Jolly, Polly, Dolly y Molly hab¨ªan abierto la cremallera de la tienda de campa?a y nos contemplaban fijamente.
¡ª?Vamos, arriba, que ya es hora! ¡ªbram¨® Dolly, enfurru?ada.
¡ª?Hace un d¨ªa precioso y tenemos una gran sorpresa! ¡ªdijo Jolly, sonriendo.
Me incorpor¨¦ dentro del saco de dormir.
A mi alrededor estaban mis compa?eros, con cara de sue?o.
¡ª??Qu¨¦ ocurre, ha pasado algo!? ¡ªpregunt¨® Angustias, alarmado.
¡ª?Ya est¨¢ el desayuno? ¡ªdijo Tomeo, levant¨¢ndose de un salto.
¡ª?Est¨¢ a punto de empezar la competici¨®n de f¨²tbol! ¡ªdijo Jolly.
¡ª?Ay, qu¨¦ pena, ya se acaba todo! ¡ªse lament¨® Polly.
¡ª?Esperemos que no se lesione nadie el ¨²ltimo d¨ªa! ¡ªsuspir¨® Molly.
¡ª?Cu¨¢l es la sorpresa? ¡ªpregunt¨® Helena a las cuatrillizas.
Ellas cuatro se miraron, emocionadas.
¡ªEsta noche hemos ido al pueblo en bicicleta¡ ?y hemos conseguido un trofeo nuevo! ¡ªanunci¨® Jolly.
Entre las cuatro sosten¨ªan¡ ?una gran copa dorada!
Ten¨ªa m¨¢s o menos el mismo tama?o que el Tr¨¦bol de Oro, pero si te fijabas bien era muy distinta.
Hab¨ªan tachado una inscripci¨®n en la base: Competici¨®n de Pesca. 1er Premio.
Y hab¨ªan puesto a mano: El Tr¨¦bol de Oro. Campeones.
La observamos un poco desilusionados.
Era bastante¡ fea.
Ten¨ªa dibujada por ambos lados la figura de un pescador lanzando una ca?a.
¡ªEs lo mejor que hemos encontrado ¡ªse disculp¨® Polly.
¡ªNo quer¨ªamos que este a?o el equipo ganador se quedara sin premio ¡ªa?adi¨® Jolly¡ª. Es una copa dorada, muy parecida a la original. ?A que mola?
¡ªS¨ª, s¨ª¡ muy¡ chula¡ y lo de la pesca es muy¡ original ¡ªcontest¨® Marilyn.
Jolly la levant¨® con las dos manos y dio unos saltitos.
¡ª?Ya tenemos trofeo! ?Ya tenemos trofeo! ¡ªexclam¨®¡ª. ?Voy a ense?¨¢rselo a los dem¨¢s!
Se alej¨® en direcci¨®n a las otras tiendas.
¡ªEs fe¨ªsimo, ya lo s¨¦ ¡ªdijo Dolly, malhumorada¡ª. Pero a mi hermana le hace ilusi¨®n, as¨ª que no dig¨¢is nada.
¡ªNos ha costado toda la noche ir y volver al pueblo para encontrarlo ¡ªapunt¨® Polly.
¡ªCasi nos perdemos en el bosque, estaba oscur¨ªsimo, y eso que conocemos muy bien estas monta?as, y hemos pinchado las bicicletas dos veces, podr¨ªa haber ocurrido una desgracia ¡ªa?adi¨® Molly.
¡ªNo os qued¨¦is ah¨ª alelados, venga, arriba ¡ªzanj¨® Dolly.
Y se fueron detr¨¢s de su hermana, mostr¨¢ndole el trofeo de pesca a los otros equipos participantes.
En cuanto nos quedamos solos, nos miramos, escamados.
¡ªNo s¨¦ a qui¨¦n quieren enga?ar ¡ªgru?¨® Toni¡ª. Seguro que han aprovechado la noche para esconder el trofeo aut¨¦ntico. Eso que han contado es una excusa.
¡ªPues a m¨ª me ha gustado la copa esa, con la ca?a ¡ªdijo Ocho¡ª. Me recuerda a mi t¨ªo Octavio, que siempre nos lleva de pesca al r¨ªo...
¡ª?Eso es lo de menos! ¡ªle cort¨® Camu?as¡ª. Tenemos que encontrar una prueba o se saldr¨¢n con la suya. Esas cuatrillizas son astutas y escurridizas.
¡ªQuedan pocas horas y se acabar¨¢ el campamento ¡ªrecord¨® Anita¡ª. Ha empezado la cuenta atr¨¢s.
¡ª?Jugamos al f¨²tbol o a resolvemos el misterio? ¡ªpregunt¨® Tomeo, dudoso¡ª. ?Yo dos cosas a la vez no puedo hacer!
¡ª?S¨ª que puedes! ¡ªasegur¨® Helena¡ª. ?Somos los Futbol¨ªsimos! ?Tenemos que ganar ese partido! ?Y encontrar una prueba definitiva! ?A por ellos!
¡ª?A por ellos! ¡ªcoreamos todos.
¡ªComo Pakete no puede jugar, que se encargue de espiar a las cuatrillizas mientras nosotros nos centramos en el triangular ¡ªpropuso Toni.
¡ªBien pensado ¡ªdijo Camu?as, mir¨¢ndome¡ª. Confiamos en ti, Pakete. Hala, a por ellos. Y¡ a por ellas. O sea, a por las cuatrillizas. Bueno, ya me entend¨¦is.
¡ª?Y a por el desayuno! ¡ªrecord¨® Tomeo.
Mis compa?eros fueron saliendo de la tienda.
Yo resopl¨¦, agobiado.
Segu¨ªa castigado.
No podr¨ªa hacer lo que m¨¢s me gustaba en el mundo: jugar al f¨²tbol con mis amigos.
Helena con hache se acerc¨® a m¨ª.
¡ªNo te preocupes ¡ªdijo¡ª. Seguro que te perdonan y al final puedes jugar.
¡ªNo s¨¦ yo¡
¡ª?Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
Un pitido nos interrumpi¨®.
¡ª?Atenci¨®n, participantes, ten¨¦is quince minutos para desayunar! ¡ªavis¨® el comandante Corominas¡ª. ?Y despu¨¦s, a las diez en punto exactamente, empezar¨¢ la prueba final de la competici¨®n: el triangular de f¨²tbol!
Todos se dirigieron hacia la caba?a.
Al verme, el comandante me se?al¨®.
¡ªComo soy magn¨¢nimo, te permitir¨¦ desayunar con tus compa?eros y pasar el ¨²ltimo d¨ªa en el campamento ¡ªdijo, rasc¨¢ndose la barba¡ª. ?Pero no podr¨¢s jugar al f¨²tbol, ya lo sabes!
De remate, hizo sonar el silbato una vez m¨¢s:
¡ª?PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
En la caba?a, todo el mundo parec¨ªa ir a lo suyo.
Los guardias, las cuatrillizas y el propio Corominas desayunaban en la mesa principal, junto a las ventanas.
Los del Boca Juniors estaban en al fondo, con su entrenadora Rosaura, repasando algunas t¨¢cticas, muy concentrados.
Los del Manchester City com¨ªan fruta y cereales; mientras, su entrenador, el tipo bajito malencarado, pasaba a su lado de pie y les iba diciendo cosas del partido.
Nosotros, sin embargo, est¨¢bamos m¨¢s pendientes de lo que ocurr¨ªa alrededor que de preparar la competici¨®n.
¡ªNo os preocup¨¦is ¡ªdijo Felipe¡ª, en cuanto se conf¨ªen, las pillaremos por sorpresa y zas.
¡ª?Te refieres a las cuatrillizas¡ o al Boca Junior¡ o al Manchester City¡ o a qui¨¦n? ¡ªpregunt¨® Ocho¡ª. Yo es que no me aclaro.
¡ªHay que centrarse en el partido ¡ªorden¨® Alicia.
¡ªY en el robo ¡ªrecord¨® mi padre, que tambi¨¦n estaba all¨ª con nosotros¡ª. Tenemos la obligaci¨®n moral de aclarar este misterio, solo nos falta una prueba s¨®lida¡
¡ªAs¨ª nos vamos a liar, Emilio ¡ªdijo mi madre¡ª. Los ni?os, al f¨²tbol; nosotros al misterio.
¡ªBien dicho, Juana ¡ªapostill¨® Laura¡ª. El Soto Alto unido saldr¨¢ victorioso de esta situaci¨®n. O eso espero.
¡ªBobadas ¡ªneg¨® el abuelo Benem¨¦rito¡ª. Lo ¨²nico que vais a conseguir es perder el partido y que esas cuatro granujillas se salgan con la suya. No dig¨¢is que no os he avisado.
Era la primera vez que compart¨ªamos un misterio con todos los adultos del grupo.
Y, la verdad, en lugar de ayudar, nos estaban poniendo m¨¢s nerviosos.
Observ¨¦ a las cuatrillizas en su mesa, parec¨ªan tan contentas, como si no hubiera pasado nada. Compart¨ªan tostadas, leche, fruta y mermeladas como si tal cosa.
Desde luego, disimulaban muy bien.
Helena se levant¨® antes de terminar el desayuno y se acerc¨® a Parker Parkenson. Cuchichearon algo. Y me miraron de reojo.
Ya est¨¢bamos.
¡ªQu¨¦ maja es esta chica, hablando con los rivales antes del partido decisivo ¡ªse?al¨® Felipe.
¡ªEs un ejemplo de deportividad, desde luego ¡ªafirm¨® Laura¡ª. Como alcaldesa del pueblo, yo tambi¨¦n voy a saludar a nuestros rivales.
Laura se acerc¨® a las otras mesas y fue estrechando las manos de unos y otros.
Incluso se hizo un selfi con Parker y otro con el comandante Corominas, que acept¨® a rega?adientes.
¡ªAqu¨ª, por lo visto, todo el mundo ha recuperado su m¨®vil ¡ªprotest¨® Toni¡ª. Seguro que luego lo sube a sus redes, c¨®mo le gusta el postureo.
¡ªPues anda que a ti ¡ªreplic¨® Anita, gui?¨¢ndole un ojo.
Antes de salir de la caba?a, le pregunt¨¦ a Helena:
¡ª?Qu¨¦ hablabas con Parker? ?Por qu¨¦ me mirabais?
¡ªPor nada. ?l tambi¨¦n est¨¢ preocupado por el robo, acu¨¦rdate.
¡ªPero¡
No pude continuar, porque mi madre me pas¨® la mano por el pelo y me lo revolvi¨®, como si fuera un ni?o peque?o.
¡ªAy, mi chiquit¨ªn, que est¨¢ un poco mustio porque no puede jugar ¡ªdijo¡ª. ?Comandante, no sea aguafiestas y d¨¦jele jugar! ?Que son ni?os!
¡ªNo, no y mil veces no ¡ªzanj¨® Corominas¡ª. Tiene que aprender la lecci¨®n.
Y movi¨® la mano para que fu¨¦ramos saliendo todos de la caba?a.
¡ª?Piiiiiiiiiiii! ?Piiiiiiiiii! ?Piiiiiiiii! ?Vamos, vamos!
¡ªQu¨¦ acelga es este t¨ªo ¡ªmurmur¨® mi madre¡ª. Pero t¨² no te agobies, Francisco, que yo te quiero much¨ªsimo.
Y all¨ª en medio, ?me dio un beso en la mejilla de esos que se oyen desde muy lejos!
?Muuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaac!
Lo que faltaba.
Pude o¨ªr las risas de Toni, Camu?as y compa?¨ªa, aunque en esos momentos, me dio igual.
Lo ¨²nico que me importaba es que me iba a perder el partido.
Y que no encontr¨¢bamos una prueba definitiva del robo.
Hab¨ªan colocado dos porter¨ªas en un prado detr¨¢s del campamento.
Tambi¨¦n hab¨ªan llevado hasta all¨ª el marcador electr¨®nico.
Los tres equipos y acompa?antes nos reunimos en el campo unos minutos antes de las diez de la ma?ana.
Empezamos a calentar.
Prepar¨¢ndonos para lo que se ven¨ªa.
Yo tambi¨¦n me hab¨ªa puesto la equipaci¨®n del Soto Alto, como mis compa?eros. Quer¨ªa sentirme uno m¨¢s.
Corominas se plant¨® en el centro del campo.
¡ª?Bienvenidos a la prueba final: un torneo de f¨²tbol entre los tres equipos! ¡ªanunci¨®.
Se oyeron algunos aplausos, sobre todo de los guardias, que le segu¨ªan a todas partes.
¡ªCada partido tendr¨¢ un solo tiempo de treinta minutos ¡ªinform¨® Corominas¡ª. Al igual que en las otras pruebas, el equipo ganador se llevar¨¢ diez puntos, el segundo ocho puntos, y el tercero seis puntos, que se sumar¨¢n al c¨®mputo global.
¡ªTenemos que ganar si queremos tener alguna oportunidad ¡ªdijo Anita.
¡ªEl equipo campe¨®n del torneo se llevar¨¢ esa copa tan bonita ¡ªa?adi¨® el comandante.
Y se?al¨® a las cuatrillizas, que sosten¨ªan la copa de pesca.
¡ª?A que es preciosa? ¡ªdijo Jolly, orgullosa.
¡ªS¨ª, una maravilla ¡ªasinti¨® el comandante.
¡ªQue sigan disimulando esas cuatro ¡ªsusurr¨® Camu?as¡ª. Lo que no se imaginan es que sabemos que son las ladronas, que las estamos vigilando y que en cualquier momento encontraremos una prueba definitiva.
¡ªLa verdad es que yo tampoco me lo imagino ¡ªdijo Angustias.
Por una vez, Angustias ten¨ªa raz¨®n: no parec¨ªa que fu¨¦ramos a pillarlas ni a conseguir una prueba ni nada.
Ten¨ªamos que hacer algo ya mismo.
¡ª?D¨®nde duermen las cuatrillizas? ¡ªpregunt¨¦ en voz baja.
¡ªEn la caba?a, me parece ¡ªdijo Marilyn.
¡ªHay que registrarla ahora, aprovechando que est¨¢ aqu¨ª todo el mundo ¡ªpropuse¡ª. Yo me encargo.
Mis compa?eros me miraron con una mezcla de admiraci¨®n y sorpresa.
¡ªEres el h¨¦roe de los detectives, Pakete ¡ªdijo Camu?as, muy serio¡ª. Buena suerte. Pensaremos en ti mientras jugamos al f¨²tbol.
¡ªNo creo que guarden all¨ª el Tr¨¦bol de Oro ¡ªsugiri¨® Helena.
¡ªYo tampoco, ser¨ªa demasiado obvio ¡ªafirm¨¦¡ª. Pero algo hay que intentar.
¡ªAdelante, buena suerte ¡ªme dijo ella.
Mir¨¦ la caba?a detr¨¢s de los ¨¢rboles y me encamin¨¦ hacia all¨ª, disimulando.
No me gustaba investigar solo, sin mis compa?eros, pero era la ¨²nica opci¨®n que nos quedaba. A m¨ª no me echar¨ªan de menos.
Mi padre me vio y me interrog¨® con la mirada: ?ad¨®nde vas?
Le hice un gesto que significaba ?tranquilo, yo me ocupo?. Pero ¨¦l debi¨® de entenderlo mal, porque dio un respingo y camin¨® hacia m¨ª.
¡ª?Yo ser¨¦ el ¨¢rbitro, por supuesto! ?Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡ªsigui¨® Corominas, feliz de poder usar el silbato¡ª. ?Y ahora vamos a sortear qui¨¦n jugar¨¢ el primer partido! Los capitanes de los tres equipos, aqu¨ª, conmigo.
Mientras me alejaba, vi de reojo a Parker, Marilyn y una ni?a argentina acerc¨¢ndose al centro del campo.
Aceler¨¦, aprovechando que nadie se fijaba en m¨ª.
Llegu¨¦ junto a la caba?a, seguido de mi padre.
¡ª?Ad¨®nde vas? ¡ªme pregunt¨®.
¡ªA registrar la caba?a ¡ªrespond¨ª¡ª. Tal vez haya alg¨²n indicio, alguna pista¡
¡ªSe nota que llevas mis genes, hijo ¡ªafirm¨® mi padre¡ª. Vamos all¨¢.
La puerta de la caba?a estaba abierta.
No s¨¦ si la cerrar¨ªan por la noche, pero yo creo que durante el d¨ªa siempre permanec¨ªa abierta.
Mi padre y yo entramos con mucho sigilo, mirando a un lado y otro.
¡ªShhhhhhhhhhh ¡ªdijo ¨¦l¡ª. Yo voy a la cocina y despacho, t¨² sube al primer piso.
¡ª?Por qu¨¦ hablas en voz baja si no hay nadie? ¡ªdije.
¡ªYa, bueno, es la costumbre, ejem ¡ªaclar¨® ¨¦l¡ª. ?nimo, Francisco, tenemos que encontrar una prueba. Y recuerda: un buen detective es aquel que mira donde nadie m¨¢s mirar¨ªa¡
Sub¨ª al primer piso por los escalones de madera. Nunca hab¨ªa estado en esa parte de la caba?a.
Ni siquiera ten¨ªa claro qu¨¦ buscaba exactamente.
Abr¨ª una puerta que daba a un ba?o.
Segu¨ª por un pasillo, hab¨ªa muchos armarios con sacos de dormir, mantas y cosas as¨ª.
Por fin, al fondo, una puerta comunicaba con un dormitorio abuhardillado, con ventanucos altos.
Era bastante amplio.
Apenas puse un pie en su interior, o¨ª a lo lejos un grito:
¡ª?Goooooooooooooooooooooooooool!
Alguien hab¨ªa marcado.
Imposible saber de qui¨¦n se trataba.
Me concentr¨¦ en aquel cuarto.
Hab¨ªa dos literas, cuatro camas en total. Sobre cada una de ellas, una mochila.
No era dif¨ªcil saber a qui¨¦n pertenec¨ªan, de cada mochila, colgaba un bal¨®n de un color diferente: amarillo, azul, rojo y negro.
Estaba en la habitaci¨®n de las cuatrillizas, lo hab¨ªa conseguido.
Ahora solo ten¨ªa que encontrar¡ algo.
Abr¨ª varios cajones de una mesilla.
Ech¨¦ un vistazo r¨¢pido al interior de las mochilas.
Busqu¨¦ en unas estanter¨ªas que hab¨ªa con fotos y otros recuerdos.
No vi nada que me llamara la atenci¨®n.
Era un cuarto muy grande, con muchos trastos.
Cualquier cosa pod¨ªa ser una prueba.
O no significar nada.
En una esquina, estaban las cuatro bicicletas llenas de barro. Una de ellas parec¨ªa tener una rueda pinchada.
Resopl¨¦.
Desde luego, no esperaba encontrar all¨ª el Tr¨¦bol de Oro, pero s¨ª algo que pudiera servir.
De nuevo, se oyeron gritos que proven¨ªan del campo de f¨²tbol:
¡ª?Goooooooooooool! ?Goooooooool! ?Goooool!
Alguien hab¨ªa vuelto a marcar.
Estaba deseando saber qui¨¦n.
Volv¨ª a mirar en las mochilas.
Nada.
Registr¨¦ deprisa las cajoneras, los armarios, los estantes.
Entonces me vinieron a la mente las palabras de mi padre: ?un buen detective es aquel que mira donde nadie m¨¢s mirar¨ªa?.
Me agach¨¦ y busqu¨¦ debajo de las camas.
Luego me sub¨ª a una silla y registr¨¦ la l¨¢mpara del techo.
A continuaci¨®n, mir¨¦ en el interior de una chimenea que hab¨ªa en una pared.
Todos los lugares donde no se me habr¨ªa ocurrido buscar.
Descolgu¨¦ los cuadros de la pared, ech¨¦ un vistazo a un conducto de ventilaci¨®n, levant¨¦ los colchones de las camas¡
?Un momento! ?All¨ª por fin encontr¨¦ algo!
Debajo del colch¨®n de Dolly, hab¨ªa un gran sobre. Pon¨ªa: Cartas del fundador del campamento. Abr¨ª el sobre, no eran cartas, eran postales.
Hab¨ªa una docena de distintos lugares: Par¨ªs, Londres, Barcelona, Nueva York, Pek¨ªn¡
Y en todas pon¨ªa lo mismo, escrito a mano: Con cari?o, B.
Un mont¨®n de preguntas me vinieron a la cabeza: ?Qu¨¦ significaba aquello? ?Era una prueba de algo? ?Por qu¨¦ las escond¨ªa Dolly bajo el colch¨®n?
O¨ª ruidos en la puerta de la habitaci¨®n.
Era mi padre, que hab¨ªa subido corriendo.
¡ª?Francisco, salgamos, que vienen! ¡ªexclam¨® mi padre.
¡ª?Qui¨¦n? ¡ªpregunt¨¦.
¡ªLas cuatrillizas ¡ªdijo ¨¦l.
Nos abalanzamos hacia una de las ventanas.
En la explanada, pudimos ver a las cuatrillizas, que ven¨ªan directas hacia la caba?a.
Avanzaban a buen paso, decididas. ??Qu¨¦ hac¨ªan all¨ª!? ??Sab¨ªan que est¨¢bamos registrando sus cosas!?
¡ª?Ay, que vienen! ¡ªsuspir¨¦.
¡ª?Es lo que te acabo de decir! ¡ªrespondi¨® ¨¦l¡ª. ?R¨¢pido, hay que recoger todo y salir de aqu¨ª! ?Has encontrado algo?
¡ªS¨ª, no, no s¨¦ ¡ªdije¡ª. Mira, estas postales las ten¨ªan escondidas debajo del colch¨®n. Son del fundador del campamento, pero no dicen nada importante.
Mi padre las mir¨® contrariado.
¡ªEsto no sirve, Francisco, esto no tiene nada que ver con el robo ¡ªneg¨®¡ª. Yo tampoco he encontrado ninguna prueba abajo. Menudo desastre. Y ahora encima nos van a pillar¡
A toda velocidad, colocamos los cuadros en su sitio. Intent¨¦ dejar las mochilas, las cajoneras y todo lo dem¨¢s igual que estaba. Aunque ya no estaba seguro de nada.
Met¨ª las postales en el sobre y las volv¨ª a poner bajo el colch¨®n de Dolly.
Una idea se me pas¨® por la cabeza, seguramente era una tonter¨ªa: ?y si el fundador del campamento¡?
¡ª?Pakeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeete!
??Eh!?
Un rumor de voces se o¨ªa a lo lejos.
Estaban¡ coreando mi nombre.
Mi padre y yo nos asomamos por la ventana de nuevo.
Detr¨¢s de los ¨¢rboles, desde el campo de f¨²tbol, se pod¨ªa o¨ªr con claridad:
¡ª?Pakeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeete!
Las cuatrillizas nos saludaron desde abajo al vernos en la ventana.
¡ª?Pakete, tienes que venir corriendo al campo de f¨²tbol! ?Ha pasado una cosa incre¨ªble! ¡ªdijo Jolly, emocionada.
¡ª?Por qu¨¦ gritan mi nombre? ¡ªpregunt¨¦.
¡ª?Es s¨²per emocionante, por favor, baja, tienes que verlo! ¡ªinsisti¨® Jolly.
¡ªPor cierto, ??qu¨¦ haces con tu padre en nuestra habitaci¨®n!? ¡ªpregunt¨® Dolly, molesta.
¡ªAh, eso¡ no es¡ o sea¡ no es lo que parece¡ ¡ªcontest¨¦.
¡ªHola, chicas ¡ªdijo mi padre, intentando disimular¡ª. Estamos aqu¨ª en vuestro cuarto, os hab¨¦is dado cuenta, eh, ja, ja, ja.
Las cuatrillizas nos miraron con los ojos muy abiertos, sin comprender.
¡ªPerd¨®n, es que como no me dejan jugar con mis amigos, he venido a la caba?a porque estaba muy triste ¡ªexpliqu¨¦¡ª. Y mi padre ha venido a consolarme. Y luego he o¨ªdo esos gritos con mi nombre y hemos subido aqu¨ª para asomarnos a ver qu¨¦ ocurr¨ªa. Por eso hemos entrado en vuestra habitaci¨®n, disculpad, je, je.
No s¨¦ si se lo tragaron, pero no dijeron nada m¨¢s.
Los gritos segu¨ªan llegando desde el campo.
¡ª?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeete!
¡ª?Venga, tienes que verlo con tus propios ojos! ¡ªexclam¨® Jolly.
¡ª?Date prisa, que est¨¢s ah¨ª atontado! ¡ªdijo Dolly.
Baj¨¦ los escalones de dos en dos, seguido de mi padre, y salimos de la caba?a.
¡ª?Corre, Pakete, corre! ¡ªme anim¨® Jolly.
¡ª?Es tan emocionante, creo que voy a llorar! ¡ªa?adi¨® Polly.
¡ª?Corre, pero ten cuidado no te caigas y te rompas algo! ¡ªdijo Molly.
Ech¨¦ a correr campo a trav¨¦s, lo m¨¢s r¨¢pido que pude, guiado por aquellos gritos que surcaban el valle.
¡ª?Pakeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeeete!
Me segu¨ªan mi padre y las cuatrillizas.
Atraves¨¦ la hilera de ¨¢rboles hasta que llegu¨¦ al campo de f¨²tbol.
Lo que vi all¨ª no lo olvidar¨¦ jam¨¢s.
Sentados en medio del campo estaban los jugadores de los tres equipos: Soto Alto, Boca Juniors y Manchester City.
Todos sin excepci¨®n entonaban mi nombre:
¡ª?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeete!
Al verme llegar, mis entrenadores se acercaron a m¨ª.
¡ªAy, ha sido precioso, s¨²per emotivo ¡ªdijo Felipe¡ª. Primero han jugado Manchester City contra Boca Juniors, han ganado los ingleses por dos a cero. Y cuando nos tocaba empezar nuestro partido, todos los jugadores sin excepci¨®n han dicho que, si no te dejaban jugar a ti, no jugar¨ªa nadie.
¡ªHan hecho una sentada en mitad del campo ¡ªcontinu¨® Alicia¡ª. Y dicen que no piensan moverse de ah¨ª hasta que te levanten el castigo y te permitan jugar.
¡ªMi chiquit¨ªn, c¨®mo te quieren ¡ªintervino mi madre¡ª. Todo lo ha empezado el ni?o ese ingl¨¦s, Parker. Ha dicho que t¨² le hab¨ªas pedido perd¨®n y que, si no jugabas, ¨¦l tampoco jugar¨ªa. Despu¨¦s se han ido sumando los dem¨¢s.
Me fij¨¦ en Helena, estaba sentada en la hierba. A su lado, se encontraba Parker Parkenson. Ambos me hicieron un gesto con el pulgar hacia arriba.
Eso era de lo que deb¨ªan estar hablando esta ma?ana en el desayuno.
La verdad es que me emocion¨¦.
No s¨¦ c¨®mo sonar¨¢ as¨ª dicho, pero fue incre¨ªble.
All¨ª estaban mis compa?eros.
Y los integrantes de los otros equipos.
Una treintena de ni?os y ni?as.
Algunos eran muy amigos m¨ªos, pero a otros apenas los conoc¨ªa.
Todos defendi¨¦ndome.
Coreando mi nombre.
¡ª?Pakeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeeete! ?Pakeeeeeeeeeeeeeeeeete!
Not¨¦ que se me humedecieron los ojos. Jam¨¢s me habr¨ªa esperado aquello.
¡ª?Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
El comandante Corominas movi¨® ambos brazos y exclam¨®:
¡ª?Est¨¢ bien! ?Hale, el ni?o Pakete puede jugar, vosotros lo hab¨¦is querido! Al fin y al cabo, es de sabios rectificar, y yo soy muy sabio.
¡ª?Bravooooooo! ?Oleeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
Todos los presentes gritaron y aplaudieron.
Me acerqu¨¦ a Parker.
¡ªNo s¨¦ si ya te lo hab¨ªa dicho, pero por si acaso lo vuelvo a decir: perd¨®n. No tendr¨ªa que haberte empujado al r¨ªo. Y gracias por todo¡
¡ªYou are welcome! ¡ªcontest¨®.
Y me dio un abrazo.
Nunca lo habr¨ªa pensado: ?Paker y yo abrazados delante de todos!
¡ªQu¨¦ bonito, rivales en el campo, amigos en la vida ¡ªcoment¨® Laura.
¡ª?Menudos mo?as est¨¢is hechos todos! ¡ªgru?¨® el abuelo Benem¨¦rito.
¡ªBueno, ya est¨¢ bien, os hab¨¦is salido con la vuestra¡ ?El triangular debe continuar! ¡ªavis¨® Corominas.
Sin m¨¢s, nos preparamos para jugar.
En el primer partido, el Manchester hab¨ªa ganado por dos a cero.
Ahora nos tocaba jugar a nosotros con el Boca Juniors, y despu¨¦s con los ingleses. Dos de los mejores equipos del mundo.
Salimos con el equipo de gala del Soto Alto: Camu?as en porter¨ªa. Angustias, Tomeo y Marilyn en defensa. Helena y Toni en el medio. Y yo en punta. Con Anita y Ocho en el banquillo.
Helena con hache choc¨® mi mano.
¡ªPor fin, vamos a jugar al f¨²tbol ¡ªme dijo, con una gran sonrisa.
Aunque el primer paso de la protesta lo hubiera dado Parker, estaba seguro de que Helena hab¨ªa tenido mucho que ver. Ella siempre ten¨ªa las mejores ideas.
Corominas hinch¨® los pulmones e hizo sonar el silbato:
¡ª?Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
El partido dio comienzo.
Helena sac¨® de centro para Toni.
Los dos delanteros del Boca Juniors se lanzaron sobre ¨¦l.
¡ª?Presi¨®n, presi¨®n, presi¨®n! ¡ªgrit¨® Rosaura, la entrenadora argentina.
Pillaron a Toni por sorpresa y le arrebataron el bal¨®n.
?RAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
?Hab¨ªan salido en tromba!
Hicieron una pared, directos hacia nuestra porter¨ªa.
Dejaron atr¨¢s a Helena, Tomeo y Marilyn.
Solo quedaba Angustias, que intent¨® salir a cubrir el hueco.
¡ª?Vamos, Angustias, t¨² puedes! ¡ªgrit¨® Alicia.
¡ª?No me hag¨¢is da?o, por favor! ¡ªsuplic¨® Angustias, que se puso en medio y se tap¨® con las manos por si le daban un balonazo.
El n¨²mero 10 del Boca dispar¨® desde fuera del ¨¢rea.
Fue un chut muy potente.
El bal¨®n pas¨® rozando a Angustias.
Vol¨® por encima de Camu?as, que se estir¨® sin llegar.
Y cuando estaba a punto de entrar en la porter¨ªa¡
?CATACLONCK!
La pelota choc¨® en el larguero y sali¨® rebotada con much¨ªsima fuerza.
Del impacto, lleg¨® hasta mi posici¨®n.
Una defensa argentina muy alta me empujaba para que yo no atrapara el bal¨®n.
En lugar de forcejear, me apart¨¦ y ella cay¨® al suelo por la inercia.
Seg¨²n ca¨ªa el bal¨®n, puse el pie blando y lo control¨¦ a la primera.
¡ª?Guau, menudo control, Pakete, est¨¢s iluminado, dale, dale! ¡ªgrit¨® Alicia.
Atraves¨¦ el campo contrario y enfil¨¦ su porter¨ªa.
¡ª?Vamos, mi chiquit¨ªn, eres el mejor, y no quer¨ªan dejarte jugar, ja! ¡ªexclam¨® mi madre.
Toni era el m¨¢ximo goleador y Helena era la mejor del equipo. Pero yo¡ bueno, yo era muy feliz jugando con mis amigos. No hab¨ªa nada que me hiciera m¨¢s feliz.
Sin pensar, regate¨¦ al central del Boca. Un quiebro a la derecha. Otro a la izquierda.
Y¡ me plant¨¦ en el ¨¢rea con el bal¨®n controlado.
En menos de cinco minutos todo hab¨ªa cambiado muy deprisa. Hab¨ªa pasado de no poder jugar a¡ estar a punto de marcar un golazo.
¡ª?Chuta, chiquit¨ªn, chuta! ¡ªgrit¨® mi madre.
O¨ª los gritos a mi alrededor. Mir¨¦ al portero argentino. E hice lo que mejor sab¨ªa hacer¡
Jugar en equipo.
En lugar de disparar, retroced¨ª el bal¨®n a mi derecha.
Era un pase definitivo.
All¨ª lleg¨® Helena y dispar¨® con el empeine.
?El bal¨®n entr¨® por la escuadra, imparable!
¡ª?GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!
¡ª???Golazo de Helena con hache!!! ???Golazo del Soto Alto!!!