?El Mundo es de Messi!

En la oscura noche de Qatar, a orillas del Golfo P¨¦rsico, el cielo se abri¨® para Argentina y para Messi, la historia escribi¨® el cap¨ªtulo final, el que permite al 10 superarse a s¨ª mismo y al resto, a su leyenda y a todas las anteriores. Donde quiera que est¨¦, Maradona le entreg¨® el cetro, el regalo que le faltaba, el t¨ªtulo que le cost¨® dios y ayuda conquistar ante otro coloso, Mbapp¨¦.

Fue una final para el recuerdo, un partido que pasa a la historia por su desenlace y su nudo, por haber permitido presenciar una batalla entre dos gigantes, el que nunca se resisti¨® a morir y al que cuesta m¨¢s que a nadie matar. Uno de los partidos de los Mundiales, decidido en los penaltis con un gran Dibu Mart¨ªnez y tras una pr¨®rroga ag¨®nica, maravillosa.

La final tuvo de todo. La entendi¨® mejor Scaloni de entrada y Deschamps, luego. La aparici¨®n de Di Mar¨ªa por la izquierda revent¨® el arranque. No s¨®lo fue novedad en el once, sino que adem¨¢s cambi¨® de banda respecto a lo habitual y abras¨® a los franceses. Sabedor de que Demb¨¦l¨¦ no ayuda en defensa, el seleccionador argentino encontr¨® con ¨¦l la llave para abrir la defensa gala.

Enzo Fern¨¢ndez, descomunal, y Messi, que tambi¨¦n quer¨ªa fiesta por dentro, combinaban con una tendencia natural para conducir las jugadas a la misma banda, la izquierda. En esas, en una de las pocas veces en las que Demb¨¦l¨¦ baj¨® en auxilio de Kound¨¦, Di Mar¨ªa le encar¨®, pis¨® el ¨¢rea y cay¨® al suelo ante la torpeza del extremo cul¨¦ por detr¨¢s.

No pareci¨®, vista la repetici¨®n, un contacto excesivamente n¨ªtido sobre las piernas centelleantes del extremo argentino, pero el ¨¢rbitro se?al¨® penalti m¨¢s por negligencia de Demb¨¦l¨¦ que por cualquier otro motivo. Messi, con su forma de lanzarlos tan pausada de este Mundial, aprovech¨® la concesi¨®n y adelant¨® a Argentina.

Francia, irreconocible, no encontraba remedio a sus males. El dominio argentino sigui¨® y vino acompa?ado de un segundo tanto sensacional. Un laberinto cerca de la banda lo convirti¨® Argentina en un cl¨ªnic al contragolpe para dibujar un gol de bandera. Mac Allister combin¨® con Messi, capaz de abrir los mares con un toque, Juli¨¢n vio de nuevo en carrera al centrocampista y este puso en bal¨®n en bandeja a Di Mar¨ªa, que vino por detr¨¢s con el aliento de un pa¨ªs entero empuj¨¢ndole.

No era f¨¢cil de imaginar un ejercicio de superioridad futbol¨ªstica tan amplio en una final, pero ocurri¨®. De hecho, oblig¨® a Deschamps a cambiar cromos antes del descanso. Retir¨® al deambulante Demb¨¦l¨¦ y a Giroud, enfadado, para dar entrada a Thuram y Kolo Muani. Mbapp¨¦ pas¨® al centro y el t¨¦cnico galo asumi¨® su torpeza en el planteamiento inicial, o al menos el acierto de Scaloni con Di Mar¨ªa.

Cambio de jugadores y de escenario

Francia pas¨® a dominar, inocente, y cuando a Di Mar¨ªa se le acabaron las pilas, apareci¨® Acu?a para seguir insistiendo por ah¨ª. Deschamps quem¨® sus naves a la vista de que los argentinos se ve¨ªan levantando la copa con demasiado tiempo por delante y poca fuerza en las piernas. Entr¨® Camavinga de lateral izquierdo y se fue Griezmann, in¨¦dito, en un equipo sin m¨¢s ideas que intentar convencer a Mbapp¨¦ de la remontada.

Pero en un Mundial en el que todo es imprevisible, uno sin sentido alguno, uno maravilloso, el futuro de la final a¨²n estaba por escribir. Se encarg¨® de ello Kylian Mbapp¨¦. Los cambios de Deschamps y el baj¨®n f¨ªsico argentino fueron una bendici¨®n para la gacela francesa. Todo comenz¨® con un error de Otamendi, confiado, que perdi¨® la cartera ante Kolo Muani. El central acab¨® derribando al espigado delantero y el penalti lo anot¨® la estrella francesa.

El ¨¦xtasis franc¨¦s se redobl¨® cuando Mbapp¨¦, de nuevo Mbapp¨¦, empalm¨® en el ¨¢rea un bal¨®n descubierto entre la defensa argentina, expuesta tras una p¨¦rdida de bal¨®n de Messi en su intento por retener la pelota. Quedaban diez minutos y en apenas uno Francia hab¨ªa hecho saltar el sue?o de los argentinos, el de una hinchada a la que le cost¨® asimilar lo que estaba viendo. M¨¢s a¨²n cuando la reacci¨®n furibunda de la campeona del mundo casi le manda a la lona del todo. Con Mbapp¨¦ desatado, los nervios aparecieron y tambi¨¦n el poder¨ªo franc¨¦s, incontrolable seg¨²n fue avanzando el encuentro. A¨²n as¨ª, Messi pudo decidir antes de pasar a la pr¨®rroga. Lloris, siempre de guardia, salv¨® como de costumbre.

El tiempo extra fue un drama permanente, un momento para recordar por siempre en los Mundiales. Scaloni corrigi¨® la sangr¨ªa y meti¨® piernas nuevas en Paredes y Lautaro. Argentina volvi¨® a respirar, a tomar el control, y fue acumulando opciones del propio Lautaro que se fueron al limbo.

Faltaba la epopeya, el cierre m¨¢gico a la historia, el desenlace que lo hiciera eterno, legendario, hist¨®rico. Messi, tras la angustia del VAR, hizo el tanto que parec¨ªa cerrar el c¨ªrculo, pero, cuando solo los genios resurgen, Mbapp¨¦ logr¨® de nuevo de penalti por mano de Montiel el tanto que llevaba el duelo a la ¨²nica manera de desnivelarlo, incre¨ªble manera, pues Kolo Muani y Lautaro pudieron marcan antes en la agon¨ªa de un final tremendo.

En la tanda apareci¨® el Dibu para detener los tiros de Coman y Tchouameni y refrendar el t¨ªtulo que convierte a Argentina en campeona por tercera vez y a Messi leyenda de todos los tiempos, con permiso del resto, de Di St¨¦fano, de Cruyff, de Pel¨¦, de aquel Maradona que un d¨ªa hizo lo que Messi y esta vez habr¨¢ disfrutado, donde quiera que est¨¦, de un duelo colosal saldado por fin a favor de su pa¨ªs y de su eterno sucesor. Hoy Messi ya es m¨¢s que eso. Hoy Messi ya es el mejor sin discusi¨®n.