Endrick no deja pasar una

Hay un Madrid nada gal¨¢ctico, pero que emociona a Ancelotti porque gratifica su trabajo. El que se vio en Anoeta. Con un once alternativo, se baj¨® a la obra, aguant¨® a la mejor Real posible, defendi¨® el fuerte y se guard¨® un buen resultado para la vuelta. El trabajo de Bellingham, el casi ins¨®lito esp¨ªritu de sacrificio del neocapit¨¢n Vinicius, la robustez de Fran Garc¨ªa, la punter¨ªa de Endrick, la eficacia de los centrales, un soberbio Tchouameni incluido, o las manos prodigiosas del Lunin de M¨¢nchester fueron las fortalezas blancas. Tambi¨¦n hubo debilidades. La m¨¢s notable, Arda G¨¹ler, cuyo duende se ha evaporado. A la Real hay que aplaudirle la actitud, pero le falt¨® un punto de arrojo para apretarle m¨¢s las tuercas a un Madrid remendado, que mir¨® m¨¢s all¨¢ del partido y que acab¨® con diez por la lesi¨®n de Ceballos. Aun as¨ª, estuvo cerca del empate. Y S¨¢nchez Mart¨ªnez, en un paisaje tan humeante, sali¨® ileso y no dej¨® pasar los gritos ofensivos hacia Asencio. Sac¨® amarilla al p¨²blico desde los videomarcadores.

Una Real con traje de luces contra cuarto y mitad del Madrid titular. Ancelotti puso un once de primera ronda de Copa en una semifinal, decisi¨®n que admite dos explicaciones: que cuando llegue la vuelta sabr¨¢ cu¨¢nto le importa al equipo un torneo que nunca estuvo en la mejor tradici¨®n del club y que siempre quedar¨¢ el Bernab¨¦u, eterno factor de correcci¨®n. Fue, en cualquier caso, una decisi¨®n de alt¨ªsimo riesgo, m¨¢s visto el partido liguero de Anoeta, resuelto en favor del Madrid con dos penaltis despu¨¦s de ver c¨®mo el palo devolv¨ªa tres disparos realistas, pero result¨®.

Imanol Alguacil, con un t¨ªtulo a tiro de tres partidos, visti¨® a su equipo de gala, de Remiro a Kubo, sin siquiera tomar precauciones con Aguerd, que se hab¨ªa retirado el domingo en el partido ante el Legan¨¦s por molestias musculares.

Del asedio la contra

Aunque la Real es el menos n¨®rdico del norte, aunque tiene m¨¢s futbolistas de talento que de combate, tambi¨¦n sabe ser intensa, especialmente en torneos de tan corto recorrido como la Copa. As¨ª recibi¨® al Madrid, presionante, casi agobiante, encadenando embates, especialmente desde la banda derecha, la de Kubo, prueba de que tambi¨¦n existe el f¨²tbol de barrio en Kawasaki. Suya fue la primera gran oportunidad blanquiazul, mal finalizada por el japon¨¦s, bien resuelta por Lunin.

El Madrid era, en el inicio, poco m¨¢s que un equipo de guardia alta, un grupo resistente cobijado en un 4-4-2 que obligaba a Arda G¨¹ler y Bellingham, centrocampistas de extrarradio, a ser m¨¢s tapones que lanzaderas. Buena parte de su trabajo lo absorbe regularmente Valverde, infanter¨ªa, caballer¨ªa y artiller¨ªa, un ej¨¦rcito de uno, pero esta vez no estaba para soportar esa carga. De aquellos minutos llam¨® la atenci¨®n el sacrificio defensivo de Vinicius. Probablemente el brazalete de capit¨¢n que estrenaba provoc¨® el ataque de responsabilidad. O quiz¨¢ fuera tener a su lado a Bellingham, que trae ese gusto por el trabajo de serie.

Toque a toque, el Madrid fue baj¨¢ndole la fogosidad a la Real y acab¨® por cazarla en una contra tan sencilla como precisa. Bellingham atendi¨® a un desmarque de Endrick, le lanz¨® un gran pase de 40 metros y el brasile?o lo control¨® con lo que pudo, probablemente la barriga, y super¨® a Remiro de toque de exterior. Seis meses con Modric dan para mucho. Al chico le faltan continuidad y tablas, pero gol tiene. Necesita muy poco para dar con ¨¦l.

El tanto tuvo m¨¢s de par¨¦ntesis que de cambio de clima. La Real retom¨® su dominio, no tan insistente como al principio, y el Madrid se defendi¨® como le gusta a Ancelotti, tribalmente, sin ahorrarse una carrera, sin dejar cabos sueltos, sin distracciones. Una vez que ha limpiado el chapapote de las lesiones atr¨¢s, ha encontrado c¨®mo defender bien.

El escuadrazo

En cualquier caso, el equipo de Ancelotti no era impenetrable. Demasiado replegado, aparec¨ªan algunas filtraciones. En una de ellas, Oyarzabal se hizo hueco en el ¨¢rea, pero solt¨® un disparo inocente que adivin¨® pronto Lunin. En otra, Tchouameni frustr¨® un pase de la muerte de Barrenetxea, que despu¨¦s busc¨® la escuadra. Se encontr¨® la mano cambiada del meta ucraniano. Asencio sufr¨ªa como lateral ante el exterior realista. Ancelotti le quit¨® en el descanso.

La segunda parte se volvi¨® m¨¢s copera, m¨¢s abierta. En apenas dos minutos Lunin invalid¨® un remate a quemarropa de Oyarzabal y Endrick le sac¨® astillas al travesa?o, en otra maniobra de desmarque, control y remate en una sola pieza. Ese punto de mayor valent¨ªa de la Real, obligada por el resultado, ten¨ªa una cara B, la cesi¨®n de espacio a un rival que ah¨ª es pez en el agua.

Imanol fue refrescando su ataque con cambios de pieza por pieza mientras a Ancelotti le sali¨® el italiano que le acompa?a para meter a Alaba por Endrick. El efecto domin¨® fue que Tchouameni ascendi¨® al centro del campo, Camavinga a interior izquierdo y Bellingham a segundo punta. El ingl¨¦s roz¨® el 0-2, con un tiro raso desviado por Zubeldia. La parada de Remiro fue sublime y evit¨® que la Real acudiese guillotinada al Bernab¨¦u, donde solo le quedan la gesta o la despedida.

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