Ni un coche ni una casa: lo que compr¨® Eto¡¯o con su primer sueldo en el Legan¨¦s y le cost¨® una bronca

Llega un Legan¨¦s-Real Madrid, un duelo que se ha convertido en habitual desde que el equipo pepinero es uno m¨¢s en Primera Divisi¨®n. Pero no siempre fue as¨ª, hubo un tiempo en el que el equipo del sur de Madrid apenas ten¨ªa oportunidad de coincidir con los blancos y en que sol¨ªa ser un buen lugar para que el club madridista cediese a sus talentos para que se fogueasen antes de comprobar si val¨ªan o no para el primer equipo. Y eso pas¨® en la temporada 1997-98, en la que un desconocido delantero camerun¨¦s de apenas 16 a?os recal¨® en el Lega a pr¨¦stamo del Madrid. Se llamaba Samuel Eto¡¯o.

All¨ª jug¨® en Segunda Divisi¨®n, firmando unos n¨²meros discretos para el gran talento que a?os despu¨¦s se descubrir¨ªa: cuatro goles y cinco asistencias en 30 partidos. Aquel curso fue para ¨¦l sobre todo una toma de aterrizaje para ver c¨®mo era ser jugador profesional, con todo lo que ello conlleva. Y se hizo c¨¦lebre, motivo por el que ahora la recordamos, la an¨¦cdota sobre qu¨¦ hizo con el primer salario que cobr¨®, lo que le cost¨® una buena bronca del capit¨¢n pepinero.

Ese capit¨¢n era Jos¨¦ Jes¨²s Mesas, que se convertir¨ªa en amigo ¨ªntimo de Eto¡¯o y tambi¨¦n en su agente. En una entrevista con AS, Mesas contaba c¨®mo fue esa relaci¨®n: ¡°Hicimos amistad desde el principio. Yo era el capit¨¢n del equipo, pero al mismo tiempo era muy cercano a ¨¦l. Recuerdo que el d¨ªa que lleg¨® a Legan¨¦s, Paco de Gracia, que entonces trabajaba para el Madrid y me conoc¨ªa, me dijo: ¡°Mesas, estate atento del chaval. Gu¨ªale¡±. Samuel viv¨ªa en la residencia que ten¨ªa el Madrid. Muchos d¨ªas yo lo acercaba en el coche y ten¨ªamos tiempo para charlar. Le gustaba aprender. Escuchar. Empaparse de todo lo que le pod¨ªa ayudar¡±.

Y fue Mesas el que trat¨® de reconducir a Eto¡¯o cuando este, aprovechando su primer salario (de hecho, su primer cobro de una prima por ganar un partido, que por entonces se cobraban tras cada triunfo), se gast¨® el dinero para comprarse algo poco com¨²n: un cintur¨®n. Pero no un cintur¨®n cualquiera: se gast¨® 100.000 pesetas (al cambio, 600 euros). ¡°En aquella ¨¦poca nos pagaban las primas de cada victoria la misma semana de la victoria. Un d¨ªa, despu¨¦s de ganar un partido, nos dieron 100.000 pesetas. Al d¨ªa despu¨¦s de cobrarla, lleg¨® al vestuario y me dice: ¡°?Te gusta capi?¡±. Yo le dije que s¨ª, que me gustaba. Cuando le pregunt¨¦ cu¨¢nto le hab¨ªa costado, me dijo que la prima entera. Le dije: ¡°No te gastes la prima entera en un cintur¨®n¡±. Pero a la semana siguiente ganamos y se compr¨® el mismo cintur¨®n, pero de distinto color, el primero era negro y el segundo marr¨®n. ¡°?Capi, qu¨¦?¡±, me dijo de nuevo. ¡°Pero si me lo ense?aste la semana pasada¡±, le dije. ¡°No, no. ?ste es de otro color¡±, me respondi¨®. Ese era Eto¡¯o¡±.

El dinero, claro est¨¢, no fue un problema para Eto¡¯o en lo que seguir¨ªa en su carrera. Pas¨® por el Espanyol y el Mallorca antes de dar el gran salto al Barcelona, donde hizo 130 goles en 199 partidos. Luego pas¨® por el Inter, el Chelsea, el Everton, varios clubes de Turqu¨ªa... y el Anzhi ruso, donde estuvo dos temporadas y media y donde cobr¨® un salario parecido a los que se pagan hoy en Arabia Saud¨ª, aunque entonces fue un bombazo que dej¨® al segundo mejor pagado del mundo muy, muy lejos: 20 millones netos por temporada.

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