Una victoria para el futuro

El Madrid cumpli¨® su triple misi¨®n: regatear al bombo de las fieras, no salir peor herido de lo que ya est¨¢ y ganar una ¨²ltima jornada de asueto para los m¨¢s castigados ante el Union Berl¨ªn. Incluso multirremendado a causa de las lesiones dej¨® un magn¨ªfico primer tiempo, dos grandes goles, de Rodrygo y de Bellingham, los que van a guardar el fuerte mientras le dan tiempo a los m¨¦dicos, y un tercero para el futuro: el primero, qui¨¦n sabe si de muchos, de Nico Paz. Cualquier tanto de un canterano le resulta entra?able al Bernab¨¦u. M¨¢s si lo hace el que m¨¢s alto apunta, pero la estrella absoluta fue Bellingham. Atendi¨® a todo: la organizaci¨®n, el mando, la asistencia y el remate. Carvajal, Brahim y Kroos tambi¨¦n salieron en el libro de honor. Y el N¨¢poles se qued¨® en blanco, aunque le va a ir bien con Mazzarri: conoce el oficio, el pa?o y lo que es m¨¢s importante en tan volc¨¢nico club: el palco.

En esta larga sucesi¨®n de catastr¨®ficas desdichas cl¨ªnicas, el Madrid ha convertido en certezas dos sospechas: Rodrygo es un figur¨®n y, desgraciadamente, el puesto que le cae como un guante est¨¢ asignado a Vinicius. En la zoolog¨ªa del f¨²tbol fue incluido de primeras en la categor¨ªa de rat¨®n de ¨¢rea. A esa calificaci¨®n err¨®nea contribuyeron algunos goles decisivos y esa frialdad tan com¨²n sobre las brasas del ¨¢rea. Esta segunda ausencia de Vinicius le ha revelado como un jugador anfibio: es estupendo en la definici¨®n, pero tambi¨¦n en la creaci¨®n, la velocidad y el regate.

Ante el N¨¢poles tard¨® un minuto en desactivar la primera alarma: un gol con guasa firmado por un Simeone, Gio, en una acci¨®n que prepar¨® Kvaratskhelia con un bal¨®n indefendible al segundo palo que Di Lorenzo acab¨® poni¨¦ndole en suerte al argentino. Los laterales pisan poco las alfombras rojas, pero algunos son primeros espadas. Pregunten a Ancelotti por Carvajal.

Un ingl¨¦s anda suelto

El N¨¢poles, que se hab¨ªa guardado a Osimhen, reci¨¦n salido de una lesi¨®n, no tuvo tiempo de disfrutarlo. No le dej¨® Rodrygo, que fotocopi¨® su primer gol en C¨¢diz de tres d¨ªas atr¨¢s: despegue desde la izquierda para orillar el ¨¢rea y meter su derechazo a la escuadra. Todo sucedi¨® mucho m¨¢s r¨¢pido de lo que se tarda en contarlo. Esos dos goles explicaban bien la alegr¨ªa del partido. En cierto modo, jugar as¨ª les resultaba natural a los dos equipos, con una diferencia notable: el Madrid defiende mejor que el N¨¢poles.

Qued¨® claro diez minutos despu¨¦s, cuando la izquierda de Alaba (ha perdido otras cosas, pero el tacto, no) mand¨® un bal¨®n diagonal al ¨¢rea que Bellingham cabece¨® con la estampa de Zamorano. Lo coyuntural ya es estructural. Nadie mete quince goles en tres meses si no lleva un matador dentro, aunque sea bajo el disfraz de todocampista. De fant¨¢stico todocampista. Al filo del descanso se torci¨® un tobillo. Su dolor fue el del Bernab¨¦u. Se recuperaron ambos.

El 2-1 ofrec¨ªa una mejor fotograf¨ªa del partido, porque el Madrid jugaba realmente bien en los cuatro puntos cardinales: defensivamente conced¨ªa poco, el mejor Kroos posible lo decid¨ªa todo con su precisi¨®n en largo y la escolta de Valverde, Bellingham enganchaba y llegaba y Rodrygo andaba en sus diabluras. Y ayudando a todo, Ceballos y Brahim. En el mundo sin tregua del f¨²tbol, la adversidad de unos es la oportunidad de otros. Las ocho lesiones blancas abren un horizonte al s¨¦ptimo centrocampista y al cuarto delantero, condenados a muchos minutos de banquillo. A Ceballos casi siempre le ha sucedido algo en la pista de despegue: no le ve¨ªa Zidane, no tuvo el relanzamiento esperado en el Arsenal, se rompi¨® en los Juegos, ha sufrido dos lesiones este verano¡­ pero es jugador para la hinchada, que le suplic¨® la renovaci¨®n la temporada pasada en uno de los pocos momentos soleados de su carrera en el Madrid. Mejor le fue a Brahim, uno de esos duendes que calan m¨¢s en el coraz¨®n del p¨²blico que en la cabeza de los entrenadores. La situaci¨®n le hace necesario y su partido ante el N¨¢poles le acerca a imprescindibles. Todo lo que emprendi¨® el malague?o fue estupendo: recortes, desmarques, la preparaci¨®n del 1-0. Lo que cabe admirar en un suplente que no quiere serlo.

Un final feliz

El descanso le dej¨® dos malas noticias a ese buen Madrid: entr¨® Osimhen y empat¨® Anguissa, en la mezcla fatal de un despiste de Mendy y un despeje defectuoso de Ceballos. Hasta ah¨ª los dem¨¦ritos blancos. Tambi¨¦n hubo m¨¦rito del camerun¨¦s: un zapatazo invisible casi sin ¨¢ngulo. Ancelotti dio un paso adelante y Bellingham tuvo que dar otro atr¨¢s con la entrada de Joselu por Ceballos y la de Nico Paz por un acalambrado Brahim. Para entonces todo hab¨ªa mejorado en el N¨¢poles: Zielinski y Anguissa empujaban m¨¢s, Di Lorenzo ya era un extremo y de los buenos y Kvaratskhelia se met¨ªa al equipo en la mochila. Est¨¢ acostumbrado a hacerlo en Georgia peor acompa?ado.

El punto pareci¨® resultarle suficiente al Madrid, porque en realidad lo era, pero el p¨²blico esperaba m¨¢s, especialmente tras lo que hab¨ªa disfrutado en la primera mitad, y el equipo, por decisi¨®n de Bellingham, se lo dio. A Joselu se le fueron vivas tres ocasiones de distinto color: con la rodilla, de chilena y con la cabeza. En cambio, Nico Paz aprovech¨® la primera que tuvo para decidir el partido desde fuera del ¨¢rea. Meret fue amable con el canterano con mejores perspectivas. Su sonrisa fue la de todo el madridismo. Y la cosa acab¨® con la redenci¨®n de Joselu, que pidi¨® perd¨®n por sus pecados anteriores tras marcar a pase del fabuloso Bellingham. Al Bernab¨¦u no le cost¨® absolverle.

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