Los fantasmas atacan al jefe
La aparici¨®n de Joan Gaspart, Enric Reyna y Josep Maria Minguella en la asamblea del Barcelona dando consejos fue una escena propia de una novela de Charles Dickens.
La situaci¨®n econ¨®mica del Barcelona es digna de una novela de Charles Dickens, ese autor sentimental que alargaba las tramas porque sus novelas se publicaban por entregas y que, por tanto, cuanto m¨¢s largas fueran, m¨¢s dinero ingresaba este autor acomplejado que viv¨ªa para el dinero y que se dio de bruces con la inmortalidad con su archifamoso ¡®Cuento de Navidad¡¯, una obra que escribi¨® deprisa y corriendo para recuperar el dinero que hab¨ªa perdido en el fracaso de su ¨²ltima novela (Martin Chuzzlewitt) y que por eso es corta. En ella relata como los fantasmas de la vida pasada visitan al indeseable Ebenezer Scrooge para retratarlo su miseria con una moralina insoportable.
A Laporta tambi¨¦n se le aparecieron en la asamblea los fantasmas del pasado. Sentados en la sala estaban en su condici¨®n de senadores o ex presidentes Joan Gaspart, Enric Reyna o Josep Maria Minguella, que intervinieron en el debate para apoyar al proyecto del presidente, pero que sin que se notara. As¨ª que, como si fuera los fantasmas de pasado el presente y el futuro que Bill Murray adapt¨® en la maravillosa ¡®Los fantasmas atacan al jefe¡¯ se dieron un homenaje para reivindicar sus puntos de vista.
Gaspart pidi¨® que se consiguieran resultados deportivos cuanto antes, Minguella carg¨® contra Tebas y solicit¨® que se incorporara al club gente que conociera el mercado (con Alemany presente a escasos metros) Y Enric Reyna asegur¨® que votar¨ªa que s¨ª pero ¡°me voy con pena. Os pido que teng¨¢is mucho raciocinio¡±. Los p¨¢jaros disparando a las escopetas.
Despu¨¦s de hablar de su libro, los dos ex presidentes y el ex candidato votaron que s¨ª a todas las propuestas que present¨® la junta. Lo mismo hicieron el 90 por ciento de los escasos asistentes a la junta. Como los fantasmas de la Navidad, visitaron al jefe para advertirle de sus errores, pero le dejaron a ¨¦l el marr¨®n.