La dimisi¨®n de Rubiales que no fue: ?estrategia o cambio de opini¨®n?

¡°?No voy a dimitir!¡±. Pocas veces cuatro palabras habr¨¢n sorprendido a tantas personas. Luis Rubiales dej¨® boquiabierto a todo el pa¨ªs cuando este viernes anunci¨® en la Asamblea de la Federaci¨®n su decisi¨®n de continuar en la presidencia de la RFEF. Un cambio de opini¨®n respecto a la palabra ¡°dimisi¨®n¡±, que inund¨® la redacci¨®n de la mayor¨ªa de medios de comunicaci¨®n en la tarde del jueves. Durante esa ma?ana, sonaron ruido de sables entre los presidentes de las territoriales. De ese s¨®lido grupo de fieles a Rubiales, empezaron a salir varios cr¨ªticos que quer¨ªan darle la espalda. Ese rev¨¦s, junto a la investigaci¨®n abierta por FIFA, dejaron al presidente acorralado. Tras una reuni¨®n en la Ciudad del F¨²tbol entre Luis Rubiales, su c¨ªrculo de mayor confianza y algunos l¨ªderes de las territoriales, uno de ellos su delf¨ªn, Pedro Rocha, varios barones recib¨ªan la informaci¨®n de que el presidente hab¨ªa decidido dimitir ante las presiones pol¨ªticas. Las territoriales resolvieron entonces mantener su postura de asistir en bloque a la Asamblea General.

Este viernes, pasadas las 10:30h, Luis Rubiales se reuni¨® con 18 de esos presidentes regionales. El m¨¢ximo mandatario de la territorial vasca ya hab¨ªa anunciado su ausencia. Los asistentes a dicho encuentro esperaban que el presidente les comunicara su intenci¨®n de anunciar en la Asamblea General su dimisi¨®n. Sin embargo, se encontraron con una sorpresa: Rubiales hab¨ªa cesado a todos los vicepresidentes de la RFEF, salvo a Pedro Rocha. Tras darles esa noticia, Rubiales les lanz¨® una pregunta: ¡°?Vosotros confi¨¢is en m¨ª? Entonces esperad a la Asamblea para saber lo que voy a hacer¡±. La ¨²nica voz cr¨ªtica, en ese momento, fue la de Rafael del Amo, presidente de la Federaci¨®n navarra, que le pidi¨® que dimitiera. Esper¨® hasta ese momento porque prefer¨ªa dec¨ªrselo a la cara y que no se enterara por intermediarios ni por comunicados. El resto no mostr¨® oposici¨®n a un Rubiales que cre¨ªan que ya estaba derrotado, pero si hubo quien le exigi¨® explicaciones a su actuaci¨®n en la final del Mundial. La medida de dejar solo a Rocha como vicepresidente se entendi¨® como un movimiento para dejar un ¡®heredero¡¯ y que as¨ª reinara la paz en la RFEF, evitando una lucha de poder entre los barones. Muchos de ellos hab¨ªan sido sondeados sobre su postura respecto a la decisi¨®n de que Rocha fuera quien tomara el mando. La mayor¨ªa se posicion¨® a favor.

La sorpresa de todos fue may¨²scula cuando, a las 12:25 horas, Luis Rubiales anunciaba su decisi¨®n: ¡°?No voy a dimitir!¡±. Los barones, que varios se encontraban arriba en el escenario, se intercambiaron miradas. Estaban at¨®nitos. Y muchos de ellos, cuando Rubiales fue a tomar asiento y gran parte de la Asamblea se puso en pie, miraron a otro lado y ni aplaudieron. A partir de ese momento, entre las territoriales empez¨® a correr la teor¨ªa de que la filtraci¨®n de la dimisi¨®n de Rubiales hab¨ªa sido una estrategia y no solo un cambio de opini¨®n de ¨²ltima hora. Ya que, la noche anterior, a pesar de los mensajes que llegaban desde el seno de Las Rozas, varios lideres territoriales empezaron a dudar de si era verdad la decisi¨®n de dimitir. Una de las teor¨ªas que manejan algunos de los barones es que corrieron la voz de su salida para lograr el quorum suficiente con el que poder celebrar la Asamblea. Ya que, tras la tormenta de renuncias de muchos clubes, en la RFEF se tem¨ªa que varios de los presidentes territoriales, si llegan a saber que el presidente no iba a dimitir, no hubieran estado presente este viernes en el Sal¨®n Luis Aragon¨¦s de la Ciudad del F¨²tbol. Esto provocar¨ªa que la Asamblea no se hubiera podido celebrar. Una muestra de esto es que horas despu¨¦s varios de los miembros de la Junta Directiva de la RFEF, todos ellos hombres de confianza de Luis Rubiales, presentaron su dimisi¨®n. Hab¨ªan confiado en ¨¦l y no le hab¨ªan querido dejar solo en lo que pensaban que iba a ser su despedida, pero se encontraron con un ¡®No dimito¡¯ que no les gust¨®. Ellos, en cambio, s¨ª son los que dicen adi¨®s.