Bellingham, un imperio brit¨¢nico

Qui¨¦n sabe si este Cl¨¢sico 255 acabar¨¢ siendo clave en la Liga, pero s¨ª quedar¨¢ para la historia que fue el primero en el ol¨ªmpico Montju?c y lo gan¨® un ingl¨¦s que estuvo por encima del Bar?a y hasta del Madrid. All¨ª, sobre la monta?a m¨¢gica, el Bar?a fue mejor, sin presumir, durante tres cuartas partes del encuentro. Hasta que Bellingham, con la ayuda de un fabuloso Modric, lo cambi¨® todo. En realidad, el ingl¨¦s, de solo 20 a?os, ha cambiado el Madrid de arriba a abajo en dos meses. Una aparici¨®n m¨¢s que un refuerzo. Y Gil Manzano, enca?onado por tanta pol¨¦mica previa, sali¨® ileso del bombardeo con su uniformidad de criterio: obvi¨® un penaltito de Tchouameni y otro de Ara¨²jo.

El partido lleg¨® con un principio de cautela bajo el brazo. Qued¨® probado con la alineaci¨®n de Mendy en la izquierda, suerte natural, a costa de guardarse los pulmones de Camavinga; con la ausencia de salida de los tres revividos expr¨¦s en el Bar?a (Kound¨¦, Raphinha y Lewandowski, de sur a norte); con la adici¨®n de un cuarto centrocampista en el once de Xavi, Ferm¨ªn, el ¨²ltimo canterano en asomar la cabeza, y con Ara¨²jo en la frontera entre el central derecho y el lateral para echarle el guante a Vinicius, medicina tradicional en los ¨²ltimos Cl¨¢sicos. La cosa quedaba en un 4-4-2 en ataque y un 5-3-2, con Cancelo ayudando en la derecha, en defensa.

Alaba, retratado

Hasta aqu¨ª, lo esperado. Lo inesperado result¨® la presi¨®n alta del Madrid en los primeros minutos. Fue casi un principio fundacional en la renovaci¨®n del equipo que se ha ido olvidando con el paso de los partidos, qui¨¦n sabe si por pereza, por fatiga o por estrategia. El plan funcionaba a medias, pero una cosa es la estrategia y otra los futbolistas. Y el Bar?a, que apenas hab¨ªa pisado campo contrario, se vio con un gol que casi le fabric¨® el Madrid. G¨¹ndogan inici¨® una pared con Ferran, Tchouameni la intercept¨® con un toque hacia atr¨¢s y Alaba, que llegaba con enorme ventaja, meti¨® su pie encogido y le sirvi¨® el tanto al alem¨¢n, que ya hab¨ªa perdido la pelota pero no la fe, que esta vez movi¨® esa monta?a. Hace tiempo que el austriaco sale en demasiadas fotos.

Lo que sigui¨® despu¨¦s fue un remate al palo de Ferm¨ªn cuando Gavi le madrug¨® un bal¨®n a Kroos, dos futbolistas que simbolizaban el encuentro: fiereza en los azulgranas, astenia oto?al en los blancos. Esas aver¨ªas en el motor de arranque son demasiado frecuentes en el equipo de Ancelotti.

Con el marcador a favor, el Bar?a se mec¨ªa en el control del juego, sin permitirse errores y sacando contras sin demasiado ¨¦xito. La m¨¢s notable, una de Jo?o F¨¦lix, que evapor¨® de un ca?o a R¨¹diger y perdi¨® luego el esprint con Carvajal, el ¨²nico con el sistema nervioso en su punto. El Madrid era incapaz de llegar, por falta de inspiraci¨®n general y de Vinicius en particular, que ante la primera discrepancia con Gil Manzano se perdi¨® en quejas y conversaciones. Una de ellas, con Xavi, se alarg¨® demasiado. Ambos van sobrados de pico.

Sin Vinicius el Madrid atacaba con pistolas de agua, inc¨®modo, atascado, lento, desorientado por el genio de Gavi y Ferm¨ªn y el buen orden de G¨¹ndogan. El Bar?a jugaba sin brillantez, pero con inteligencia. No le hac¨ªa falta otra cosa para someter a un rival menor, encogido. Bellingham, su fertilizante en los primeros meses de curso, estaba esperando que atardeciera para salir de caza. Vaya si lo hizo.

La primera parte dej¨® un dato extremadamente revelador: ni un disparo del Madrid entre los tres palos y dos, de dos defensas, R¨¹diger y Carvajal, fuera. Kroos no hab¨ªa sido capaz de sacar ese cami¨®n del barro y mucho menos Tchouameni, que pierde sus poderes en cuanto cruza los Pirineos.

Un ingl¨¦s que es un ej¨¦rcito

El descanso no pareci¨® sacar de su depresi¨®n al Madrid. Tuvo m¨¢s pelota, disfrut¨® de tres medias ocasiones y del primer tiro a puerta, lejano, sin maldad, de Kroos, pero el Bar?a sigui¨® por encima en organizaci¨®n y garra. Tambi¨¦n sus oportunidades ten¨ªan m¨¢s picante. Un cabezazo picado de I?igo Mart¨ªnez se fue al palo y el remate posterior de Ara¨²jo lo salv¨® Kepa con una parada intuitiva.

Ancelotti busc¨® alternativas: Camavinga en la izquierda, que sufri¨® mucho con las llegadas de Cancelo, Modric y Joselu. Un cambio de piezas que no parec¨ªa aventurar un cambio de rumbo hasta que Bellingham, ese futbolista anfibio capaz de recorrer todas las zonas del campo, carg¨® los cien millones que cost¨® en su bota derecha para meter un latigazo brutal, casi desde posici¨®n parada, que super¨® la mano cambiada de Ter Stegen. Todo el trabajo de Gavi con el ingl¨¦s volado por un misil de largo alcance disparado por un jugador que vale para cualquier cosa: todos sus goles hasta ahora hab¨ªan llegado desde dentro del ¨¢rea.

De pronto el partido cambi¨® de manos, pero sin exagerar. El Madrid, muy mejorado por Modric, tuvo m¨¢s sensaci¨®n de mando que ocasiones. Algo similar a lo que hab¨ªa sido el Bar?a durante su hora feliz. Xavi recuper¨® entonces un ataque m¨¢s natural, Raphinha-Lewandowski-Lamine Yamal, y se quebr¨® el partido. Solo entonces fue un Cl¨¢sico de rompe y rasga, al borde del gol en un ¨¢rea y otro, pero el que lo meti¨® fue otra vez Bellingham. Fue en un centro de Carvajal, rozado por Modric y rematado, en territorio del nueve, por el ingl¨¦s, azote de todos los que se han cruzado con ¨¦l hasta ahora.

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