Demb¨¦l¨¦, cifras de locura

El PSG ha convertido la liga francesa en un jard¨ªn, en un paseo. Un torneo que, anta?o, era de los m¨¢s igualados de Europa, pero que ahora, fruto de un equipo que es un gigante inalcanzable por plantilla y por nivel, no tiene color cada temporada, salvo en contadas ocasiones. Los parisinos vencieron 4-1 al M¨®naco, su supuesto rival en agosto para pelear por el t¨ªtulo, al que ya aventaja en 16 puntos. N¨²meros que reflejan, sin enmiendas, la exuberante superioridad del club capitalino. Demb¨¦l¨¦ volvi¨® a marcar, esta vez por partida doble, llegando a las 16 dianas en la Ligue 1, 21 entre todas las competiciones, r¨¦cord en su carrera, y Kvaratskhelia, en un gesto exquisito, se estren¨® como goleador en el Parque de los Pr¨ªncipes.

En el d¨ªa de las renovaciones ¨®mnibus, con Luis Enrique prolongando hasta 2027 y Achraf o Vitinha hasta 2029, el PSG-M¨®naco volvi¨® a traslucir que, por plantilla, es uno de los mejores partidos del f¨²tbol franc¨¦s. Ambos equipos se batieron en un duelo trepidante, con ocasiones para ambos, y sin tregua para el espectador durante todo el primer tiempo.

Porque en cinco minutos ya hubo dos ocasiones. Y el PSG, como casi siempre, sali¨® airoso de una situaci¨®n l¨ªmite. Minamino, acostumbrado a perdonar ocasiones que no tienen explicaci¨®n de lo manifiestas que son, estrell¨® en las manos de Donnarumma un remate flagrante en el que ten¨ªa tanto tiempo que pudo incluso controlar. El japon¨¦s, inmune para H¨¹tter, pag¨® a la jugada siguiente las consecuencias.

Una falta en la derecha se convirti¨® en el 1-0 del PSG. Vitinha sorprendi¨® a un despistado Majecki, que no esperaba el lanzamiento directo, y el bal¨®n acab¨® en la red. Un fiel reflejo del PSG, al que le sale todo, hasta sin querer, ahora mismo por el momento de forma que atraviesa, y del M¨®naco, condenado en las dos ¨¢reas.

Sin embargo, los monegascos no dijeron su ¨²ltima palabra. Liderados por un omnipresente Akliouche, un mago con el bal¨®n en los pies, capaz de hacerlo desaparecer cuando controla, el equipo de H¨¹tter comenz¨® a llegar en volandas a la porter¨ªa de Donnarumma. Como Majecki, el italiano no pudo atenazar un disparo de Zakaria, que emboc¨® en la red el bal¨®n por el palo del cancerbero, despistado. El 1-1 desemelen¨® el partido. Se sucedieron las oportunidades en ambas ¨¢reas sin atemperar el ritmo, pero el resultado no se movi¨®, incomprensiblemente, hasta el descanso.

El mismo desenlace de siempre volvi¨® a hacer acto de presencia en Par¨ªs. El PSG necesit¨® ¨²nicamente dos zarpazos para dejar m¨¢s que sentenciado un campeonato en el que nadie le tose y que domina sin parang¨®n en el ¨²ltimo lustro. Kvaratskhelia se estren¨® por todo lo alto con el PSG, marcando el segundo de los de Luis Enrique despu¨¦s de dejar clavados a dos rivales, incluido el portero, con un recorte sutil. Esa sangre fr¨ªa, tan propia de los georgianos, le vali¨® para dejar el partido encarrilado.

El M¨®naco se hundi¨® como un castillo de naipes, como el en¨¦simo equipo en Francia que se ve con opciones de vencer al ogro, pero que sucumbe ante la magnamiddad de su adversario. Demb¨¦l¨¦, que convertir¨ªa una gota en un pantano por el momento goleador que atraviesa, sentenci¨® la contienda con un disparo duro, al palo corto, con la derecha. Y, por si fuera poco, porque ahora tiene lo que antes echaba en falta, el hambre goleadora, finiquit¨® una noche magn¨ªfica empujando a la red un pase de Nuno Mendes. Un triunfo de enjundia para el PSG, que ha convertido la liga francesa en un campo de batalla en el que solo existen prisioneros y no verdugos.

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