Entre el sufrir y sufrir, Morata

Once meses y seis d¨ªas despu¨¦s esa m¨²sica volv¨ªa al Metropolitano. La de la Champions, en una tarde clara que octubre le hab¨ªa robado al verano. Entre una batalla de voces que, antes de que comenzara el partido, ya llenaba de decibelios todo el espacio. Con esos tres mil quinientos holandeses que, frente a cincuenta y ocho mil rojiblancos, se hac¨ªan sentir alto como un reflejo de lo que, en cuanto el bal¨®n comenz¨® a rodar, el Feyenoord har¨ªa. Atrevido y valiente, con presi¨®n y el ment¨®n alto. El Atleti enseguida se vio sepultado en el caos. Y el sufrir.

Slot supl¨ªa la falta de su goleador, Santi Gim¨¦nez, vitaminando su centro del campo con la entrada de Zerrouki. El Atleti sali¨® sin hacerlo de verdad. Impreciso, temeroso e incapaz de dar tres pases seguidos. Pasaba el reloj unos segundos del seis cuando un remate de Uueda rebotaba en Oblak y en Hermoso para colarse en la red. El estruendo holand¨¦s de pronto pareci¨® despertar al Atleti. Paix?o pon¨ªa la samba y el desborde. Stengs, equilibrio y orden.

La reacci¨®n fue inmediata. Ese mirar al futuro con los ojos del pasado reciente, los meses de invierno sin martes ni mi¨¦rcoles de f¨²tbol, qu¨¦ fr¨ªo. El Atleti comenz¨® a crecer desde el centro y la bota de De Paul, de regreso al once, madurando el juego, trenzando largo. Morata empatar¨ªa antes de que los recuerdos del ¨²ltimo octubre y los nervios cundieran en una jugada que envolvi¨® la pol¨¦mica. Todo comenz¨® en un Sa¨²l en fuera de juego. Trauner se lanz¨® a cortar el pase y la pelota sali¨® escupida a Morata, que pate¨®, marc¨® y corri¨® celebrando antes de escuchar ese maldito pitido. Era del l¨ªnea, bandera arriba: anulado. Consideraba que el 8 hab¨ªa intervenido. Pero el ¨¢rbitro recib¨ªa una llamada al o¨ªdo. El VAR: para ellos, no. Letexier se fue a la pantalla mientras Simeone ped¨ªa apretar de garganta. Letexier se?al¨® al centro. Gol. Tres mil quinientos holandeses se callaron de pronto.

Pudo el Atleti ponerse m¨¢s por delante, ensanchar otro gol el marcador a su favor. Pero Trauner se entrometi¨® en una pelota de Nahuel para Morata. Pero despu¨¦s tampoco lo har¨ªa un tiro de Koke. Y el empate fue llenando la barriga y las botas rojiblancas. Y los a?os comenzaron a pesar en las piernas de esa l¨ªnea hacia la que Simeone no dejaba de hacer gestos, desga?itado, pidiendo calma con las manos, que el ritmo de Champions pesa como ning¨²n otro: en sus ¨²nicos centrales sanos se acumulan los a?os y las fatigas. Fue Azpilicueta quien hizo la falta que Stengs lanzar¨ªa al coraz¨®n del ¨¢rea. El primer remate de Hancko lo rechaz¨® Oblak pero Azpilicueta perder¨ªa la marca para volver a salir en la foto: el segundo remate de Hancko se fue a la red con todas sus costuras al aire. Es lo que tiene la alta competici¨®n y jugar con tres centrales que suman 96. Aunque al menos est¨¢n. Peor es los que nunca lo hacen. God¨ªn, en la grada, sufr¨ªa. El Cholo tambi¨¦n solo con recordar sus tiempos con la rojiblanca, y el cerrojo que era en todo bal¨®n. Con lo poco que necesitaba el Atleti para tumbar al Feyenoord. Solo con que bajara la pelota y la hiciera jugar. Los holandeses dejaban llegar hasta casi su ¨¢rea sin poner demasiados cepos.

Justo antes del descanso, Grizi empataba despu¨¦s de que Lino llevara el bal¨®n al ¨¢rea en una carrera: fue con un remate acrob¨¢tico, tras muchos rebotes. Justo despu¨¦s del descanso, Morata pon¨ªa por primera vez al Atleti por delante con la colaboraci¨®n de un Nahuel que por pies tiene una locomotora cuando mira hacia arriba: el centro sali¨® de su bota gritando goool. Morata solo tuvo que empujarlo a la red con la izquierda. Al drama de la defensa lo salvan que sus delanteros tienen una efectividad que tapa todas sus transparencias. Eso y que no se lesionan.

Slot dio entrada a Minteh, un cuchillo ante Witsel y su velocidad caracol. Pero, para sobrevivir a 25 minutos ag¨®nicos, de puro sufrir rojiblanco, ah¨ª estuvieron Oblak y sus guantes lanzando milagros. Salvo el esloveno ante Minteh dos veces. La ¨²ltima al final, cuando lanzaba un tiro sin ¨¢ngulo que afeitaba la madera y el meta del Feyenoord llevaba cinco minutos en su ¨¢rea buscando hacerse un Provedel. Pero los puntos se quedar¨ªan en casa. Para que el Atleti empiece a coser de verdad la herida de la ¨²ltima Champions, despu¨¦s de escuchar su m¨²sica como un r¨¦quiem hace un octubre, en este Metropolitano.