de Mestalla) // EPISODIO 2 (El pueblo de Mestalla) // EPISODIO 3 (Mestalla, puerta a Espa?a de los dioses del f¨²tbol) // EPISODIO 4 (Mestalla, la casa de la Selecci¨®n) // EPISODIO 5 (Mi vecino es Mestalla) // EPISODIO 6 (El respeto de Mestalla) // EPISODIO 7 (Mestalla es nombre de mujer)
Las historias que se van a contar en este episodio sobre el centenario de Mestalla dar¨ªan para una versi¨®n futbolera de Amanece que no es poco, un cameo de Joan Monle¨®n en el El Gran Lebowski o una adaptaci¨®n de Resac¨®n en las Vegas a la valenciana. Su banda sonora ser¨ªa un remix entre el Pacto entre caballeros de Sabina, Un buen d¨ªa de Los Planetas y el Alcohol, alcohol de Los Inhumanos. Quiz¨¢ algunos de la Generaci¨®n Baby Boom se escandalicen al leerlas, otros de la Generaci¨®n Z no se las crean y muchos de la Generaci¨®n X y primeros Millenials se identifiquen con ellas, porque alguna parecida habr¨¢n hecho. Y es que hasta las cosas que nacen de un ¡®pensat i fet¡¯ (pensado y hecho) tienen un contexto y lo que pas¨® en Mestalla a la luna de Valencia a finales de la d¨¦cada de los 90 y primeros meses del Siglo XXI, dif¨ªcilmente hubieran pasado antes ni seguramente despu¨¦s.
El paso del tiempo da m¨ªstica a las trastadas e influye c¨®mo contarlas conocer a los personajes. Pero lo que se va a relatar no deja de ser allanamiento de propiedad privada, hurto, vandalismo y consumo de estupefacientes. Los protagonistas de esas veladas son hoy gente madurita, varios con hijos y alguno con puestos relevantes en empresa p¨²blica y privada. As¨ª que, aunque los delitos hayan prescrito, la mayor¨ªa pide mantener el anonimato. Da su ven¨ªa para dar su nombre y apellido el compa?ero Jordi Gos¨¢lvez, que es cort¨¦s, valiente y un poco inconsciente, mientras que los dem¨¢s prefieren que se les identifique a unos simplemente como militantes anta?o de Gol Gran y a otros como estudiantes de periodismo. Pero como dec¨ªa Pedro Cort¨¦s: ¡°Valencia es muy peque?a y aqu¨ª nos conocemos todos¡±.
La llave de la ¡®Torre B¡¯
Empecemos con los de Gol Gran. En aquellos a?os, la relaci¨®n del Valencia con sus grupos de animaci¨®n era estrecha. Ten¨ªan sus tiranteces, porque la cabra tira al monte y la visi¨®n de las cosas entre los grupos de j¨®venes aficionados y los gestores de un club a veces son como agua y aceite, pero el trato era personal. El v¨ªnculo con Gol Gran era Antonio Company, un tipo afable, entra?able, valencianot y tambi¨¦n confiado. Ellos le informaban de sus performance de tifos y pancartas y ¨¦l les abr¨ªa la puerta de Mestalla para poder montarlas con tiempo. Hasta ten¨ªan un almac¨¦n propio dentro del estadio para guardar su material. Un d¨ªa, en un descuido, Company dej¨® a unos cuantos solos en un cuarto donde se guardaban muchas de las llaves de Mestalla y claro, el llavero donde pon¨ªa ¡®Torre B¡¯ con su correspondiente tesoro met¨¢lico acab¨® en el bolsillo de uno. Se pueden imaginar qu¨¦ pas¨® despu¨¦s.
En una noche de farra, una de tantas, alguno dir¨ªa ¡°no hay huevos¡± y otro ¡°sujeta el cubata¡±. Y a Mestalla que entraron cuando el reloj marcaba las 12. Entonces, eran otros tiempos, de ah¨ª la importancia del contexto, nadie vigilaba por las noches el estadio y ese grupo de ¡°cinco o seis¡±, con sigilo a la entrada por si acaso aparec¨ªa alguien con linterna y despu¨¦s con algarab¨ªa al comprobar que estaban solos, camparon a sus anchas por todos los rincones del recinto. El sentimiento de pertenencia por el Valencia llevado al extremo, porque literalmente se pensaban que Mestalla les pertenec¨ªa. O al menos lo hicieron suyo durante varias veladas.
La ruta comenzaba en el c¨ªrculo central, en mitad del c¨¦sped, entre gradas vac¨ªas y silencio de catedral. All¨ª se tomaban unas cu¨¢ntas copas y ¡°alg¨²n que otro canuto¡±. A lo botell¨®n de p¨¢rking de Spook. Aquello se repiti¨® ¡°tres o cuatro noches m¨¢s¡±, as¨ª que en una de ellas alguno apareci¨® con un bal¨®n y ¡°todos pudimos marcar un gol en Mestalla¡±. Pero hicieron m¨¢s que eso. En sus veladas prohibidas en el estadio se tomaron infinidad de cervezas en el asiento presidencial del palco, improvisaron alguna que otra rueda de prensa ¡°imitando la voz de Jorge Valdano¡± y camparon a sus anchas por los vestuarios, donde Otero y Sietes se dejaron tras un partido unas chanclas con su nombre que nunca m¨¢s volvieron a ver.
De las fechas de sus visitas solo recuerdan una, por lo que pas¨® antes y por lo que all¨ª fueron a ver despu¨¦s: 18 de marzo de 1997. Ese d¨ªa el Valencia cay¨® eliminado de la Copa de la UEFA a manos del Schalke 04 y de madrugada se disparaba el castillo de la ¡®Nit del Foc¡¯. ¡°?Qu¨¦ mejor lugar para ver los fuegos artificiales de Fallas que desde lo m¨¢s alto de la Grada de la Mar!¡±. Raz¨®n no les falta, la verdad. Sus botellones en Mestalla acabaron un d¨ªa que fueron a entrar y la cerradura hab¨ªa sido cambiada, alguien del club se percatar¨ªa que del estadio, de vez en cuando, ¡®desaparec¨ªan¡¯ cosas o quiz¨¢s alg¨²n operario se encontr¨® alguna botella en mitad del c¨¦sped rodeada de colillas, y esa imagen no le cuadr¨® demasiado.
El partido clandestino del 15 de febrero de 2001
La aventura de los estudiantes de periodismo fue posterior. En concreto, la noche del 15 de febrero de 2001. No la recuerdan porque fuera jueves, noche universitaria por excelencia en la ciudad. La guardan en la memoria porque fue en 2001, como ¡®Odisea en el espacio¡¯, y porque el d¨ªa anterior hab¨ªa debutado Pablo Aimar con el Valencia contra el Manchester United en partido de Champions, un futbolista que para esa generaci¨®n de valencianistas fue su Liam Gallagher del f¨²tbol, su Marty McFly del bal¨®n. Y Aimar debut¨® el d¨ªa de San Valent¨ªn.
La cosa es que estaban ellos de botell¨®n en el aparcamiento situado detr¨¢s de la Grada de Sillas Gol. A uno la vejiga le dijo basta y a una de las puertas de Mestalla que se fue a descargar. Quien haya ido alguna vez algo tocado de alcohol a miccionar sabe que un acto reflejo es apoyar la palma de la mano en la pared para no tambalearte de m¨¢s. Y cu¨¢l fue su sorpresa cuando, concentrado en su quehacer, la puerta de repente se abri¨®. Raudo y entusiasmado fue corriendo a compartir tal descubrimiento con todos sus colegas.
La puerta, intuyen, se la dejar¨ªa abierta alg¨²n operario por descuido, porque Mestalla en esa ¨¦poca estaba de reformas. Pero a ellos, ¡°¨¦ramos unos nueve o diez¡±, ese desliz les llen¨® de felicidad. Obviamente accedieron con precauci¨®n, con el sigilo del delincuente entrando en morada ajena, pero por m¨¢s que se adentraban, nadie les cortaba el paso. As¨ª que, en ese instante, seguramente, se reprodujeron las famosas frases de los atributos masculinos, seguida de la del suj¨¦tame esto que ver¨¢s si me atrevo, y uno se march¨® veloz a por un bal¨®n que ten¨ªa en el maletero de su coche.
Las luces de los vomitorios estaban encendidas, quiz¨¢s para despistar a quienes pensaran entrar con intenciones delictivas al estadio, pero a ellos les permiti¨® tener algo de iluminaci¨®n mientras sub¨ªan y bajaban por la banda como Vicente, se hac¨ªan fuertes en el centro del campo como Albelda, hac¨ªan cambios de juego como Baraja o remataban a porter¨ªa como Juan S¨¢nchez. Pasada media hora, a alguno le entrar¨ªa el canguelo o simplemente sus cuerpos no estaban para m¨¢s. As¨ª que se fueron por donde vinieron, no sin antes subirse al larguero como Quique en la final de Copa del Bernab¨¦u del 54 para inmortalizar el momento con una Polaroid. Pero esa foto ¡°no te la dejo publicar¡±, porque alguno, futbolistas clandestinos en una noche de invierno, decidi¨® que lo mejor era posar ante la c¨¢mara casi como vino al mundo y no es plan de a?adir exhibicionismo a su retah¨ªla de delitos cometidos.