Resistir es ganar

Oblak lanz¨® el brazo para enviar ese bal¨®n a la carrera de Grizi. Era la ¨²ltima jugada del partido y el Atleti iba a pasar de la resistencia a la revuelta: el franc¨¦s busc¨® en la frontal a Correa y el argentino control¨®, gir¨® y dispar¨® para tumbar a un PSG que, a pesar de haber rematado 22 veces, se fue de vac¨ªo. El Cholo le hab¨ªa mandado a la lona con esa receta de tantas otras veces: San Jan y un Angelito. Y es que Dios ayer en Par¨ªs fue del Atleti, como en aquellas noches de M¨²nich y Anfield.

Y eso que su propuesta fue roma. Hab¨ªa salido el Atleti sin Koke en otro partido vital, como si Simeone hubiese comenzado ya la transici¨®n de un canterano, el capit¨¢n, a otro, Barrios. Luis Enrique con Donnarumma, el 4-3-3 como huella dactilar y esas bandas por las que circulan aviones. Ya Barcola, ya Demb¨¦l¨¦, ya Achraf, quien tuvo la primera ocasi¨®n cuando el reloj no hab¨ªa llegado al dos despu¨¦s de que Gallagher le regalara un bal¨®n que pretendi¨® despejar. El Cholo se hab¨ªa ordenado 4-4-2 con intenci¨®n de abrigarse pero su defensa, sin las dos piezas claves, Le Normand y Josema, ten¨ªa el grosor de un velo. No llov¨ªa ni gota en Par¨ªs y, sin embargo, el traje oscuro del Cholo estaba empapado nada m¨¢s empezar. Tal era la tormenta del PSG. Un tormento.

Antes del cinco, un Demb¨¦l¨¦ que llev¨® al l¨ªmite a Gal¨¢n afeitaba el travesa?o de Oblak de un tiro. El PSG presionaba fiero. El Atleti solo sent¨ªa viento huracanado a su alrededor. Sin noticias del cuero. El inicio fue apabullante. Ese PSG que quitaba la respiraci¨®n, alimentado por la gasolina de sus propias piernas y la de los jugadores del Cholo, en un cat¨¢logo de p¨¦rdidas groseras en su campo. Barrios le daba un bal¨®n a Demb¨¦l¨¦ en la medular como quien entrega la cuchara y Oblak deb¨ªa parar ante Barcola. Con la siguiente el portero ya no pudo. Una sonrojante de Lenglet dentro del ¨¢rea: le regal¨® una pelota a Demb¨¦l¨¦ que Za?re-Emery pic¨® sobre la cabeza de un Oblak ya vencido para el 1-0. El Paris est magique que se lee en el techo el Parque de los Pr¨ªncipes ca¨ªa sobre los rojiblancos como una pesadilla.

Pero, entonces, cuando la sensaci¨®n era que Europa a este Atleti le pasa por encima, Giuliano tir¨® de su equipo como solo puede hacerlo un Simeone. Con garra y todos los bemoles que a los dem¨¢s les faltaban. De coger el partido por la pechera y irse solo hacia el ¨¢rea del PSG como quien marcha a una guerra. Corri¨®, lleg¨® y dispar¨®. El bal¨®n le volvi¨® para que lo triangulara con Nahuel y Juli¨¢n. El rechace de su segundo disparo, un centro que se estrell¨® en Pacho, le cay¨® a un Nahuel que, sin mano, ratificado por VAR, la cruz¨® con la zurda y el alma. Ha renacido. Y con este gol lo hizo el Atleti. Por mucho que, cuando Demb¨¦l¨¦, Barcola y Achraf saltaran a la presi¨®n, es como si asomara el diablo. El Atleti se santigu¨®, se ovill¨® y que lloviera. Si algo sabe el cholismo es de resistencia. Al descanso sus jugadores se iban con un 28% de posesi¨®n pero sin otra herida.

Y es que, por mucho que el PSG mate cuando ataca, tambi¨¦n muere cuando le atacan a ¨¦l. A la segunda parte el Atleti la salud¨® con un centro raso de Nahuel que buscaba el aguijonazo de Juli¨¢n. Rascaba Giuliano cuando el PSG despert¨® y volvi¨® a hacerse hurac¨¢n. Lo intent¨® Asensio, por completo intrascendente, y fall¨®. Lo intent¨® Achraf y, Oblak. Lo intent¨® Demb¨¦l¨¦ y, al lateral de la red. Lo intent¨® Barcola y, otra vez Jan. Y antes de que alguno de los hombres de Lucho lo intentara otra vez, Simeone hac¨ªa un triple cambio: Koke, Roro y Reinildo. El capit¨¢n le dio al juego criterio aunque el Atleti siguiese regalando balones que lanzaban al PSG. Pero el portero con el 13 a la espalda y el traje amarillo estaba en una de esas noches de paradas que le beatifican. Ante Barcola fue a una mano, soberbia. Ante Achraf, con una pierna, a¨²n m¨¢s.

Si Luis Enrique le daba m¨¢s velocidad a su equipo con Kang-in Lee, Fabi¨¢n y Kolo Muani, Roro estropeaba una contra al entregar al PSG un bal¨®n que era para Juli¨¢n en un dos contra uno. La amenaza sobrevolaba a Oblak. Pero el portero salv¨® y salv¨® con su piel de front¨®n y el PSG mor¨ªa en su orilla, el partido abocado al empate. Hasta que, en la ¨²ltima jugada, Oblak lanz¨® el brazo para enviar ese bal¨®n a la carrera de Grizi y... hacer el milagro completo.

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