Endrick evita otro desastre

No era solo pasar, sino salir del coma en el que se vio sumido tras uno de esos cl¨¢sicos de larga convalecencia. No era solo pasar, sino ofrecer una prueba de vida a una afici¨®n en crisis de fe. Pues bien, el Madrid pas¨® sin olvidarse de Yeda, sin ofrecer una disculpa. Nada cambi¨® de Arabia a aqu¨ª: el equipo es lo que se le ocurra a Mbapp¨¦, que trae el gol, patr¨®n oro en el f¨²tbol. La falta de confianza es tal que ni siquiera se crey¨® el 2-0 del que disfrutaba en el 83¡ä. Acab¨® en una pr¨®rroga angustiosa y le salv¨® Endrick, jugador fantasma en los dos ¨²ltimos meses, con dos golazos Fue su primera noche providencial y una razonable reclamaci¨®n de un mejor trato. Entre un tanto y otro, firm¨® el suyo Valverde, tan extraordinario que mereci¨® otro partido.

Seis cambi¨® Ancelotti del Waterloo de Yeda en una alineaci¨®n m¨¢s en la naturaleza del equipo. Jug¨® Asencio, del que no se sabe a¨²n si tendr¨¢ un gran recorrido en el club, pero del que s¨ª se sabe que al menos es central. Jug¨® Fran Garc¨ªa, porque dif¨ªcilmente se pod¨ªa empeorar al actual Mendy. Jug¨® Tchouameni, en su posici¨®n natural, porque sentarle era aplicarle el c¨®digo penal, aunque su situaci¨®n no parece reversible (sonaron pitos desde sus primeras intervenciones). Jugaron Ceballos y Modric, porque en la Supercopa el equipo qued¨® con cintura de avispa, con exceso de f¨ªsica y carencia de qu¨ªmica, en el centro del campo. Jug¨® Brahim, porque est¨¢ a la altura, si no por encima, de Rodrygo. Y descansaron Valverde y Bellingham por razones diferentes: el primero, por sobredosis de maratones; el segundo, porque jug¨® mermado en Arabia tras las molestias musculares de la semifinal ante el Mallorca.

En el Celta resulta m¨¢s difusa la l¨ªnea que divide a titulares de suplentes, pero estaban en el once los pocos imprescindibles: Starfelt, Marcos, Mingueza, Fran Beltr¨¢n e Ilaix Moriba. Quiz¨¢ esperaba (tambi¨¦n el p¨²blico) un Madrid subido de compromiso, sustantivo de amplio espectro que en el f¨²tbol va desde la solidaridad en el esfuerzo a la verg¨¹enza torera. No sucedi¨®. El equipo de Ancelotti marc¨® un dominio sosote, premioso, casi desapasionado. Un trasteo de bal¨®n que no molestaba a un Celta bien colocado que, adem¨¢s, disfrut¨® de una buena ocasi¨®n en el comienzo. El Madrid permiti¨® dos remates de cabeza en su ¨¢rea, el segundo lo columpi¨® Starfelt en el larguero.

Del penalti ignorado al golazo

El plan de Ancelotti de bajarle al equipo la potencia y subirle la precisi¨®n con Ceballos y Modric era poco productivo. La gente se consolaba, eso s¨ª, con dos cruces de raza y dos buenos desplazamientos largos de Asencio. Quiz¨¢ entend¨ªa que la titularidad del central le cargaba de raz¨®n. Tchouameni solo apag¨® brevemente el fuego amigo con un zapatazo lejano rechazado por Iv¨¢n Villar. Esa apelaci¨®n al disparo desde fuera del ¨¢rea es un mal s¨ªntoma en el Madrid: ah¨ª se llega cuando ni Brahim ni Mbapp¨¦ ni Vinicius ofrecen progresos. Al Celta le iba bien esa falta de actividad general. De hecho, antes del descanso y al margen del 1-0, el Madrid solo tuvo una ocasi¨®n verdadera de gol, una pelota que le puso Modric a Brahim y que este remat¨® contra el pie derecho de Iv¨¢n Villar, al que no le dio tiempo a poner otra cosa para amortiguar el disparo.

As¨ª de tranquila andaba la cosa hasta que lleg¨® el jaleo del d¨ªa: Williot entr¨® como una flecha en el ¨¢rea, Lunin se cruz¨® en su camino y le toc¨® un pie con su guante. Suficiente para pitar penalti si se sometiera a votaci¨®n, insuficiente para Munuera y Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez, pareja sospechosa en Vigo ya en la v¨ªspera. Y sin que se detuviera el juego, la pelota se la hicieron llegar a Mbapp¨¦ Lucas y Ceballos para que el franc¨¦s repitiera, desde otro ¨¢ngulo, el gol de Yeda: 40 metros de carrera, bicicleta para desorientar a Javi Rodr¨ªguez y zapatazo a la red. El gol fue tremendo; el festejo, g¨¦lido (Mbapp¨¦ reprochaba a la grada los pitos a Tchouameni); la protesta celeste, muy caliente.

En cualquier caso, el tanto pareci¨® echar el tel¨®n a la eliminatoria, porque a vuelta del descanso, Mbapp¨¦ prepar¨® el segundo gol al hacer volar un gran pase sobre la defensa viguesa al que dio continuidad Brahim y que remat¨® a la red Vinicius. Hasta entonces el brasile?o hab¨ªa estado mustio, poco propositivo, todo lo contrario a lo que ha sido su carrera, acertad¨ªsima o equivocada, pero nunca aburrida.

Del p¨¢nico a la salvaci¨®n

Ese gol fue equ¨ªvoco, porque pareci¨® poner fin a la incertidumbre e hizo las costuras al partido en ambas ¨¢reas. La concentraci¨®n de ocasiones result¨® ins¨®lita un partido tan parado hasta entonces: Mbapp¨¦ cabece¨® mal un centro de Brahim en boca de gol; Tchouameni salv¨® el 2-1, acci¨®n redentora de pecados pasados; Starfelt sac¨® cerca de la l¨ªnea de la verdad una cuchara de Vinicius; Lunin hizo la parada de la noche a Hugo Sotelo; el VAR invalid¨® acertadamente un gol de G¨¹ler por fuera de juego de Vinicius.

El turco y Endrick salieron del fondo del armario, donde permanec¨ªan hace ya unos cuantos partidos, cuando se pensaba que todo estaba hecho. Y en estas, Camavinga meti¨® la pata, le regal¨® el gol a Bamba y el Madrid entr¨® en p¨¢nico. En el ¨²ltimo minuto, Asencio estrope¨® su noche al cometer un penalti ruidoso sobre el propio Bamba y Marcos mand¨® el partido a la pr¨®rroga ya sin Mbapp¨¦ ni Modric en el campo. Ancelotti tuvo que tirar de Bellingham para sofocar el incendio. En el primer tiempo extra, R¨¹diger mando un remate de hombro al palo. Y en el segundo, Endrick, con una gran media vuelta, Valverde, con su en¨¦simo misil uruguayo, y de nuevo Endrick, de tac¨®n, metieron al equipo en el bombo de cuartos, donde las bolas, visto los visto, le parecer¨¢n cocodrilos.

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