Girona devuelve la p¨®lvora a la Real
El equipo txuri-urdin vio c¨®mo en Montilivi sus jugadores recuperaban la finura en ataque y, sobre todo, de cara a la porter¨ªa contraria
?Menuda ruleta rusa tuvo lugar en Montilivi! Real Sociedad y Girona jugaron un partido descontrolado y en el descontrol rein¨® un chaval donostiarra llamado Mart¨ªn Zubimendi para desnivelar la balanza del lado txuri-urdin. Una locura que el equipo donostiarra se llev¨® ganando 3-5, pero despu¨¦s de una monta?a rusa de emociones en la que se vio todo ganado, luego perdido, parec¨ªa bueno el empate y termin¨® con tres valiosos puntos. La Real jug¨® a algo que no nos ten¨ªa acostumbrados, perdi¨® todo el control que le gusta a Imanol Alguacil, y a¨²n as¨ª gan¨®, superando las muchas bajas que ten¨ªa, tanto defensa como en ataque. El entramado defensivo se vio mermado, pero la parte ofensiva parec¨ªa indemne, porque Sorloth anda desatado, y porque los jugones tapan cualquier carencia.
El equipo txuri-urdin sale indemne (3-5) de un partido descontrolado en el que empez¨® ganando y se dej¨® remontar por el Girona por culpa de errores defensivos, pero acab¨® marcando cinco goles por primera vez desde 2018. Doblete de Alexander Sorloth, otro gol m¨¢s de Brais M¨¦ndez, Mart¨ªn Zubimendi coron¨® su actuaci¨®n con un tanto de cazagoles, y Takefusa Kubo cerr¨® el festival goleador. Porque esta victoria en Montilivi sirve para poner en valor varios aspectos, asociaciones y jugadores de la Real Sociedad. El primero es Mart¨ªn Zubimendi. Conocida se tremenda calidad, demostr¨® una personalidad a prueba de balas completando una actuaci¨®n de matr¨ªcula de honor en medio de todo el terremoto que circula en torno a ¨¦l por el supuesto inter¨¦s del Barcelona y la tardanza en anunciarse una renovaci¨®n que parece que est¨¢ condenada a cerrarse m¨¢s pronto que tarde. La presi¨®n sobre su figura parece importarle un comino, porque en Girona fue el jugador total: un centrocampista de 10 con y sin bal¨®n, un inesperado delantero para marcar el gol de la remontada de la Real, y un central f¨¦rreo y sobrio para achicar balones en los ¨²ltimos minutos. Otro paso m¨¢s en el crecimiento futbol¨ªstico del donostiarra.
Y a partir de ah¨ª, se puede decir que el otro nombre propio es Alexander Sorloth. Mucho no cre¨ªan que pudiera hacer olvidar a Umar Sadiq, lesionado, y Alexander Isak, en el Newcastle. Se entend¨ªa que su figura era insuficiente como para cubrir ese tremendo hueco en la delantera. Pues de un plumazo ha borrado todo atisbo de duda. El noruego apur¨® el mercado esperando la oportunidad de que la puerta de la Real se volviera a abrir, porque quer¨ªa regresar. Estaba encantado con el ecosistema de Zubieta, y cre¨ªa que era lo mejor para su crecimiento. No se equivocaba. En s¨®lo tres partidos desde su vuelta, ya ha marcado cuatro goles. Tres en liga y uno en Europa. En Girona hizo su primer doblete como txuri-urdin, y estuvo muy cerca del hat-trick, s¨®lo el palo le priv¨® de la gloria.
Y al hilo de Sorloth ha surgido una nueva sociedad que puede dar muchas alegr¨ªas a la Real. Es la que forma el noruego con Take Kubo. Entre los dos ya han generado cuatro goles para el cuadro donostiarra. Uno contra el Omonia, otro contra el Espanyol, y dos frente al Girona, donde Kubo asisti¨® a Sorloth en el 0-1, y Sorloth asisti¨® a Kubo en el definitivo 3-5. Y lo ¨²ltimo destacable de Girona es el entramado ofensivo de la Real. Dec¨ªan que faltaba gol por las muchas bajas de delanteros, pero la realidad es que la Real es un equipo que cada partido genera m¨¢s ocasiones que los rivales. Volvi¨® a quedar patente en la locura de Montilivi. Y eso es gracias a los tres jugadores que juegan detr¨¢s de los puntas: David Silva, Brais M¨¦ndez y Mikel Merino. Con ellos la Real palia la supuesta falta de gol, porque su dominio y control del juego hace que a la fuerza sus delanteros tengan m¨¢s ocasiones, y al final alguna tiene que entrar. Por cierto, menci¨®n especial tiene Brais M¨¦ndez, que ya ha marcado cinco goles en sus primeros partidos en San Sebasti¨¢n. Su aportaci¨®n ofensiva es soberbia.