Brasil baila a Corea

Pasen y vean. Se lo pide una Brasil que aspira a hermanarse con las del 70 y el 82. La primera fue un hurac¨¢n. La segunda muri¨® de autocomplacencia, ese adversario que tantas veces le ha sacado de los Mundiales. Esta a¨²n no conoce su futuro, pero dej¨® ante Corea una antolog¨ªa de fantas¨ªa y eficacia. Lo primero siempre estuvo ah¨ª. Lo segundo qued¨® en el aire tras la fase de grupos. Raphinha, Neymar, Richarlison y, sobre todo, Vinicius dibujaron un partido de animaci¨®n para adultos a costa de Corea, reducida a pelele. Se puede ganar de muchas formas y todas sirven, pero Brasil sigue adornando las victorias como ninguna otra.

Brasil ser¨¢ la ¨²ltima en salirse de la pizarra. En un f¨²tbol ya mayoritariamente de ciencias (puras, en el caso de Corea), la canarinha a¨²n es de letras. Cada vez menos, porque contrarresta su abundancia de jugadores de fantas¨ªa con entrenadores m¨¢s prosaicos, de Scolari a Tite. Ni ellos pueden reeducar a los revoltosos. Jugadores como Militao, Marquinhos o Casemiro empaquetan los triunfos, pero son Vinicius, Raphinha, Richarlison o Neymar los que trabajan en la cadena de montaje.

Con Vinicius empez¨® todo

No pudo ser de otra manera. Todo empez¨® con un regate, suerte de la que Brasil es primer productor mundial. Fue de Raphinha, que empalm¨® el dribling con una pared y un centro raso al segundo palo que acab¨® en Vinicius. El extremo del Madrid lo par¨®, busc¨® el ¨¢ngulo ciego entre el bosque de defensores coreanos que malproteg¨ªan la meta y por ah¨ª meti¨® el bal¨®n con delicadeza. La pausa fue la clave. Esa no la trajo del Flamengo, la curs¨® en Madrid, donde le ense?aron que para disparar conviene apuntar antes.

A favor de obra Brasil est¨¢ en su salsa. Nadie abusa m¨¢s de la pelota y de una ventaja temprana, que se dobl¨® gracias a un penalti de pardillo de Jung Woo-young. Fue al despeje y Richarlison meti¨® su bota una d¨¦cima antes. Los coreanos llevan diez Mundiales consecutivos, pero a¨²n no han perdido la inocencia. Neymar, con un tobillo hecho pur¨¦, transform¨® la pena m¨¢xima de modo estrafalario, con un tirito sin fuerza ni colocaci¨®n ante el que Kim Seung-yu hizo la estatua. Fin del partido y comienzo del espect¨¢culo.

El festival

Lo que vino despu¨¦s fue una verbena verdeamarelha, una juerga de samb¨®dromo. Con Corea fuera de servicio, porque el resultado le hizo perder hasta su ¨²ltimo refugio, el orden, Brasil entr¨® en modo Bolshoi. Andando sobre las aguas marc¨® dos tantos m¨¢s antes del descanso, candidatos ambos al Premio Puskas. En el 3-0, Richarlison dio tres toques de cabeza antes de combinar con Marquinhos y recibir medio gol de Thiago Silva. Los dos centrales haciendo juegos de magia. El 4-0 se lo invent¨® Vinicius, que est¨¢ m¨¢s en la l¨ªnea creativa. Lleg¨® a su esquina del ¨¢rea y aplic¨® una cuchara hacia el lado opuesto que empalm¨® de volea Paquet¨¢. Corea se justific¨® con dos remates que sac¨® Alisson, pero antes del descanso fue un juguete frente a esa estrella de cinco puntas: Paquet¨¢, Raphinha, Neymar, Vinicius y Richarlison. La paliza pudo ser hist¨®rica de no haber mediado la propensi¨®n del quinteto a querer apuntarse el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa de la noche.

Cansada de jugar, Brasil se puso a pensar tras el descanso, ech¨® cuentas de lo que a¨²n le queda, dio por concluido el show time y luci¨® a su portero, Alisson, que le quit¨® un gol a Son y otro a Hwan Hee-chon. Tampoco por ah¨ª tiene un pase el grupo de Tite. El resto fue un rondo ornamental, con llegadas puntuales, un cierto descanso activo, alg¨²n que otro tributo (Alves tuvo media hora, se premi¨® al meta Weverton, el ¨²nico que no hab¨ªa jugado a¨²n ni un minuto) y un golazo de Jung Woo-young, que se guardar¨¢ para ¨¦l y que no servir¨¢ para demostrar que hubo partido.